Columnista:
Germán Ayala Osorio
Álex Char, precandidato presidencial por la Coalición de la Experiencia, apareció en la arena pública con un video con el que se promociona como un candidato jovial capaz de hacer el ridículo, con tal que ganarse el aprecio del electorado. A juzgar por el contenido del video, Char es un hombre de pocas ideas y dueño de un discurso precario, circunstancias estas que poco importarían en una sociedad acostumbrada a ver y escuchar a políticos vulgares, groseros, chabacanes, pero efectistas a la hora de ofrecerle al pueblito, pan y circo. Y de eso sí que sabe Álex Char, pues a los barranquilleros los tiene embobados con el Junior y con sus tiendas Olímpica.
Hasta el momento, la estrategia de este hijo del clan Char, conocido como «Cachucha vieja», es la de no asistir a debate alguno, pues correría el riesgo de que el electorado fuera de Barranquilla se dé cuenta de su pobreza lexical y propositiva. No olvidemos que eso mismo hizo Iván Duque Márquez y terminó como huésped ilustre de la Casa de Nari.
Los debates en este país no dejan de ser una estrategia mediática y política que solo atrae a un reducido sector de la sociedad, cuyos miembros suelen tomar decisiones electorales, dependiendo del nivel discursivo expuesto por quienes llegan a esas instancias. El resto de la población poco se interesa por estos encuentros entre candidatos y otra parte importante solo está atenta a la venta de los votos y a la espera de alguna obra pública que solucione sus problemas más inmediatos.
Álex Char comparte con Enrique Peñalosa un hecho político que puede dar al traste con su aspiración presidencial: cree que es suficiente con haber sido alcalde de una ciudad importante para conducir los destinos de un país complejo como Colombia. Y lo más probable es que Char solo conozca los problemas de Barranquilla, lo que significa que no le cabe el país en la cabeza. Sin embargo, a pesar de que su poder está localizado, cuenta con el apalancamiento que le ofrece tener presencia en 115 municipios y 21 departamentos en el territorio colombiano, a través de 386 negocios. Quizás ahí esté el único poder político de Álex Char y de su clan, para hacerse elegir presidente de la República en el 2022. Claro, deberá contar con otros actores políticos regionales y bogotanos, incluyendo el uribismo. Es evidente que Char no genera resistencia alguna en los principales agentes del régimen colombiano pues tiene todo para garantizar las viejas costumbres, los arreglos, las componendas, la corrupción público-privada, el debilitamiento institucional y la captura del Estado.
Char, o «Cachucha vieja», representa a la política tradicional de Colombia: populachera, clientelista y asociada a toda suerte de componendas. No son gratuitas las 21 investigaciones que reposan en entes de control. En el 2017, la senadora Claudia López, hizo público lo siguiente:
«La senadora Claudia López prendió el ventilador en el debate sobre corrupción celebrado en el senado, en una de sus intervenciones se refirió a 21 procesos penales abiertos contra el alcalde de la ciudad de Barranquilla que no avanzan. Gustavo Moreno pidió los 21 procesos, se lo quitó a la fiscal Olga Tristancho, los acumuló, se los quitó, y se los pasó a otro fiscal, reasignados los procesos vuelve a empezar la investigación», señaló López. También se refirió a la participación de Súper Tiendas y Droguerías Olímpica en las concesiones de aeropuertos: «Habría sido el pago por la segunda reelección, les dieron las concesiones de aeropuertos, tema que maneja el doctor Vargas Lleras, por el monto de 400 mil millones de pesos sumadas. Concesiones que según la ley tienen que tener conpes, y tiene que tener confis, porque querían hacer un otro si después de la licitación. En el caso de los Char ni siquiera hicieron conpes, no fue que lo hicieron después para tratar de legalizar, es que hicieron los otros si por casi 400 mil millones sin conpes como lo exige la ley».
De no despegar las candidaturas de sus contertulios de la Coalición de la Experiencia y las de los otros candidatos llamados a derrotar en primera vuelta a Gustavo Petro, el régimen se la jugará toda por la candidatura de Álex Char, pues finalmente, con el remoquete de «Cachucha Vieja» logrará que la pobreza de sus propuestas pase a un segundo plano, porque lo que importa es que asegure la continuidad del viejo régimen. Es claro que, bajo esa cachucha, caben los sempiternos y mezquinos intereses de la oligarquía colombiana.