Columnista:
Fredy Chaverra
Hay un episodio que retrata a la perfección el talante de Luis Pérez Lupe Gutiérrez: corría diciembre del 2014 y Pérez ya tenía la mirada puesta en la Gobernación de Antioquia. En su incansable correría para sumar gamonales, políticos cuestionados e ilustres condenados, aterrizó en el municipio de Bello y aprovechó para llevarle una serenata a Óscar Suárez Mira, un político conservador condenado por vínculos con los paramilitares y estandarte del grupo político de Luis Alfredo Ramos. Con esa serenata, Pérez no solo homenajeó a Suárez (recién salido de la cárcel), sino que selló la adhesión de la «Casa Suárez» a su aspiración. Así se seguiría moviendo a lo largo del 2015.
Tras las derrotas consecutivas en su intención de regresar a la alcaldía de Medellín (2007 y 2011), Lupe optó por «pensar en grande» y buscar la Gobernación. Para lograrlo, se dedicó a hacer algo que sabe hacer muy bien: coleccionar maquinarias, políticos tradicionales y caciques (la estrategia de Vargas Lleras). De este modo, en pocos meses logró conformar un mosaico multipartidista que iba desde el Partido Conservador, pasaba por la U y llegaba al liberalismo, lo suficientemente amplio como para sacar 819 389 votos y derrotar al uribismo.
Y aunque su intención era alcanzar un millón de votos y superar la votación lograda por Fajardo en 2011 (925 956 votos), superó con creces al candidato uribista y de facto se convirtió en un «gran elector». Al menos, así es como lo vienen presentando algunos sectores del Pacto Histórico.
Analizar la eventual llegada de Luis Pérez al Pacto Histórico implica posicionarse desde dos ángulos; el primero, va en la línea del giro pragmático de Petro; y el segundo, en el malestar que suscita la llegada de un político tradicional, con múltiples sombras —incluyendo la sombra de la operación Orión en la Comuna 13— un uribista acérrimo y un político desgastado. ¿Entonces, qué le suma ‘Lupe’ al Pacto Histórico?
Una cuestión de pragmatismo
La principal intención de Petro en Antioquia (donde ha concentrado su agenda en los últimos meses) se enmarca en nivelar la balanza y quebrarle el espinazo al uribismo en su propia casa. Es claro que la votación paisa fue determinante en la victoria del uribismo, solo hay que mirar las cifras: mientras Petro alcanzó 558 514 votos (21,97 %), Duque logró 1.844.027 (72,53 %). Una enorme ventaja que el candidato de la Colombia Humana no pudo solventar con la votación de la costa, los departamentos del sur o su fortín en Bogotá.
De ahí que de cara al 2022 el principal reto de Petro se encuentre en nivelar la balanza en el electorado antioqueño, convertirse en un sólido contrapeso a las fuerzas conservadoras o siquiera duplicar la votación obtenida en 2018.
Pues bien, asumiendo ese reto, la Colombia Humana en Antioquia ha dinamizado su plataforma electoral para integrar fuerzas emergentes, el ya denominado «quinterismo» (representado parcialmente en el grupo de propaganda y desinformación Medellín Imparable) y políticos tradicionales «rehabilitados» (al estilo Roy o Benedetti), en esta última categoría se podría encasillar al exgobernador Luis Pérez desde que se empezó a ambientar su aterrizaje, algo que también quedó claro en su llamado a César Gaviria para defender la línea progresista del liberalismo, pero a todas estas, ¿de qué se rehabilitó Luis Pérez?, ¿del uribismo o de la politiquería?
El globo Lupe
Al igual que Federico Gutiérrez, en las elecciones regionales de 2015, Luis Pérez derrotó al candidato de Uribe; sin embargo, durante su mandato gobernó con la plana mayor del uribismo, fortaleciendo sus estructuras burocráticas; inclusive, metió a su sobrino —Nicolás Pérez— en la lista al Senado del Centro Democrático y se despidió de la Gobernación siendo el autor de un libro de propaganda que tituló: Uribe, un soldado de la argumentación.
Por esos días, la estrategia de Lupe se reducía a convertirse en «El que dijo Uribe» versión 2022 y disputarse el aval del Centro Democrático. Pero esa intención se estrelló con la desfavorabilidad del presidente más impopular de la historia reciente (al que también le publicó un libro en 2019) y el desgaste del mismo Uribe.
Ante ese panorama, ‘Lupe’ no vio de otra y cambió la estrategia. Inicialmente, buscó abrirse un espacio en las toldas del Partido Liberal, tras un portazo de César Gaviria (al que le sugirió hacerse un tratamiento «antienvejecimiento») optó por avalarse por firmas con una plataforma llamada Colombia piensa en grande; no obstante, tras la reventada entre los Gaviria, debido a los acercamientos de Alejandro con la Coalición de la Esperanza, volvió nuevamente al redil de César Gaviria y le propuso meter al liberalismo —con cierta anuencia de Petro— en la consulta del Pacto Histórico. Algo que de tajo fue descartado por Gaviria.
Más allá de esas gestiones ante el «todopoderoso» jefe del liberalismo, no tengo muy claro cuál sería el rol que Pérez podría asumir en el Pacto Histórico, ya que personalmente dudo de su condición de «gran elector», pues si echamos un vistazo a la votación que alcanzó en 2015, fácilmente se podría concluir que fue resultado de la agregación de maquinarias de políticos tradicionales, entre ellos, muchos cuestionados y condenados (como el caso de Suárez Mira) que dudo vayan a votar por Petro; además, su plataforma electoral se encuentra plegada al uribismo vía su sobrino, el senador Nicolás Pérez, el mismo que sin la más mínima trayectoria o experiencia política llegó al Senado con 29 862 votos (para el 2022 busca repetir curul).
También dudo de que Luis Pérez sea un político de opinión, pues su trayectoria se ha cimentado en la politiquería tradicional, su voz no despunta en los grandes debates nacionales, no tiene una corriente política propia (ni en el liberalismo o el uribismo) y su antiguo equipo de gobierno se encuentra prácticamente integrado en las huestes de Daniel Quintero. A lo sumo, su presencia en el Pacto podría disipar ciertos temores y acercaría sectores empresariales, pero al costo de erosionar un programa con una visión de país muy alejada de lo que ha representado Pérez: el clientelismo, el glifosato, la politiquería y la sombra de Orión.
De ahí que sea válido preguntarse de nuevo: ¿Qué le suma Luis Pérez al Pacto Histórico?
le suma muy poco al pacto histórico pues sus votantes han sido una revoltura de varios partidos y en la mayoría de la extrema derecha que nunca votarían por el pacto histórico eso podría ser una gran jugada del uribismo que no se sabe que puede traerse entre manos de todas maneras genera desconfianza