Columnista:
Jhonatan Alzate
Durante la noche del 15 y la madrugada del 16 de noviembre del año 2020, el huracán Iota, de categoría 5, que alcanzó vientos de más de 60 kilómetros por hora, devastó a Providencia: cuatro personas murieron y más de 5000 resultaron damnificadas. Iota, a su vez, arrasó con el 98 % de la infraestructura de la isla: casas, vías, colegios, iglesias, daños en las conexiones eléctricas, de acueductos y de comunicaciones se vieron afectadas con el paso del huracán.
A raíz de ello, el Gobierno nacional se planteó hacer una restauración total de Providencia en un periodo de 100 días. De acuerdo con la información brindada por Susana Correa, gerente general para la Atención y Reconstrucción del archipiélago, a mediados de febrero del presente año, se estimaba que para el 10 de abril, se llegaría a la reconstrucción de 70 establecimientos comerciales, 102 establecimientos turísticos, y 1027 casas reconstruidas y nuevas. Sin embargo, pareciera que todo lo anterior quedó en el aire, puesto que a la fecha; siete meses después del paso del huracán, solo se han entregado dos casas nuevas.
Precisamente, dichos retrasos en la reconstrucción de Providencia, motivaron al presidente Iván Duque a visitar de nuevo a los isleños, la visita se llevó a cabo el pasado 20 de junio; en ella, el mandatario reconoció las demoras que se han presentado con respecto al objetivo inicial pactado en el «Plan 100». No obstante, aseguró que para finales de julio se va a lograr el objetivo de la reparación total de las casas afectadas por el paso del huracán y dejó, además, la siguiente dedicatoria en la pared de un jardín infantil: «To the divine Providence with my eternal love», que traduce: «A la divina Providencia con mi eterno amor».
A pesar de las promesas y dedicatorias en las paredes realizadas por el presidente, los habitantes de Providencia se sienten abandonados por el Gobierno nacional, puesto que la crisis ya se torna insostenible y ha habido muy pocos avances en la reconstrucción de la infraestructura del archipiélago, lo que genera, a su vez, que los isleños no confíen en las palabras del mandatario, pues están cansados del incumplimiento reiterado de las promesas hechas por las autoridades nacionales tras la tragedia.
Justamente, a raíz de estos reclamos e inconformidades, el pueblo raizal de Providencia convocó, el miércoles, 23 de junio, a una jornada de movilizaciones en señal de protesta por los retrasos en la atención a los habitantes de la isla quienes no han sido atendidos de manera completa, incluso meses después de que el huracán Iota golpeara el archipiélago.
Dichas protestas, aseguró Ana Gabriela Hawkins, líder de Providencia, que encabezó la convocatoria para las manifestaciones, surgen por las condiciones tan deplorables en las cuales los pobladores han tenido que habitar la isla después del huracán: «La mayoría de nosotros vivimos en carpas, no tenemos refugios, hospitales, colegios ni agua (…) Convocamos la marcha para el 23 de junio, porque es el cumpleaños de Providencia. No la estamos pasando bien acá. Hemos sido olvidados por el presidente Duque», añadió.
Las protestas llevadas a cabo en Providencia, que contaron con muestras artísticas y representaciones culturales, gastronómicas y tradiciones típicas de la zona insular de Colombia, son entonces legítimas y surgen a partir de preocupaciones razonables y necesarias para los habitantes de dicho territorio; no obstante, pareciera que esto no lo tiene del todo claro la gerente general para la Atención y Reconstrucción del Archipiélago Susana Correa, pues en una entrevista concedida a La W, afirmó que en Providencia había personas «muy impacientes».
El llamado, como siempre, es a la sensatez, al respeto y a la empatía. La situación que vive la población de Providencia es compleja, y más que dedicatorias escritas en paredes, promesas verbales o invitaciones por cadenas radiales a tener paciencia, requieren de acciones concretas por parte del Gobierno nacional que permitan brindar soluciones a esta compleja situación.