Columnista:
Lady Orozco
Un espacio como la Comisión de la Verdad , en teoría, no debería existir. Ningún ser tendría porqué pasar por actos tan llenos de violencia e incluso, vivir la violación de todos sus derechos humanos. Pero bienvenidos a Colombia, un país que ha sufrido más 50 años en guerra y ha visto correr cientos de ríos de sangre. Ahora, tenemos un espacio donde personas como Timochenko y Mancuso comienzan a revelar los desastres de una guerra peleada por los más pobres para sostener el poder de los más ricos.
No me considero creyente absoluta de las palabras salidas de los labios de estos dos personajes, pero sí siento, que es momento de abrir nuestros oídos y conocer la versión de quienes por tanto tiempo estuvieron al mando de organizaciones criminales como lo fueron las Farc y las Autodefensas Unidas de Colombia.
Escuchar a Mancuso solo nos recuerda la pésima y absurda clase política con la que subsistimos —aún hoy— hace más de 30 años. La negligencia hace parte de su personalidad paupérrima y, podría dar por seguro, que los gritos de nuestros campesinos jamás fueron escuchados por sus oídos elitistas.
No me malinterpreten, no espero defender a una persona que cegó la vida de otros millones. Pero como dirían algunos: yo a un criminal no le puedo exigir nada, pero al Estado le puedo exigir todo. No me obliguen a poner en la misma balanza a Mancuso y a los políticos que se aliaron para continuar con la causa de las Autodefensas, sería ilógico.
Sería de esperar que estos encuentros llenen de respuestas a las víctimas y que logren cerrar (si acaso es posible) ese capítulo en su vida Pero para ser sincera, solo me llena más de preguntas y de cuestionamientos ¿A quién le entregamos nuestro pedazo de patria?, ¿a qué políticos les dejamos hacer trizas a nuestros campesinos?, ¿dónde recogemos la justicia?, ¿cuánto poder cargan para seguir en libertad y haciendo leyes a sus anchas?
Sé que estos encuentros han servido para revelar crímenes desastrosos que ni si quiera podrían caber en nuestro imaginario. Sé que todos sus integrantes han hecho un gran esfuerzo para ir tejiendo redes de perdón, porque el olvido no sería posible y mucho menos sano. Pero mis preguntas no dejan de rondar, las responsabilidades están cayendo sobre militares, guerrilleros, paramilitares, ¿y cuándo pagan los políticos? ¿Cuándo comparecen ante la justicia todos los que dieron la orden y esperaban sentados con una copa de vino en la mano?
Todos sabemos la decadencia que tiene Semana, pero me permitiré citar un apartado de la entrevista a Barbosa.
Vicky Dávila: ¿Es inevitable preguntarle si esta decisión contra el general Montoya afecta a los expresidentes Álvaro Uribe y Juan Manuel Santos?
Francisco Barbosa: No, porque aquí nosotros hemos determinado que este es un caso concreto contra un comandante del Ejército que toma la decisión de desconocer una resolución que expiden las Fuerzas Militares que tenía que ser acatada. Pero la Fiscalía no investiga a los señores presidentes, la JEP tampoco. Ellos son aforados, tienen una instancia que es la Comisión de Acusación de la Cámara, y en este caso queremos ser muy precisos: estamos hablando de que el determinador de estas conductas, para nosotros, como Fiscalía, es el general Mario Montoya.
Habitamos un lugar del mundo donde los políticos siguen siendo intocables en temas de justicia. Siempre deberá resonar esa pregunta que lleva años dando vueltas en el ambiente colombiano: ¿quién dio la orden?