El extraño sueño de Liberland

Anoche tuve un sueño muy raro. Soñé con un país imaginario.

Narra - Política

2022-12-06

El extraño sueño de Liberland

Columnista:

Julián Bernal Ospina 

 

Anoche tuve un sueño muy raro. Soñé con un país imaginario. No era ninguno que ya hubiera leído. No se parecía ni a Macondo ni al País de las Maravillas ni a Yoknapatawpha. Era un país hecho de bicicletas fluorescentes. La gente dormía con el casco verde chillón puesto y solo se bajaba de estas para dormir. Además de las bicicletas, todo lo que hacían lo grababan con sus celulares: desde las idas al baño, las operaciones quirúrgicas, las noches de boda, hasta los largos sueños: dejaban el celular encendido mientras descansaban con sus cabezas brillantes y protegidas.

En el sueño quise averiguar quién era el gobernante de ese país imaginario. Necesitaba explicaciones. Además de las bicicletas y los interminables Facebook Lives, la gente parecía sumida en una desesperante ansiedad. Alcancé a percibir, después de que varios pacíficos ciclistas me gritaran por el hecho de que yo no iba montado en bicicleta, que muchos de ellos tenían una sombra rosada en la nariz. Conducían por ciclovías sinuosas, obstaculizadas por cráteres gigantescos alrededor de los cuales había cintas y avisos de construcción. Lo particular era que no había nadie construyendo.

A uno que otro le pregunté cómo se llamaba ese país. Solo un hombre alto y de gran papada me respondió: «¡Pues cómo más se va a llamar! ¡Liberland!». ¿Liberland? Ese nombre me sonaba por una noticia reciente, pero no quise indagar más. «¿En dónde queda la Alcaldía?», le pregunté.

El hombre, que no paraba de moverse, afanoso y desubicado, me miró con desdén: «¿Alcaldía? ¿Usted sí sabe dónde está parado? ¡No se haga el carebobo! No, ninguna Alcaldía. ¡Esto es un imperio! ¡El imperio verde! ¡El territorio del emperador Karlo el Más Grande!», dijo, y se fue, agitado como estaba, de un lado para el otro.

No fue difícil encontrar el Palacio de Gobierno. Todos los caminos, erráticos y serpenteantes, llegaban a él. Era un gran edificio, de por lo menos dieciséis pisos, pintado también de verde fluorescente. Con los ventanales de las oficinas, mirado de lejos, el Palacio parecía un gran espejo. Alrededor había más personas en bicicleta tomándose fotos y grabando en vivos. Pude entrar, sin ningún problema, a pesar de que la gente me seguía mirando extrañada por cuenta de que no iba grabando nada. En la portería había un gran espejo roto.

«¿Aquí puedo encontrar al emperador Karlo?», le pregunté a la vigilante de acento costeño y labios pintados. «¿A quién? ¿Al emperador Karlo el Más Grande? No, el doctor no está, casi nunca está por aquí. Hable con el mayordomo del Palacio, que está allá», y me señaló a un joven de pelo largo y barba incipiente, concentrado mientras grababa videos hablando frente al celular.

«Mucho gusto, ¿cómo estás?», me preguntó cuando lo abordé. Estaba montado en una patineta eléctrica. «Yo soy el primo y mayordomo», me respondió cuando le pregunté por el emperador. «En este momento el emperador está firmando importantes convenios con los más importantes países a nivel internacional», me hablaba rápidamente, siempre con el celular en la mano, y con el mismo afán del otro. «Tú deberías apoyarnos, tenemos muy buenos proyectos en marcha», me decía, mientras me mostraba extraños videos del emperador sonriente y de casco con imágenes de Wakanda, Narnia y Hogwarts. «Tenemos muy buen apoyo popular», me seguía diciendo, mientras me mostraba los likes de lo que me contaba que eran sus bodegas. Me quedé impresionado porque, mientras me hablaba, parecía que no lo hacía un ser humano, sino un muñeco, o un meme.

«Cuando quieras me avisas y te doy un tour en el Palacio. Te presento a nuestros concejales favoritos, que son la mayoría y, si tienes la oportunidad, hasta te presento a quien hará que nuestro emperador sea el presidente de la república, el doctor Maurus». No se despidió y siguió su camino.

Ahí me desperté yo. «Menos mal era solo un sueño», pensé.

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Julián Bernal Ospina
Soy por vocación escritor. Trabajo como escritor freelance. Escribo ficción y no ficción. En no ficción, sobre temas políticos y culturales. Para mí la escritura ha sido una forma de encontrarme, y una forma de involucrarme con la humanidad de los otros. Tengo un blog en el que escribo sobre literatura en la coyuntura: julianbernalospina.com. Me preocupa sobre todo la imaginación. Defiendo la idea de que la literatura es un lugar de riqueza y sensibilidad humana que toda persona tiene el derecho de vivir.