Columnista:
Johana Orozco Ortiz
Pero esto no es lo único que sucedió este día. Como estamos acostumbrados en Colombia, había una tajadita para los que votaran por algunos candidatos.
Por otra parte, miembros del Partido Alianza Verde y otros movimientos independientes aseguraron que políticos estarían ofreciendo becas en Medellín para los que voten por candidatos de ciertos partidos.
En los audios difundidos se puede escuchar a las personas ofrecer becas si consiguen votos, siempre y cuando envíen el certificado laboral.
«A los que me manden el certificado electoral, a esos mismos los van a citar acá a la Universidad Americana para becas de estudio de maestría, de carreras y para empleo, por qué no. Es para gente entre 14 y 28 años y ahí está la lista por quién votar», dice una voz desconocida en el audio. (Nota completa y audio en Infobae)
Estamos en un país tan lleno de vacíos electorales y esto no nos sorprende como debería hacerlo. Sin embargo, como joven, me sorprende el silencio y la falta de participación que se evidenció en las urnas. No desconozco que a este tipo de elecciones no se les hace tanto ruido como a las de concejo y, mucho menos, como a las presidenciales.
Sin embargo, fui testigo, como muchos, que en redes sociales sí se le dio mucha fuerza a esto. Se educó, se hicieron charlas con candidatos y estuvimos al pie del cañón para levantarnos juiciosos un domingo a ejercer el derecho que tanto hemos exigido, que es ser representados por jóvenes.
Se ven hermosos marchando, aunque qué triste es ver puestos de votaciones sin filas. Se ven hermosos exigiendo derechos, sin embargo, deja mucho qué decir cuando no cumplimos el deber de ir a elegir a quienes nos quieren representar. Seguimos dejando que los partidos pasen por encima de nosotros, que compren los votos y que un registrador en el que solo confía la gente de bien, siga moviendo fichas sin que ni si quiera nos inmutemos en alzar la voz.
Debió ser un día histórico. Un día en el que las mesas no dieran abasto. Un día en que vos y yo gritáramos votando.
Fui a votar convencida de que tendría que hacer una fila larga, pero no, no había una sola persona, ni esperando afuera ni en las mesas. ¿Dónde se les quedó esa rabia del 25? ¿Dónde quedó el cuestionamiento al Gobierno y las exigencias que tanto gritan por redes sociales? ¿Seguimos gritando a costa de likes? ¿Seguimos saliendo a la marcha por la marcha?
Me equivoqué. Realmente pensé que le callaríamos la boca a todos los adultos que decían que lo de nosotros era más bulla que ganas. Pero no, tienen razón. Seguimos siendo bulla en redes, en las calles y demás lugares que no sean las urnas.
Nada más por el hecho de honrar a los que dieron su vida en el paro, usted debió de haber salido a votar. Por respeto a esas vidas que el Estado calló a la fuerza. Si a usted no le nace cambiar el país. Créame que esas familias harían lo que fuera para que esto cambiara, para que ningún otro joven tenga que sufrir lo que sufrieron sus hijos o nietos.
Yo no espero nada del Estado, ni de los gobernantes actuales, aunque sí esperaba mucho de nosotros. Ingenua, quizás. Ilusa, toda la vida. No obstante, contaba con esos jóvenes que cantan arengas y chupan gases afuera. Esperaba que esos que nos comprometimos a informar, a gritarle al Gobierno que estamos cansados de que decidan por nosotros; saliéramos a comernos esas votaciones. Que se llegara la hora de cierre y aún hubiese filas esperando por llegar a las mesas.
No, no quiero decir que los que votamos seamos mejores que los demás, porque esto dejó de ser una competencia hace mucho tiempo. Mi único objetivo aquí es mover fibras. Cuestionar y que lleguemos a un análisis de qué es lo que realmente queremos, porque después de estas jornadas electorales, siento que queremos seguir igual que siempre, para eso no nos desgastemos pidiendo un cambio.