Columnista:
Giovanni Sánchez Mendoza
Sin aplicar la Ley 115 de 1994 (la ley general de la educación en Colombia, la cual tiene como objetivo que se reconozca la educación como un proceso de formación permanente, personal, cultural y social que se fundamenta en la concepción integral de la persona humana), sin tener presente la pedagogía y la didáctica adecuada, como también los modelos pedagógico conductista, el romántico y el tradicional, y sin una mediación reflexiva en la cual el docente pase de ser el protagonista que designa tareas a ser un facilitador de los procesos de aprendizaje, la mayoría de licenciados y docentes en Educación Física desarrollan sus clases (si es que se le puede llamar de esa manera) bajo la lúdica y la recreación, pero no aplicando juegos predeportivos y el verdadero sentido, sino que simplemente le llaman de esta manera a la acción de facilitarle balones a los dicentes para que transcurra la hora de la asignatura, mientras algunos estudiantes hacen el uso adecuado de estos implementos, y otros realizan tareas de otras áreas o se dejan consumir por las banalidades de las redes sociales.
No se trata de juzgar el físico de un profesor con un estómago prominente (aunque para mucho es ilógico que, un docente de Educación Física no tenga un físico ejemplar), ya que en la intención de este escrito eso pasa a un segundo plano, se trata de cuestionar las intenciones y la carencia de objetivos académicos que tiene la mayoría de educadores físicos con sus estudiantes, puesto que la ineptitud de aquellos docentes acrecienta la crisis de dicha asignatura.
La Educación Física y sus bases, que son la corporeidad y la motricidad, hace posible la transversalización con otras materias como la nutrición, anatomía, fisiología, matemáticas, historia y todas las que sean posibles dependiendo de los planes de intervención estructurados por los maestros. Empero, en Colombia, y hasta en grandes instituciones educativas, no sucede esto, porque, para gran parte de los aleccionadores y directivos de los centros de enseñanza. La Educación Física hace parte de las asignaturas marías (de acuerdo con lo expresado por el pedagogo Rafael Flórez Ochoa), es decir, es una materia que no genera competencias e importancia, pues es más importante conservar el uniforme limpio, castigar a los alumnos en su hora de educación física y dejarlos sin la misma, o ponerlos a realizar preicfes en esa hora; tristemente, algunos alumnos le laman a esta materia «la hora libre».
Como lo señala el documento n.° 15 del Ministerio de Educación Nacional (MEN) esta enseñanza se debe abordar desde una mirada axiológica, higiénica, inclusiva y del cuidado del medio ambiente, como también con las competencias expresivas-corporales, lúdicas-motrices y la axiológica corporal. Dicho esto, si se enseña la Educación Física con pasión y propósitos, es posible contribuir inhibir o menguar a los problemas sociales, nutritivos, mentales y físicos de cada de uno los estudiantes, en vista de que es un gran educador físico quien tiene en cuenta esos factores y no quien únicamente se interesa por inscribir a sus estudiantes a los juegos Intercolegiados, o gestionar salidas a parques recreacionales dos veces al año.
Admiro a esos docentes que emplean los proyectos deportivos o de actividad física para integrar a los estudiantes. Pero, para mí, son una eminencia quienes también utilizan para la enseñanza los aros, los conos, las vallas, las mallas y las estacas, porque en realidad tienen intenciones de contribuir al desarrollo de sus aprendices, y aparte de ello, son conscientes que los implementos son para utilizarlos y no para guardarlos en una bodega por años.