Columnista:
Laura Preciado
«Las fuerzas armadas nuestras han sido democráticas, constitucionales, eso las ha destacado en América Latina», afirma el expresidente Álvaro Uribe Vélez en una entrevista o más bien, autoentrevista para Vicky Dávila en Semana.
Después de que el expresidente Juan Manuel Santos hablara ante la Comisión de la Verdad sobre las ejecuciones extrajudiciales que se presentaron mientras él era Ministro de Defensa, Uribe salió a la defensiva. En esta charla de casi hora y media, los usuarios pudieron escuchar y ver cómo Vicky Dávila se presta para semejante teatro de preguntas y respuestas manipuladas a fin de hacerle ver y creer a las personas, el ciudadano de bien y el buen colombiano que pretende ser el expresidente.
«Los éxitos de la seguridad democrática empezaron desde el inicio del gobierno…nosotros empezamos la seguridad democrática destaponando las carreteras de Colombia y con la operación patriota en Bogotá y en Cundinamarca que liberó a los bogotanos y cundinamarqueses de toda esa pesadilla del terrorismo… Incluso los éxitos de nuestros bombardeos se pudieron dar por el entrenamiento de nuestras fuerzas armadas».
Entendemos que Álvaro Uribe no va a hablar ni hablará mal de sus dos periodos en el poder, pero ¿está bien afirmar que la seguridad democrática fue un éxito? Refresquemos la memoria. Durante su eterno mandato, Uribe se basó en varios pilares, pero el principal fue poner en curso la seguridad democrática. Una gloriosa promesa para la gente de bien, con el objetivo de recuperar tierras que habían sido tomadas por grupos ilegales al margen de la ley. Esto tomó el camino más turbio y se prestó para que la mayoría de las veces se presentaran ejecuciones extrajudiciales.
Esta gente de bien que eran los que poseían ganado, grandes fincas y negocios en las zonas rurales muchas veces fueron extorsionados por grupos guerrilleros y hoy le agradecen eternamente a este pilar de la seguridad democrática para seguir disfrutando plenamente de sus territorios y bienes, lo que no piensan mucho es ¿a costa de qué están disfrutando su vida? En efecto, no les importa nada de cómo se logró el supuesto éxito de su presidente eterno ni los millones de desplazados ni 6402 falsos positivos ni las 310 masacres que se presentaron en sus dos periodos.
También durante este mandato, el papel de la cultura paramilitar fue crucial. Estos grupos financiados por élites y que en principio contaron con apoyo del Gobierno nacional para defenderse, formaron una de las más sangrientos hitos en la historia de Colombia.
«He condenado ese hecho criminal de los falsos positivos ¡Qué me duele! Porque hoy hace 38 años las Farc mató a mi padre. Les decía a mis nueras que he tenido un día de tanto malestar en el alma recordando el asesinato de mi padre y lo que le pasó a mi familia, hermano y ese día… pero eso sí les tengo que decir esto, la política de seguridad democrática era una cosa, los falsos positivos nada tenia que ver con ella».
Parece un yo-yo de tanto centrarse en él. Estos no son casos aislados, son sistemáticos y planeados con toda la sevicia. Sería magnífico que reconociera que muchas otras personas como don Raúl Carvajal y las madres de Soacha, que solo son un ejemplo de los miles que hay, están pasando por un dolor más severo que es el de la impunidad, las amenazas, el olvido del Estado, la pobreza y la ineficiencia de las instituciones que en definitiva, no hacen su trabajo.
«Siempre se prefirió la desmovilización, aquí están las cifras: 53 663. Eso de contar cuerpos no sé de dónde sale, además por qué no lo dijo en la época. Eso que dice el señor, no sé de dónde lo saca, porque por ejemplo, yo llevaba una contabilidad diaria», dijo el expresidente Uribe. Hay que reconocer que existen otras cifras de organizaciones que le hacen seguimiento a este flagelo interno.
Por ejemplo, la Fundación Ideas para la Paz afirma que entre agosto de 2002 y enero de 2010 se desmovilizaron 35 353 miembros de las Autodefensas y en el libro Desmovilización y reintegración paramilitar. Panorama poscuerdos con las AUC, del Centro Nacional de Memoria Histórica, se calcula que fueron 31 000 los desmovilizados oficialmente reconocidos de las AUC. Entonces estas cifras nombradas por el expresidente Uribe son cuestionables.
«Ahí hay problemas de criminalidad que nada tienen que ver con los altos comandantes, nada tuvieron que ver los ministros de defensa, problemas de criminalidad que nada tuvieron que ver con la seguridad democrática que bastante le sirvió al país… Las fuerzas armadas nuestras han sido democráticas, constitucionales, eso las han destacado en América Latina». El Caso 3 de la JEP (los falsos positivos), se encontraron que más de 1500 militares están involucrados en estos asesinatos. Engañaban a los civiles, para presentar mejores resultados a cambio de permisos, premios y otros cuantos beneficios. Las fuerzas armadas son fuerzas letales que tiran a matar. Claramente, ni Uribe ni altos mandos han reconocido estos crímenes.
«Ahí hay una mentira, el gobierno nuestro tuvo una mala interpretación de muchas personas que se han referido a esa directiva. todos trabajaban cívicamente por aquel principio del estado social de derecho». Tras estas declaraciones afirma que hay una mala interpretación. ¿Nos dice bobos? En la actualidad existen más de 60 procesos abiertos en su contra, que van desde homicidio hasta compra de votos, lo acusan de ser el culpable de 6402 casos de falsos positivos, de tener nexos con paramilitares y narcotraficantes y a eso le llama «una mala interpretación». Uribe no irá ni tiene la intención de ir a dar su versión en la Comisión de la Verdad, pero sí puede libremente aceptar o coordinar una entrevista con Vicky Dávila, quien, por supuesto, no le cuestionara nada y creará cortinas de humo para seguir favoreciendo al dios de la gente de bien. Uribe, ¡ya no comemos cuento!