Columnista:
Fredy Chaverra
Por estos días, en la redacción del periódico El Colombiano se viene ajustando la línea editorial, con lo cual dejará de lado su “despertar” en el periodismo crítico y retornará al clásico letargo de la contemplación y el paisaje. Su característica más habitual a lo largo del primer periodo de Federico Gutiérrez (2016-2019), quien, siendo un alcalde muy popular, fortaleció su relación con la tradicional casa periodística otorgándole cientos de millones en pauta.
De ahí que no resulte extraño recordar que tras concluir su gobierno y como antesala a su eventual aspiración presidencial, el exalcalde se estrenara como un “columnista estrella” en El Colombiano. En sus columnas ‘Fico’ marcaba línea en temas nacionales, le solía lavar la cara al Gobierno Duque, y presentaba, sin mayor atisbo de profundidad, la agenda programática que sustentaría su aventura presidencial.
Es claro que, con El Colombiano, ‘Fico’ se sentía como en la sala de su casa y así quedó en evidencia en todas las entrevistas que le concedió a su directora, Luz María Sierra. En cada entrevista ‘Fico’ hablaba con tino y desparpajo, sin preocuparse por la interpelación agresiva o por las preguntas “incómodas”.
Y ciertamente los periodistas hicieron la tarea, porque con contadas excepciones (muy contadas), solían tratar al candidato como al viejo amigo que visita la casa después de un largo viaje, como aquel aliado de tiempos alegres que edulcoró la relación con respeto, reconocimiento público y mucha pauta. Para El Colombiano ‘Fico’ no era un candidato más, era EL candidato.
Porque tras años de una intensa confrontación con Daniel Quintero, el periódico asumió un papel destacado en la reciente contienda electoral, pues se convirtió en un sirirí para Quintero y cada uno de sus aliados, nunca antes se había visto, en los años de existencia de ese medio, tal nivel de cobertura e interés hacia una administración, en lo cual se encontró apoyo en twitteros antiquinterista a rabiar —como la ya celebré abogada, Gloria Jaramillo— y en exfuncionarios desencantados.
La matriz mediática que El Colombiano le instaló a Quintero fue tan potente que estoy seguro de que contribuyó a acrecentar su impopularidad y desgaste. La línea editorial era evidente y no había mucha preocupación en “disimular”. Quintero nunca tuvo la capacidad de contrarrestar ese asedio, ni con sus amigos influencer, ni con los pequeños medios digitales que crecieron como espuma en los primeros años de su administración, o si acaso desde su cuenta en X. Siempre fue totalmente aplastado por los titulares.
Ahora, El Colombiano enfrenta un dilema que considero de fácil resolución dado el estado actual de cosas, porque su “despertar” solo quedará como un recuerdo de antología; que seguro será referenciado por la nueva oposición cuando la tradicional casa periodística empiece a recibir la millonaria pauta de aquel antiguo columnista que asumirá en La Alpujarra; cuando se rememore su exhaustividad con las acciones de la administración anterior; y, cuando busque disimular lo que antes no disimulaba.
¡Enhorabuena por El Colombiano, porque volverá a ser lo mismo de antes!