Columnista:
Álvarez Cristian
Durante la dictadura de Getulio Vargas en Brasil a mediados del siglo pasado, casi toda la prensa estaba estrangulada por el Departamento de Prensa y Propaganda (DIP). Y digo que casi toda la prensa, porque solo una corriente periodística escapaba —con el beneplácito del mandamás Vargas— del puño de hierro del DIP: la caricatura satírica.
Ustedes se preguntarán ¿pa qué carajos estoy contándoles una anécdota de otro país en este momento de afugias y paros nacionales?
Pues bien, ayer la Fundación Gabo, conocida antes como Fundación Gabriel García Márquez para el Nuevo Periodismo Iberoamericano, publicó en su cuenta de Instagram una imagen en la que hablaba sobre los siete pecados de la desinformación.
No pasó desapercibido para muchos que en el número uno de dicho conteo estuviese la sátira o parodia.
Sobre ella la Fundación Gabo escribió: “no pretende causar daño pero posiblemente engañe”.
La publicación por parte de la Fundación resulta cuanto menos contradictoria por dos razones que procedo a exponer.
La primera es que, con esta imagen, la Fundación Gabo —que supuestamente es creada también para honrar la memoria de su fundador Gabriel García Márquez— desconoce el talante satírico que reposa en varias de sus obras.
Así lo confirma Isabel Rodríguez Vergara, literata de la Universidad Nacional de Colombia, con doctorado en Lingüística y Literatura Latinoamericana de la Universidad de Cornell, una de las mujeres que más ha estudiado a ‘Gabo’ desde 1975.
Rodríguez, en una entrevista para la Revista Credencial, dijo lo siguiente sobre la sátira en las obras de García Márquez en 2014:
«Comencé (a encontrarla) con El otoño del patriarca… Yo creía que (la sátira) no solamente estaba en El otoño del patriarca sino en Cien años de soledad y en otras obras posteriores».
La segunda razón es que, en 2018, el equipo de Actualidad Panamericana —uno de los principales medios satíricos de Colombia— dictó un taller sobre sátira periodística durante el segundo día del Festival Gabo de ese año.
«Para ello, (los miembros de Actualidad Panamericana) dieron una primera parte de teoría que diera cuenta de las técnicas básicas de este género que utiliza referencias desde Chaplin hasta el periodismo tradicional», aparece escrito en el mismo portal de la Fundación Gabo.
Nótese con especial atención que la misma Fundación le da el estatus de «género» periodístico a la sátira. Entonces, ¿por qué salir ahora a condenarla?
¿Qué respondió La oreja roja?
El director de La oreja roja, respondió esta publicación de Instagram de la Fundación Gabo de forma interna.
Dicha respuesta la transcribo acá:
«La sátira es un género periodístico. Siempre que vaya debidamente identificada, es un recurso válido y ampliamente explorado en el mundo… Les hacemos un llamado a enmendar este error. Así no pretenda hacer daño la publicación, lo hace. En 2018 ustedes programaron un ‘directo’ muy interesante llamado ‘¡Pongámonos serios! El poder de la sátira periodística’. Con el post se contradicen. Y sobre todo lastiman el ejercicio de quienes estamos haciendo sátira periodística. Muy lamentable».
No se sabe si en forma satírica o en serio, la Fundación Gabo no solo no respondió este mensaje, sino que—siguiendo una nueva tendencia «digital» que busca imitar al avestruz que se esconde en un hueco— su comunicador encargado de las redes sociales decidió dejar de seguir la cuenta de La oreja roja.
Pero bueno, miremos el lado positivo, al menos parece que retiraron la dañina publicación… ¿O será que esa imagen era un contenido satírico que no supimos entender?