Columnista:
Dennis Guevara Acuña
Existe todo un entramado generado a raíz de la multiplicidad de opiniones surgidas tras la declaración del presidente Iván Duque, quién muy comedidamente, como representante de Colombia, tomó la decisión de acoger a nada más y nada menos que a 4000 afganos. Un acto de generosidad que dejó a más de uno boquiabierto, no solo por la cifra, sino por los referentes de violencia con los que se ha etiquetado a los habitantes árabes; produciendo una burbuja de estigmatización, la cual, hoy por hoy los sigue rodeando a donde quiera que van.
Las redes sociales, al igual que los taxistas, son fieles testigos de las acusaciones. Iniciando por un estallido de comentarios y memes que no se hicieron esperar; por el contrario, crearon un ámbito de mofa, donde por medio del humor negro camuflaban los actos de discriminación, rayando con el descaro de deshumanizar a la comunidad árabe, tacharlos de asesinos y fuera del hecho ver en pleno siglo XXI a las mujeres como objetos sexuales, a tal punto de alabar la sumisión.
Pero a eso se le suma el no solo tener en nuestro país migrantes de Afganistán, junto a ellos están también los que he dominado «pasajeros»; migrantes quienes suben a la ruta Colombia como pasadía en vísperas de alcanzar su sueño americano, solo que algunos se quedan más de la cuenta o ingresan formando un gentío, como sucedió hace menos de un mes tras el ingreso fronterizo de poco más de 30 mil haitianos, y bueno, cómo olvidarnos de los migrantes venezolanos, quienes ya rebasan el 1 700 000, siendo los que integran esta cifra el foco de los actos xenofóbicos por más de un colombiano, entre los que se encontraría la afamada alcaldesa Nayibe o para no sonar tan bastos como el actuar de ella le diremos Claudia López, una líder, que hace tan solo unos días anunció públicamente: «Bogotá es para quién la necesite», refiriéndose a los afganos; ¿será que Nayi tiene xenofobia selectiva?
Ahora bien, eso está ya más que claro; el conflicto aquí es ¿qué ha llevado a dicha eclosión? Partiré por aclarar que no es un solo hecho; en cambio, son múltiples sucesos, los cuales convergieron para emanar en forma de una exacerbada segregación:
Uno de los más importantes, pero menos mencionados y que posiblemente va a repercutir de igual forma desencadenando el «tirar hate» hacia los afganos, es el presidente no haber tenido en cuenta la opinión de sus demás coterráneos; porque ni siquiera una consulta popular se le ocurrió hacer.
Por otro lado, se le agrega el tener ciertas preferencias en torno a los migrantes, quienes han tenido privilegios en salud, laborales y hasta eximirse de presentar impuestos o documentación, tanto así que ahora algunos colombianos se han hecho pasar por venezolanos para recibir estos beneficios, al haber quedado sin empleo tras ser reemplazados por los hermanos del país vecino, los cuales ofrecen sus servicios a un menor costo y no solicitan prestaciones o terminan cometiendo actos delictivos para poder comer.
Sin embargo, a muchos se les olvida dos cosas de vital importancia: el olvido histórico donde en medio del boom petrolero entre los 50 y 70 dieron pie a la emigración de más de 5 millones de colombianos a Venezuela y es por esto la importancia de entender que ser un país de brazos abiertos para todos nos ha hecho una nación pluriétnica y multicultural.
En fin, son miles las controversias, pero lo cierto es que ellos al igual que nosotros hemos sido víctimas de los corruptos magnates gubernamentales y es contra estos que debemos arremeter para ver si de una vez por todas dejamos de ser esa patria boba o como dijo Diego Verdaguer: «¿Usted qué haría?»