Columnista
Fredy Chaverra
La Real Academia Española -RAE- define al pícaro como: “Persona de baja condición, astuta, ingeniosa y de mal vivir, protagonista de un género literario surgido en España.” Esa definición me sirve para enmarcar el episodio de picaresca que se vivió hace algunos días en el recinto del Concejo de Medellín cuando el alcalde Federico Gutiérrez, evidentemente exaltado y molesto, repelió a un grupo de ciudadanos inconformes con la movida más importante en lo que va de su lánguido gobierno.
Así, la discusión por la venta de las acciones de Tigo-UNE se convirtió en un campo de batalla verbal donde primó el insulto, la agresión y la mala picaresca. En un extremo del recinto-cuadrilátero se ubicaron decenas de ciudadanos inconformes por lo que consideran -con argumentos bastante sólidos y pertinentes- una privatización de UNE que va en la línea del desmantelamiento del sector público en Antioquia; y en el otro extremo del recinto-cuadrilátero se encontraba un alcalde que en su segunda versión no ha podido soltar el retrovisor y desquinterizar de una vez por todas a la oposición.
Porque en las gradas virtuales estaba muy activo el exalcalde Quintero, otro pícaro de mala picaresca adicto a X, que al cierre de su pésimo gobierno vio como un Concejo cegado en la más férrea oposición, una y otra vez, le negó contundentemente la misma movida que el alcalde inició convencido de su inminente victoria. Al lánguido gobierno de Fico se suma la rastrera oposición de Quintero, pero esa, con fortuna, no es la única oposición que existe en la ciudad y eso es algo que Fico no ha podido entender.
El alcalde debe dejar de ver en cualquier sector que cuestione su acción de gobierno el rostro de su némesis, eso, tal vez, le resultó efectivo para ganar la elección con un resultado aplastante -que dejó a Quintero en los puros huesos-, pero ahora, cuando la ciudad le reclama mayor responsabilidad política y claridad en sus movidas, solo puede resultar patético.
Vuelvo a repetir: la oposición en Medellín no se reduce a Quintero, y es más, muchos sectores que ahora se oponen a Fico también se le pararon firme al pícaro que dejó tirado el cargo para hacerle campaña a un candidato-títere.
Considero que Fico debe asumir con mayor sentido de ética pública su segundo periodo en el cargo, no tiene sentido que se empecine a reducirlo todo a las sombras de la “auditoria forense” o a las denuncias de corrupción, algo que de entrada no está mal, que las traslade sin show a los entes de control y a la Fiscalía, para que así Quintero y sus secuaces respondan ante la justicia, pero un gobierno no se puede quedar estancado en el espejismo del retrovisor, eso no solo no resulta democrático, sino que cierra los espacios de garantías para la oposición y la apertura al debate público.
Esa sí es de una característica de los pícaros que buscan gobernar atropellando a la oposición y valiéndose de coaliciones acríticas e incoherente. Para muestra solo hay que ver a los concejales repitentes que le negaron la misma venta a Quintero y ahora no ven problema en aceptársela a Fico. Pícaros, por sus acciones los conocerás.
A Fico le digo que la ciudad no es la misma, ya vivió la experiencia de una oposición bastante mediatizada que bajó del pedestal a sus dirigentes, que legitimó como nunca el control, la veeduría y lamentablemente la agresión verbal. Fico no puede pretender que gobernará como ya lo hizo en 2015. Los tiempos cambian y no puede desestimar que su popularidad viene cayendo y no se acerca a la registrada en su primera administración.
Por favor, menos mala picaresca y más discusión pública. La ciudad no merece menos.
