Columnista:
Ed Ladino
En la mañana del 18 de febrero de 2022 en el Hotel Radisson de la calle 72 con 11 de Bogotá se llevaba a cabo el I Encuentro Regional del Foro Madrid: «Por la democracia y las libertades». Nombre dado a la primera de quizás muchas reuniones que vendrán de grupos políticos de extrema derecha de toda de la ibero esfera. Este peculiar encuentro fue planeado desde el corazón franquista de la ultraderecha española. Según los postulados de Foro Madrid, su objetivo es evitar el avance de la izquierda y el comunismo, dicen ser una respuesta al Foro de Sao Paulo y el Grupo de Puebla.
Ese día y el siguiente se codearon en el salón de conferencias del hotel, personajes de la talla de Paloma Valencia, Fernando Londoño y Hermann Tertsch europarlamentario del Partido VOX. También hicieron presencia a través de videoconferencia, el expresidente Álvaro Uribe Vélez y Santiago Abascal, presidente del partido de ultra derecha español VOX y patrono de la fundación Disenso, una organización adscrita al Partido VOX que busca «dar la batalla cultural contra la izquierda», organización a cargo del Foro Madrid. También, según está publicado en las redes sociales del evento, participarían: María Fernanda Cabal, Paola Holguín y Margarita Restrepo del Centro Democrático, el parlamentario argentino Javier Milei, el ex ministro de Relaciones Exteriores del Gobierno Bolsonaro, Ernesto Araujo, la opositora venezolana María Corina Machado entre otros.
Mientras al interior se reunía lo más extremo de la derecha, afuera un grupo de jóvenes manifestantes rodeaban las instalaciones del hotel y en sus consignas rechazaban que se reunieran «fascistas» en Bogotá. Protegidos por una línea de policías, que más tarde fueron felicitados por Tertsch, no prestaron atención a lo que acontecía en el exterior y decidieron continuar con su conversatorio.
Los ánimos se exacerbaron entre la policía y los más de cien manifestantes lo que llevo a algunos de ellos a responder violentamente, con piedras y tuvo como consecuencias vidrios rotos en el hotel. Por este hecho fueron capturados dos jóvenes que actualmente tienen casos abiertos con la justicia por daño a bien ajeno. Veinte minutos duró esta batalla campal, al final pudimos ver como el euro parlamentario de VOX acusaba ante medios nacionales e internacionales, sin ninguna prueba, pero con una piedra en la mano (literalmente) a Gustavo Petro de ser el responsable por esta manifestación, en sus palabras —«vino una serie de gente, que supongo son los de Petro, porque todo el entorno ese comunista ha estado invitando a venir a protestar»—.
Dejando de lado que es absurdo pensar que toda protesta está directamente ligada a Petro o al Pacto Histórico, está el hecho de señalar a Petro de comunista, lo que no solo es una mentira, sino que además pretende estigmatizar a quien ante los ojos de ellos es el camino de Colombia a Venezuela y de sus colegas colombianos a perder el poder que han ostentado por varias décadas. Este Bulo es bien conocido, pues hace parte de una estrategia mayor que sigue el modelo de la guerra fría y pretende usar el miedo para manipular electores, es además usada en distintos países por partidos que comparten ideologías y posiciones antiderechos, tan efectiva que el propio Donald Trump la usó para, de nuevo vincular a Petro, pero esta vez con Biden con el fin de afectar la imagen de este último.
Estos ataques de la ultraderecha colombiana hacia el candidato progresista que puntea las encuestas para la elección presidencial y que además obtuvo una enorme votación para su coalición en las elecciones de congreso aumentaron a partir del 24 de febrero de 2022 cuando Vladimir Putin decidió invadir Ucrania, desde el Centro Democrático voces reconocidas justificaron su verborrea contra Petro por su supuesta cercanía con el autócrata ruso. Desde las columna en Semana de la periodista española Salud Hernández Mora, pasando por Miguel Uribe Turbay cabeza de lista del partido y senador electo, también al recién ungido Federico Gutiérrez, quien llegó a decir «Petro es el Putin colombiano» y no olvidemos a Oscar Iván Zuluaga quien fue más allá y en sus redes sociales dijo que «Petro estaba aliado con Putin» y que si el ganaba Rusia intervendría Colombia y así terminaríamos como Venezuela.
Ese es el mismo discurso con el que llevan años llenando de miedo a los colombianos para que sigan votando por ellos. Y es que a quién le gustaría que a Colombia la intervengan los rusos, o cualquier otro. A nadie, por su puesto.
Cualquiera que sea aliado de Vladimir Putin y sus políticas de terror, no debería tener un lugar dentro de la democracia colombiana y si debiese ser abiertamente rechazado, pero no con falsas guerras ideológicas, si no con la verdad y dentro del ejercicio democrático, como sucede en muchos países del mundo. ¿Pero y si ya Rusia está interviniendo Colombia y debiésemos temer como nos dice el Centro Democrático? Pues, aunque esto suene sorprendente, es así. Y no, no se trata de la propaganda rusa que tanto eco tiene entre muchos sectores de centro-izquierda que aman a la sarcástica y estructurada Inna Afinogenova, cuyo canal de propaganda fue recientemente cerrado. Aunque por ese lado también hay peligro.
Pero en este caso debemos ir más allá y devolvernos al principio de esta columna, a dos nombres claves: Santiago Abascal y Hermann Tertsch. Estos nombres quizás no son conocidos por los colombianos, pero en los círculos de la ultraderecha internacional sí lo son, por pertenecer al partido de ultraderecha española VOX, un partido antiderechos, donde convergen falangistas, franquistas y neonazis, ultra religiosos y nacionalistas. Entre muchas cosas se oponen al aborto y a los derechos de los homosexuales, apoyan modelos de gobiernos autoritarios y fomentan discursos de odio hacia sus opositores. Son también abiertamente xenofóbicos.
Abascal solo asistió a través de un video que fue transmitido a los asistentes, Tertsch tuvo la oportunidad de conversar en el sitio con la senadora del Centro Democrático Paloma Valencia. Este último, ha demostrado públicamente su apoyo a Álvaro Uribe y días después de la reunión en Bogotá se lo vio junto a Ana María Cabal, hermana de la senadora del mismo apellido, y a Eduardo Bolsonaro, hijo del presidente de Brasil, luciendo una cachucha con el #100 en apoyo a la candidatura al senado de Cabal. También hay intercambios de mensajes entre ambos políticos desde el 2012. Amigos de vieja data.
¿Pero, entonces, dónde están los rusos? Pues justamente detrás de Tertsch, Abascal y del dichoso Foro de Madrid. Una reciente investigación, revelada por el periódico digital El español, propiedad del exeditor de El Mundo de España. Pedro Ramírez detalla los vínculos de Citizen Go lobby ultraconservador transnacional de extrema derecha fundado por Ignacio Arsuga, íntimo amigo de Abascal y famoso por ser el creador del bus transfobo que recorría Madrid con la consigna «Los niños tienen pene, las niñas tiene vulva. Que no te engañen». Con los rublos de oligarcas cercanos a Vladimir Putin, también es mencionado Hazte Oir. Así lo explica, en conversación con el español, el historiador italiano Steven Forti, autor del libro Extrema derecha 2.0 (siglo XX) y experto en la injerencia rusa en Europa. Define a las dos asociaciones como «una red transnacional de extrema derecha que trabaja para crear una agenda común, organizar campañas por el derecho a la vida y contra lo que definen como leyes ideológicas, que casualmente son todas de libertad sexual y violencia de género, y Vox es su herramienta en España». Son, exactamente, los mismos postulados que defiende Putin.
El vínculo con el Kremlin se llama Alexey Komov, quien está sentado en el consejo de administración de Citizen Go y es la mano derecha del oligarca ruso Konstantin Malofeev, llamado ‘el Oligarca de Dios’. Es uno de los hombres más cercanos al presidente ruso y que además tiene fuertes vínculos con la iglesia Ortodoxa, la cual ha fortalecido su influencia política en esta segunda era Putin. Malofeev ha sido sancionado por Estados Unidos y la Unión Europea, es considerado uno de los principales promotores de la invasión rusa a Crimea y es dueño de un canal de televisión en el que se emitía un programa llamado Buen viaje, sodomitas donde se invitaba a los homosexuales a dejar Rusia.
Malofeev es además famoso por en el 2014 haber dicho públicamente que le gustaría que Rusia volviera a ser un imperio y que Vladimir Putin fuera coronado zar.
Hazte Oir y Citizen Go son organizaciones que por varios años han ganado reconocimiento por sus posturas ultraconservadoras y por promover discursos antiderechos. El caso más reconocido es el bus transfóbico, el mismo que llego a recorrer las calles de Bogotá. Este informe de El español relata, además, cómo desde estas organizaciones se destinaba dinero hacia políticos ultraderechistas de VOX y sus actividades proselitistas y de lobby. Entre los mencionados como beneficiarios de los rublos del Kremlin están: Rocío Monasterio, Santiago Abascal y Hermann Tertsch, todos miembros de la cúpula de VOX, los dos últimos organizadores del Foro Madrid y cercanos al Centro Democrático.
Pero esto es solo la punta del iceberg para Colombia, ya que Citizen Go llegó hace rato y se ha instalado en las toldas conservadoras y religiosas desde donde promueven marchas «provida» y manifestaciones antiderechos. Citizen Go es patrocinador de la organización «Unidos por la vida»: una plataforma que existe según su propia página web desde el 2006 como respuesta a la despenalización del aborto. En sus redes sociales se puede observar como el logo de Citizen Go hace parte de la indumentaria utilizada en las marchas antiderechos que promueve esta organización en todo el país.
Entre muchas cosas la organización se inventó un «Pacto por la vida» con el cual se comprometieron varios congresistas del Centro Democrático, Conservador y partidos cristianos, en los que buscan «acciones claras en favor de la familia, la vida y las libertades». Se destacan Paola Holguín, Milla Romero, José Jaime Uzcátegui, Sergio Rodríguez, Esperanza Andrade y hasta Miguel Uribe Turbay cuando era candidato a la alcaldía.
Ante estas evidencias es claro que la avanzada ideológica promovida por el Kremlin y Vladimir Putin se abre paso fuertemente en Colombia. Por ingenuidad o complicidad, políticos de la derecha más vetusta y extrema terminaron haciéndole el juego ideológico al que según ellos está detrás de las protestas en contra del Gobierno de Iván Duque, son ellos los que han llevado a la temida Rusia de Putin a territorio colombiano y a lo más profundo de los corazones de los creyentes y seguidores de sus partidos políticos, se alimentan ideológica y financieramente para promover sus políticas retrógradas y con hipocresía salen a señalar a sus opositores «los comunistas» cuando es evidente quienes se encuentran más cerca del espectro ideológico de Moscú.
La estrategia de influencia rusa en Colombia es bastante sutil, aunque es similar a la que usan en todo el mundo. A la derecha le de apoyo ideológico, pues saben que no son muy distintos al autoritarismo que promueve Putin, sus pensamientos conservadores son similares a los de él y en muchos casos, pesa más que la «libertad y democracia» que promueven.
A la izquierda le ofrece acompañamiento mediático y debido a su fuerte componente antiestadounidense llama la atención de quienes no ven a Estados Unidos con buenos ojos, también hay informaciones que señalan que han dado apoyo a algunos grupos reaccionarios y extremistas en los que son bien recibidos por ser supuestamente oposición al establecimiento. Lo cierto es que es absurdo pensar que sea Gustavo Petro el que le vaya a abrir las puertas a Rusia cuando han sido los miembros de los partidos de gobierno los que por años han estado cerca del Kremlin. Ojo con los rusos que se nos están metiendo igual como se metieron al país de al lado.