Los cuerpos de las mujeres no son accesibles, no son botín de guerra y no deben ser violentados en ningún contexto

Durante la jornada se presentaron situaciones aberrantes de casos de acoso y violencia sexual. Hacia las 11 p. m. «El espacio humanitario al Calor de la Olla» denunció frente a todos lo que pasaba, pero los manifestantes decidieron seguir con el evento y la programación de esta jornada se detuvo tan solo 20 minutos.

Denuncia - Género

2021-06-11

Los cuerpos de las mujeres no son accesibles, no son botín de guerra y no deben ser violentados en ningún contexto

Columnista:

Laura Preciado 

 

El 7 de junio en la jornada de «24 horas sin Esmad» que se realizaba en el Portal de la Resistencia violaron a una mujer. La intención de este evento era visibilizar de manera pedagógica y cultural la reunión de los colectivos y de las personas que se encontraban en ese espacio humanitario como apuesta de paz y sin necesidad o intervención de la fuerza pública. El espacio humanitario «Al Calor de la Olla» generó un acuerdo con la Secretaría de Gobierno para que la fuerza pública no hiciera presencia. 

Durante la jornada se presentaron situaciones aberrantes de casos de acoso y violencia sexual. Hacia las 11 p. m. «El espacio humanitario al Calor de la Olla» denunció frente a todos lo que pasaba, pero los manifestantes decidieron seguir con el evento y la programación de esta jornada se detuvo tan solo 20 minutos.

En el lugar había muchas mujeres reunidas por lo que se comenzó a gritar y a alarmar a todos lo que estaba sucediendo. Sin embargo, la única respuesta que recibieron por parte de la persona que estaba moderando el espacio fue «un llamado a la calma, a que se regulara el consumo de drogas y alcohol» sabiendo que ni la ropa ni el alcohol ni las drogas ¡Nada justifica la violencia sexual!

Algunos integrantes de la guardia y demás asistentes, que se supone son los que defienden y cuidan ante actos desastrosos como estos, respondieron de manera insultante y machista «feminazis», «se nos van a tirar al evento», las empujaron y pidieron que se apagara el micrófono. Los espacios de resistencia no son lugares seguros «Nosotras impulsamos los talleres de defensa personal y hacemos énfasis en el autocuidado como una herramienta política. Con esto se denigra la protesta y hasta puede ser que sean infiltrados», afirma una integrante de Mujeres Antifascistas Colombia. 

Frente a esta situación el espacio humanitario al Calor de la Olla afirmó en un comunicado:

 «Reconocemos que esas situaciones han sido recurrentes y que debemos tomar acciones urgentes… Rechazamos tajantemente las violencias sexuales y de acoso que se presentaron durante la jornada de ACABart las cuales fueron atendidas por parte de la brigada médica, la guardia indígena, la guardia comunitaria, el grupo de derechos humanos y algunas instituciones que acompañaron el evento»

Desde el comienzo de este paro nacional se han reconocido actitudes violentas que se han incrustado en espacios de resistencia popular como chistes, arengas sexistas, encubrimiento, complicidad, acoso, etc. Según Mujeres Antifascistas Colombia «eso es una excusa que ellos tienen. Justifican que ellos no tienen una formación feminista, no saben como prevenir las violencias basadas en género y nosotras no tenemos ninguna responsabilidad de educarlos o formarlos. Una violencia es una violencia, sea como sea». Es importante resaltar que las colectivas feministas también son sectores que hacen parte del paro nacional y piensan propuestas transformadoras como solución ante la crisis social del país. 

Hasta el momento, se reconoce que hay ausencia de un protocolo y de prevención que puedan acompañar estos casos a las mujeres y a disidencias sexuales y de género. Las personas que se manifiestan y quieren que su voz sea escuchada deben tener también el compromiso de repensar, deconstruir y romper con el pacto patriarcal.

Este no es un caso aislado; es decir, esto no es nuevo en Colombia. De acuerdo con un estudio de la Fundación Sisma Mujer  Del fin de la guerra a la erradicación de la violencia sexual contra las mujeres: un reto para la paz, de mayo de 2017, el 93 % de los casos de violencia sexual en el marco del conflicto armado fueron contra mujeres y niñas.

Daniela, manifestante en el Portal Resistencia de 23 años cuenta:

Yo estoy aquí con mis compas porque todo lo que he recibido en mi vida como mujer ha sido maltrato. Un día estábamos acá con los muchachos y de la nada nos atacaron, como siempre. Al principio me daba miedo reaccionar, pero ahora ya no… cogí fuerza, porque ¿quién carajos lo defiende a uno? ¡Nadie parce! Estaba tratando de ayudar, cuando uno de los del Esmad me gritó «perra» y como ya no me dejo de nadie, le dije «¡Qué hijueputa violador!» yo la verdad pensé que no me iba a decir nada más… cuando me responde “Pues venga la pongo en cuatro y me chupa la verga” Todo se me pasó por la cabeza y sentí un hueco en el pecho, como un vacío… no sé como explicarte. 

Cuando todo pasó y llegué a mi casa, me ataqué a llorar porque pensé si ese man tenía hijas, esposa, hermanas, si en algún momento de su vida habría violado a alguien… un montón de cosas. Es que pienso y pienso, ¿qué tal donde yo estuviera sola?, ¿me viola?, ¿me desaparece? Parce un miedo que yo nunca jamás voy a poder entender. 

Según el informe de la ONG Temblores, Bolillo, Dios y Patria, Durante los años 2017, 2018 y 2019, Medicina Legal registró 241 hechos de violencia sexual cometidos presuntamente por miembros de la fuerza pública. 139 de ellos fueron cometidos por las Fuerzas Militares y 102 por la Policía Nacional. Evidentemente, después de esto, hay miedo a denunciar, amenazas y la normalización de la violencia basada en género. 

Esto es producto de un sistema heteropatriarcal que permite el abuso sobre el cuerpo de las mujeres, la dilatación de los procesos judiciales y la complicidad entre los abusadores. En estos casos el silencio no es una opción, no importa quien sea la víctima. Los cuerpos de las mujeres no son accesibles, no son botín de guerra y no deben ser violentados en ningún contexto. 

 

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Laura Preciado
Creyente de que el amor puede cambiar el mundo. Periodista, feminista y mujer en deconstrucción.