Economía uribista

La economía uribista consiste en saber regatear. Por ejemplo, conseguir votos de $200 000 a solo $100 000; un negocio cabal por el que usted no paga ni siquiera cárcel, que paguen otros. O, mejor, conseguir donaciones para que no tenga que poner plata de su bolsillo; siempre hay algún ‘Ñeñe’ dispuesto a aportar generosas sumas a su campaña.

Sátira - Poder

2021-08-12

Economía uribista

Columnista:

Óscar Perdomo Gamboa

 

Sabemos que la situación económica del país está muy dura, por culpa del paro, sin duda, nunca jamás por el excelente gobierno del magnánimo y muy bien preparado Iván Duque. Las finanzas no son lo que solían ser, se han perdido puestos de trabajo y caído avionetas con ayudas humanitarias, así que algunos colombianos se han visto en penurias económicas o, como diría una narcomediante, están recorriendo los sótanos del infierno.

Es cierto que ha aumentado el desempleo (por culpa del paro, nunca por la impecable gestión del presidente egresado de Harvard) y, como no todos somos parientes de miembros del Centro Demoníaco para que nos nombren en embajadas, toca salir al rebusque. Los buenos y nobles miembros del Ejército colombiano, por ejemplo, pueden prestar servicios de seguridad en los palacios presidenciales de otros países. Eso es un trabajo por el que cualquiera mataría. Y en caso de emergencia, la Defensoría del Pueblo saldrá corriendo a defenderlo, pues esa humanitaria labor es más importante que las tragedias de Ituango, Necoclí o Providencia.

En la canasta familiar también se debe ahorrar. Como los mamertos tumbaron al genio de la economía ‘Ratasquilla’ y su justísima reforma tributaria, y por culpa del paro el dólar no alcanzó los $2900 que predijo Alberto Bernalga (nada de esto es responsabilidad del benemérito y laureado presidente Duque), ya no se consigue la docena de huevos a $1800. Hay que buscar soluciones, la mejor es una huerta personal, con cocineta incluida, como nos lo enseña el valiente embajador Sanclemente, que tiene sus fincas destinadas a su blanca microempresa.

En la educación es más fácil ahorrar, pues los uribistas, por definición, detestan la inteligencia y la formación académica. Sin embargo, siempre se puede obtener educación gratuita lamiéndole las botas a alguna figura del Centro Demoníaco. Por ejemplo, al tal ‘Polo Polo’, que no quiere nada regalado, como buen magnate capitalista, le paga la matrícula María Petarda Cabal; sobra decir que todo eso es una paradoja. Otra manera de ahorrar en educación es graduarte de abogada sin presentar tesis ni cumplir los requisitos de la universidad, como cierta muchacha de Silicon Cali; ese dinero ahorrado en estudio e investigación puede ser invertido en cirugías plásticas para seducir jugosos y millonarios contratos por no hacer absolutamente nada, al menos a nivel intelectual.

Pero la verdadera economía uribista consiste en saber regatear. Por ejemplo, conseguir votos de $200 000 a solo $100 000; un negocio cabal por el que usted no paga nada, ni siquiera cárcel, que paguen otros. O, mejor, conseguir donaciones para que no tenga que poner plata de su bolsillo; siempre hay algún ‘Ñeñe’ dispuesto a aportar generosas sumas a su campaña a cambio de ser invitado a la posesión. Si sabe asesorarse, puede seguir el ejemplo de Margarita Restrepo y contratar un intermediario que le ayude, algún noble ciudadano como ‘Popeye’, reconocido en la economía de baleada, digo, barriada.

Y, sobre todo, sepa aprovechar las ofertas. Por ejemplo, si usted ve una pobre viuda cuyo marido acaba de ser acribillado por grupos paramilitares, apoye a esa sufrida mujer comprándole la finca a precios módicos: solo 25 000 por hectárea. Eso le permitirá tener haciendas ubérrimas, llenas de ganado y caballos de paso. Y si algún día la viuda o los huérfanos quieren su finquita de nuevo, puede hacer marchas o ejércitos contra la restitución de tierras, pues usted la compró de buena fe. Y sabemos que el Gobierno de Iván Duque siempre protegerá a los nobles terratenientes de esos abusivos campesinos terroristas que quieren quitarle sus humildes latifundios.

Como se ha dado cuenta, el que es pobre es porque quiere. Trabajo sí hay. Ejemplos de emprendedores sobran, como los hermanos de Narca Lucía Ramírez o Jennifer Arias, que no dudaron en exportar mercancía de alta pureza; o los hijos de Uribe que pasaron de tragarse su propio vómito a tener centros comerciales y paraísos fiscales con puras manillas y zonas francas.

Recuerde que si usted es de los millones de colombianos que ya no puede comer tres veces al día, es culpa del paro, nunca de este excelente Gobierno que ha creado tantos empleos y elevado nuestro nivel de vida al de los sótanos del infierno.

 

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Óscar Perdomo Gamboa
Profesor universitario y doctor en humanidades. Escritor de novelas como “Allá en la Guajira arriba”, “Hacia la Aurora” y “De cómo perdió sus vidas el gato”; así como los libros sobre caricatura “Afrografías, representaciones gráficas y caricaturescas de los afrocolombianos” y “Mil caricaturas afro en la historia de Colombia”.