Autor:
Juanita G. Pérez
La alarma por la inminente emergencia sanitaria que trae consigo el coronavirus en un país con un sistema de salud ineficiente ha generado todo tipo de reacciones en la ciudadanía. Empezando por el hecho de que en las farmacias y droguerías es prácticamente imposible hallar en este momento un tapabocas.
Lo curioso del asunto es que tampoco se ven las calles inundadas de ciudadanos usando protección contra el virus. Son los venteros ambulantes quienes tienen, por paquetes, los necesarios tapabocas que se están vendiendo, a las afueras de las estaciones del Metro de Medellín hasta por $15 000, cuando normalmente no valen más de $500. En ciertas droguerías afirman que algunos de los tapabocas que se consiguen en la calle son lavados y reempacados para su venta, por lo que hay que tener extremo cuidado al adquirirlos, verificando que los empaques no estén alterados.
Las medidas sanitarias y preventivas que se han impuesto recientemente buscan que el contagio no sea masivo; pero lo cierto es que las más efectivas no se están implantando. Los ciudadanos que vienen de países con altos índices de contagio, como Europa y Estado Unidos, no están siendo aislados preventivamente, sino que se les está recomendando que cada uno lo haga por su cuenta. ¿Lo harán? Lo dudo.
La actitud del Gobierno Nacional ha sido contradictoria, pues mientras en cámara hablan de la importancia de la prevención y se lamentan primero por el bienestar de los empresarios, detrás de ellas están aprobando el desembarque de cruceros, como es el caso de Cartagena, de donde se bajaron pasajeros de un barco rechazado en República Dominicana por varios positivos del virus. ¿Entonces les importa el contagio masivo o no?
Con todos los escándalos que aborda el Gobierno de Iván Duque en este momento, parece que lo que más conviene es que se centre la atención en este virus y se disperse la indignación que se ha creado en torno a las revelaciones de la ‘Ñeñepolítica’.
Resta esperar que la ciudadanía sea más previsora que la administración pública y se cambien comportamientos del día a día que ayudarían a reducir el número de contagiados.
Lavarse las manos con alta frecuencia, evitar aglomeraciones, quedarse en casa si tiene síntomas de gripa y tratar de conseguir un tapabocas antes de que se coticen más alto que el mismo oro. Por otro lado, es imperante que las administraciones locales garanticen el acceso de la ciudadanía a estos implementos básicos para la prevención del contagio masivo. Más cuando se trata de enfermedades respiratorias que están llegando a ciudades hipercontaminadas, donde el riesgo es cada día más alto.
Finalmente, me pregunto si los congresistas que están por entrar de vacaciones y, que viven felices viajando por el extranjero, están siendo sometidos a algún tipo de análisis o medidas preventivas en su llegada al país. Cosa que dudo, pero bueno.
