Columnista:
Laura Preciado
Por primera vez en 60 años desde que la Revolución cubana llegó al poder, miles de personas salieron a gritar y a protestar contra el Gobierno de Miguel Díaz-Canel. En más de 20 ciudades y pueblos, los ciudadanos salieron a expresar su inconformidad reprimida. Por las calles se escuchaban gritos clamando la libertad y pidiendo la derrota de la dictadura.
«Estamos convocando a todos los revolucionarios del país, a todos los comunistas, a que salgan a las calles y vayan a los lugares donde vayan a ocurrir estas provocaciones, hoy, desde ahora y en todos estos días», afirmó el mandatario con tono amenazante. Provocando una pelea entre simpatizantes del Gobierno y la oposición. Acá hay varios factores que se deben analizar.
Lo que rebosó la paciencia del pueblo cubano, fue la trágica crisis por la pandemia. Aunque en principio se mantuvo en control, en las últimas semanas se han registrado cifras altas por contagios, muertes y esto ha provocado que el sistema de salud se vea afectado, llevándolo al colapso. Hay que tener presente que esto ocurre en un país en donde la salud y la educación son primordiales para el Gobierno y que se han considerado como grandes conquistas.
Por otro lado, se le suma una de las más grandes crisis económicas que ha atravesado el país desde el llamado «periodo especial» que vivió desde la caída de la URSS en 1990. La inflación, la escasez de comida y medicamentos, los apagones y los altos precios de productos básicos que se cobran en euros, ha llevado a que el Gobierno cubano se lo atribuya al embargo de EE. UU. No obstante, la pandemia ha dejado a la isla sin turismo que es su principal fuente de ingreso y ante la falta de liquidez las autoridades decidieron manejar una moneda convertible que no es el peso cubano y que paradójicamente, es la moneda en la que reciben los salarios la mayoría de los cubanos. Ahora se ven filas de cientos de personas para comprar alimentos básicos y lograr tener algo que comer en sus mesas.
Para hacerle frente a la crisis, el Gobierno de Díaz-Canel propuso a inicios de este año un paquete de reformas que subió los salarios, pero que así mismo trajo una inflación y subida de precios hasta que el mes pasado dejó de recibir dólares en efectivo. Esto afectó a decenas de familias que reciben una mensualidad de parientes que están en otros países y no tienen otra fuente de ingresos más que esta. Expertos afirman que esta ha sido la medida más extrema para enfrentar la crisis.
Miles aseguran que jamás habían visto algo parecido a lo que hoy sucede en Cuba y es que gracias a la globalización y a la ayuda en las redes sociales la población cubana ha hecho que este espacio se convierta en canales de información, difusión y auxilio para ver todo lo que pasa en su país. Desde 1994 cuando sucedió el “Maleconazo” en donde las personas descubrieron lo que estaba haciendo el gobierno por los medios de comunicación oficiales y hegemónicos, hoy la historia es distinta.
Durante el Gobierno de Fidel Castro el Internet estuvo restringido, pero con la llegada de su hermano Raúl se dieron pasos de apertura a una mejor conectividad e interacción. Como en Colombia, este canal se ha utilizado para convocar marchas, exigir derechos, educar y repensar el tipo de país en el que quieren vivir a través del #SOSCuba. Para el Gobierno esto es una amenaza, puesto que según el presidente de Cuba «las redes sociales son utilizadas por enemigos para crear estrategias de desestabilización» entonces parece que el enemigo es el pueblo que ha sufrido durante años bajo su yugo.
Los jóvenes tienen acceso a las principales redes, por lo que no se siguen informando a través de los medios oficiales, sino que tienen una ventana de opiniones y discusiones infinitas puestas en la mesa. Sin duda, estos espacios han demostrado el poder de organización porque varias de las personas que no participaban de las manifestaciones, salieron a apoyar, ya que veían a través de ellas las injusticias que suceden. El pueblo cubano se levanta, se organiza y en su primavera pide una salida de la dictadura.
