Columnista:
Hernando Bonilla
En la carrera desesperada por conservar curules en el Congreso de la República y asegurar el continuismo en la presidencia de la República, los aliados del Gobierno hacen de todo. Desde la modificación de la Ley de Garantías, ley estatutaria, a través de una ley ordinaria, la de presupuesto, reforma abiertamente inconstitucional a fin de utilizar los recursos públicos en las próximas elecciones, en un país donde la corrupción y el clientelismo no tienen ningún límite; hasta aprovecharse de notables deportistas como Catherine Ibargüen, a quien no le calentaron el oído, «sino el corazón» y quien no descartó, además, que políticos inescrupulosos pretendan usar su buena imagen. Así lo señaló, recién postulada, en diálogo con Mañanas BLU, la cabeza de lista para el Senado por el Partido de la U.
Comienza también la trillada campaña de odio, miedo y mentiras, en un país caracterizado históricamente por los regionalismos, debido a su accidentada geografía, y en donde la gente no ha comprendido aún que el buen político no es el que representa a una minoría privilegiada, sino el que lucha y busca una vida mejor para todos y todas y cuyo propósito no puede ser otro que el de tratar de disminuir la brecha social y la iniquidad; el que quiere construir una sociedad superior en una nación que, para 2019, antes de la pandemia, según informe del Banco Mundial citado en una publicación de Portafolio en octubre pasado, era considerada la segunda más desigual en América Latina.[1]
Y no es difícil identificar los mencionados políticos de los otros, pues, aunque en sus discursos muchos dicen lo mismo, sus acciones, propuestas o programas e historia hablan por ellos, y no es que pretendan, precisamente, la construcción de un país en paz con justicia social. Nada de eso.
Por ejemplo: uno lee el inicio de la carta del expresidente Álvaro Uribe al secretario general de las Nacionales Unidas, en la que señala que acuerdo de paz no ha habido porque se otorgó impunidad a responsables de delitos atroces, y entiende que el exsenador sigue en el pasado y no comprende el concepto de Justicia Transicional ni su componente de Justicia Restaurativa y que, además, no quiere la implementación de lo pactado entre el Estado colombiano y la extinta guerrilla de las FARC, para lo cual acude a una evidente mentira.
Fácil entonces establecer que no es de los políticos que busca un mejor país para los colombianos, cuando, entre otras cosas, el destinatario de su desatinada carta señaló, al término de su visita a nuestro país, que partía «convencido en la importancia de ser firmes y persistir para asegurar la paz en Colombia» y que el país siempre podía contar con las Naciones Unidas en la implementación de los acuerdos y la construcción de paz. Para rematar, señaló que le gustaría mucho que Colombia fuera el ejemplo a seguir por los líderes de Etiopia.[2] Desfasado el expresidente y exsenador con la cartica, ¿no?
Pero lo más grave del asunto no es que un político en decadencia y gravemente cuestionado judicialmente insista con desfachatez en los ataques contra el Acuerdo de Paz, sino que el candidato único a la presidencia de la República ungido por su monárquico partido, haga suya la anacrónica arremetida contra el proceso de paz con las FARC promovida por su líder, como lo hizo en la convención de la colectividad Óscar Iván Zuluaga el pasado sábado.
Adicionalmente, en entrevista para El Espectador, cuando se le preguntó qué podría aportar la doctora María Fernanda Cabal, luego de su designación como candidato del partido, señaló: «ella había presentado muchas propuestas en temas como seguridad democrática, restitución de tierras, víctimas, la revolución de las vías terciarias, todo el sistema de inteligencia de las Fuerzas Militares o la reforma a la Policía…»[3]
¿Qué podrá aportar la segunda en las encuestas del Centro Democrático, como mano derecha en el Congreso de Óscar Iván Zuluaga en el tema de la seguridad democrática, cuando considera que se debe flexibilizar la prohibición del porte de armas, o en el de restitución de tierras cuando siempre ha pretendido acabar con la ley de la especialidad? ¿O en los temas de inteligencia militar y reforma a la Policía?
¿En manos de quienes podemos quedar? ¿En las de los que dicen que la educación y la salud no son derechos fundamentales?
Para completar, el recién ungido candidato señaló en la misma entrevista, que tiene mucha afinidad con Federico Gutiérrez y que la coyuntura del país exige coaliciones y alianzas. ¡Vaya, vaya! ¡Qué sorpresa! Y remata señalando que se deben mostrar, refiriéndose al expresidente Uribe, «los aportes que él ha tenido a lo largo de estos últimos 20 años, todo lo que ha hecho por Colombia y la campaña consistirá en eso».[4] ¡Hágame el favor! Otra campaña de lo mismo y con alianzas con los mismos: la caverna coligada para mantenerse en el poder.
Finalmente, cambiar el término castrochavismo por el de neocomunismo para encasillar allí a Gustavo Petro, es más de lo mismo, y señalar que Colombia puede llegar a tener el más peligroso comunismo de toda la región, porque el candidato de izquierda, a quien se le reconoce su inteligencia, fue el que le enseñó a Chávez, demuestra la ausencia de argumentos para controvertir al político de la Colombia Humana y que a ese sector político no lo queda más que recurrir a la estrategia del miedo.
Como se evidencia, se puede determinar, con análisis y reflexión, a qué categoría de políticos pertenecen los que pretenden mantenerse en el poder el próximo año, y los colombianos ya estamos preparados esta vez, para promover con el voto la renovación, empezando por el Congreso y luego en el Poder Ejecutivo. La conciencia, entendida como «el conocimiento claro y reflexivo de la realidad»[5], ya no el odio, la mentira ni el miedo, será la herramienta que nos permitirá a los ciudadanos tomar una buena decisión, basada en lo que es correcto y mejor para el colectivo social y la evolución de la democracia.
Y recuerden lo que dijo Pepe Mujica: que ya no cultiva el odio porque el odio termina «estupidizando». «El odio es ciego como el amor, pero el amor es creador, y el odio nos destruye»[6]
Fuentes:
[1] Portafolio. Publicación del 27 de octubre de 2021.
[2] El Tiempo. Publicación digital del 24 de noviembre de 2021. Proceso de Paz. ‘Nada puede justificar la violencia en Colombia´: Antonio Guterres.
[3] El Espectador. Publicación digital, 25 de noviembre de 2021. ‘Fico no es el gallo tapado el uribismo´: Óscar Iván Zuluaga.
[4] Ibidem.
[5] Diccionario de la lengua española. Actualizado 2020.
[6] Discurso de renuncia al Senado 2020 de Pepe Mujica.
Ilustración: Getty Images.