Columnista:
Álvarez Cristian
En los últimos días ha surgido una discusión sobre la realización de una nueva asamblea constituyente como una de las posibles soluciones al paro nacional que actualmente afronta el país
Inmediatamente, sobre esta propuesta para modificar nuestra actual carta magna, surgió una dicotomía entre quienes defienden dicha idea (y hablan de sus ventajas), y quienes desde ya la descartan de tajo por ser peligrosamente conveniente para un sector del país.
Quienes rechazan la propuesta de realizar una nueva asamblea constituyente indican que no es necesario realizar este trámite, pues si se cumpliera la actual Constitución, redactada en 1991, se solucionarían muchos de los problemas que aquejan a Colombia.
Por ejemplo, el periodista Félix de Bedout escribió lo siguiente:
«Para los que piden una Constituyente en Colombia, recordarles que ‘hay que tener cuidado con lo que se desea, porque puede hacerse realidad’. Solo revisen quienes llevan años soñando con hacer trizas la Constitución del 91. La Constitución puede mejorar, pero sobre todo debe cumplirse».
Del tema también habló la influenciadora Catherine Juvinao, quien tuiteó:
«Colombia no necesita una constituyente. Necesita cumplir con la Constitución. No se dejen engañar ni manipular en este momento tan delicado. Materializar por fin la Carta del 91 debe ser el nuevo gran propósito nacional».
De otro lado, quienes no están de acuerdo con una nueva constituyente alertan que —salvo el intento de referendo de 2003— esta ha sido una nueva meta del uribismo para manejar a su antojo el poder judicial.
Así lo expuso el usuario de Twitter @ROMAROSA quien trinó:
«La constituyente que quiere #Matarife. Acabar con la Constitución, la institucionalidad, con la tutela y garantizar la impunidad a #Matarife. El problema de la falta de aplicación de la Constitución de 1991 es que los magistrados directa o indirectamente los nombra el ejecutivo y el cartel de la toga».
Para nadie es un secreto que los principales alfiles del partido de Gobierno han buscado azuzar los ánimos para lograr una constituyente que busque reducir el número de las Cortes y concentrar el poder jurídico en una sola.
Por ejemplo, el exministro Fernando Londoño (famoso por la frase de «hacer trizas el Acuerdo de Paz», escribió en 2001 una opinión que hasta hoy mantiene:
«Cuando alguien decida hacer algo serio por rescatar a Colombia del abismo al que ha sido arrojada, no podrá soslayar el ineludible desafío de romper en mil pedazos ese traje de arlequín que costureros tan ineptos tejieron en las deplorables jornadas del primer semestre de 1991, año sin gracia y para siempre de triste recordación».
También, cabe recordar la propuesta de la senadora Paloma Valencia del Centro Democrático, realizada el pasado mes de agosto, el mismo día que Álvaro Uribe Vélez recibió orden de detención.
«Hoy queremos proponerle al país una constituyente donde podamos reformar toda la justicia y estas ideas que le ha presentado este partido durante tantos años a Colombia se conviertan en una realidad. Una sola corte única que le permita unificación, claridad y predecebilidad al sistema, que anule el sentimiento de selectividad y de trampa que muchos colombianos denuncian», dijo Valencia.
De otro lado, quienes apoyan la reforma a la Constitución indican que si bien lo ideal es cumplir la actual, también llaman la atención sobre asuntos, que necesariamente, hay que modificar si se quiere realizar un cambio en el país.
Por ejemplo, quienes abogan por el cambio en la carta magna hacen hincapié sobre aspectos como la elección del fiscal, procurador, contralor y magistrados, que muchas veces obedecen más a factores politiqueros y de cálculos políticos que a formas de mantener un buen Gobierno.
Así lo hizo ver el activista Humberto “Beto” Coral con su tuit:
«¿En serio ustedes creen que una constitución que la han reformado 54 veces en 30 años es una buena constitución? (se debe revisar) Manera como se elige: fiscal, procurador, contralor, defensoría, magistrados CNE/. (se debe) Suprimir: comisión de acusaciones, vicepresidencia. Tantas cosas por hacer».
La situación ya está servida, y cada quien tomará su postura. Esperamos que sobre este tema se dé un consenso en el que prime el bien común y no la voluntad de unos pocos que quieren evitar perder sus privilegios o mantenerse lo más alejados posible de la mano de la justicia.