Columnista:
Alejandro Bonet González
La elección de Jennifer Arias como presidenta de la Cámara de Representantes generó una polémica en los internautas, ya que se divulgaron unas fotos peculiares que se tomó cuando tenía 16 años. En aquellas imágenes, la presidenta aparece disfrazada posando de una forma provocativa, con un atuendo corto y mostrando un arma en sus manos, que a simple vista, parece de juguete. Las fotos fueron mostradas en Twitter por la periodista María Jimena Duzán, con una actitud desafiante para que Arias explicara los detalles.
Ahora bien, desde mi punto de vista, las personas le están dando mucha importancia a un tema que no debería ser tan relevante por varios motivos. En primer lugar, son fotografías viejas que ya tienen 18 años de haberse tomado, época por la cual Arias ni realizaba actividades políticas de suma trascendencia.
En segundo lugar, este tema se está prestando para ataques sin sentido, especialmente porque a Duzán le empezaron a mostrar otras fotos de ella, donde aparecía posando en pijama corta. Básicamente, la polémica recae en una pelea inmadura, buscando alternativas para ver cómo se ridiculizan entre ambos sectores.
Cabe aclarar que no estoy de parte de los grupos de derecha, por el hecho de que ellos también critican a Duzán por escandalizar un tema irrelevante. Esto es igual de mediocre a otros temas similares, como por ejemplo, cuando algunos medios amarillistas y fanáticos radicales criticaban a Gustavo Petro por usar zapatos de Ferragamo.
Con respecto al tercer lugar, para mí es el punto más importante para tratar, y es justamente que Arias tiene escándalos políticos bastante controversiales. Según una investigación de la Fundación Pares, el hermano de la presidenta, Andrés Eduardo Arias Ochoa, se encuentra encarcelado desde 2008 por narcotráfico en Estados Unidos. Lo más grave del hecho es que la presidenta trató de ocultar este incidente, con el fin de no manchar su trayectoria política.
Por otro lado, su padre Luis Eduardo Arias Castellanos fue condenado a 40 meses de prisión, pues asesinó a un hombre con un arma de fuego. Los motivos exactos de este acontecimiento atroz no son muy claros, aunque, de todos modos, no deja de ser un crimen imperdonable que expande la imagen de esta familia de criminales. Si este es el tipo de educación que recibió Jennifer Arias con quienes comparte su misma sangre, entonces no habrá que sorprenderse si a corto o largo plazo se vea involucrada en otro escándalo de corrupción.
Esta mujer no solamente tiene problemas familiares, sino que también se ha envuelto en polémicas que tratan sobre narcopilotos. El piloto fallecido, Samuel Niño Castaño, fue detectado traficando drogas para el Cartel de Sinaloa. A su vez, este hombre estuvo haciéndole campaña a Iván Duque, y a la ya mencionada presidenta de la Cámara. Del mismo modo, el piloto Juan Camilo Cadena fue encontrado llevando cargas de coca, en la isla de Providencia. Evidentemente, aquel individuo también fue encargado de llevar a Arias durante las campañas presidenciales del Centro Democrático.
Bajo ese orden de ideas, no es una sorpresa que el Centro Democrático es uno de los partidos más descarados, que mandan candidatos con nexos delincuenciales, sin importar lo que diga la gente al momento de atacarlos por situaciones de corrupción. Sinceramente, es triste que muy pocas entidades del Gobierno se tomen la molestia de cuestionar estos delitos, pero de manera competente y demuestren resultados.
En la opinión pública, varias personas de oposición se han tomado la molestia de divulgar estos hechos, pero generalmente se queda en el limitante de divulgarlos, mas no dan un análisis personal que pueda aportar soluciones a la comunidad. En mi caso, mi idea es mantener en firme las polémicas que sí merecen la pena en el mundo de la política, y dejar a un lado discusiones que no aportan nada al país.
Para terminar, hay que dejar esto claro, a usted no le afecta en su vida personal que alguien se haya tomado una foto con un disfraz. Lo que realmente le afecta, es que debería ir pensando por cuáles personas no debería votar, en la rama legislativa para las elecciones del próximo año. Un ciudadano bien informado y racional, que sepa diferenciar cuáles son los puntos críticos que debe repudiar, es suficiente para generar un cambio en el 2022.