Columnista:
Lady Orozco
Un ejemplo que nos debe doler y cuestionar a todos los periodistas es el caso de la reportera alemana Rebecca Sprößer, quien llegó a Cali para disfrutar de sus vacaciones, pero al final terminó uniéndose a la voz de la primera línea. Pero ¿qué sucede cuando ella alza su voz?, al parecer, incomodó bastante. Días después de comenzar a cuestionar a la fuerza pública y su accionar en contra de la comunidad, Rebecca sufrió un ataque con arma.
«Ayer en la noche me vi con un amigo para trabajar en algunos temas del paro. Estábamos sentados afuera en un lugar público y de pronto y sin hablar vino un sujeto y nos disparó a corta distancia. No dejó de disparar hasta que su arma se quedó sin tiros», comentó la joven.
«Él recibió 13 (su amigo) impactos de balas en todo el cuerpo, 3 de ellos en la cabeza y varios en el pecho. Yo solamente recibí raspones de los proyectiles que le salieron de su cuerpo. Además tuve mi maletín frente de mí y por las dos condiciones me llegaron con mucho menos fuerza e impacto».
¿Qué discurso salió a dar la Policía?
Una vez más intentan lavarse las manos ante estos hechos presentándolos como casos aislados o como presuntos robos. Pero señores, 13 disparos a distancia corta y sin llevarse ninguna pertenencia, no responde a un atraco. Responde a una persecución contra quienes piensan diferente y deciden unirse a las causas sociales por las que seguimos gritando en las calles. Ella lo deja muy claro en su denuncia:
«No podemos decir quién fue, pero estamos en todo el proceso con los DD. HH. Solamente quedó muy claro que esto no fue ningún robo —esto fue un atentado con el objetivo de matar».
Esta ciudadana extranjera goza de un reconocimiento por su labor y tiene a los medios hablando de su presencia en nuestro país. Si aún con todo esto se atreven a hacerle un presunto atentado, ¿qué puede pasar con los chicos y chicas a los que nadie conoce?, ¿qué no les podrán hacer a aquellos de quienes no hablamos a diario?
Si bien el presunto atentado es una de las cosas más reprochables y graves que Rebecca ha sufrido en nuestro país, no ha sido lo único a lo que se ha enfrentado por pensar diferente, cosa que no hace la prensa tradicional colombiana, la cual es representada por sujetos como Luis Carlos Vélez, clasista de pura sepa y absurdo a más no dar. En sus entrevistas siempre deja ver quién es el que le gira su sueldo y hacia quién van sus intereses, y la ciudadana alemana no pudo escapar de esto. Unos días antes de sufrir el ataque, Carlos llamó a Rebecca para «escucharla», pero esto parecía un monólogo, tal como ocurre cuando llama a sujetos como Gustavo Petro, la entrevista se va de largo mientras él, que se hace llamar periodista, da sus opiniones.
«Es grave, es muy grave que gente como usted venga a mi país y haga lo que no es capaz de hacer en su país. Es muy grave. Rebecca, creo que la están engañando muchos, lo digo con todo el cariño y el respeto. Para que coja el periódico, lea un poquito más, y se de cuenta de la gravedad de la situación que está pasando. Colombia, mi país, al cual usted está invitada haciendo cosas que no debería».
Dejen de decir que los ataques a los jóvenes responden en contra del vandalismo. No es así. Estos van enmarcados a callar a quienes piensan diferente, a esos que no se les arrodillan y mucho menos les da miedo alzar su voz. La fuerza pública está en una cacería y la prensa tradicional los respalda. Dejen de lavarse las manos. Rebecca es una fuerte demostración de que aquí no se persigue a los «delincuentes», sino a todos los que estén en contra de esta dictadura.