Columnista:
Lady Orozco
Colombia lleva más de una semana en un paro que parece nunca acabar. No fue solo la reforma, sino que el descontento social llegó al tope. El hambre se adueñó de las casas, porque solo en el 2020 el DANE registró una pobreza monetaria del 42,5 %, mientras que la pobreza monetaria absoluta tuvo un 15,1 % a nivel nacional. ¿Se imaginan estar un solo día en esas situaciones?, ellos llevan años, pero su voz se cansó. Ninguno de los políticos logró sacarlos de ese lugar, ninguno se preocupó por proporcionar una verdadera renta básica que subsanara las necesidades.
Esta lucha no es de ningún sector. No sean tan descarados de darse méritos aún sabiendo todas las madres que están llorando a sus hijos en un cementerio.
El paro huele a jóvenes que han salido a marchar la mayoría de días, han inventado iniciativas para ayudar, recogen alimentos, se han reunido a pintar, tejer y adornar las calles de las ciudades. Todo cambia cuando llega la noche, pues con ella comienza la zozobra de los asesinatos. El miedo no es en vano, en lo corrido del paro, la ONG Temblores ha contabilizado 39 asesinatos por abuso policial, 12 casos de violencia sexual, 548 desaparecidos y 28 víctimas de heridas oculares.
Las noches a través de redes sociales se han vuelto un escalofrío que recorre el cuerpo. Seguimos teniendo grabados los gritos de las madres que piden el retorno de sus hijos, las balas retumban en los oídos de aquellos que no podemos dormir pensando en nuestros contemporáneos y alzando la voz cuando las luces se apagan y ya no logran distinguir a su agresor, pues a eso súmele los policías que se visten de civil para luego atacar. Ya no se sabe al lado de quién se marcha.
El paro huele a la juventud que se cansó de cargar a cuestas las decisiones de unos adultos, esos mismos que nos llaman vándalos por el simple hecho de soñar y trabajar por un mejor país, uno donde se garantice una vida digna. Nos llaman vándalos por no agachar la cabeza ante el innombrable, ese que toma a filósofos para orquestar una guerra.
¿Acaso los vándalos no deberían ser aquellos que van a invertir 14 000 millones de pesos en municiones para atacar al pueblo?, ¿los vándalos no son aquellos que se robaron el dinero de Reficar?, ¿y dónde quedan los que generaron un presunto detrimento de 4,1 billones de pesos en Hidroituango?
Los políticos no se pueden seguir dando alabanzas sabiendo que todo esto sucede mientras ellos están tranquilos viendo una película en sus casas y con todos los miembros de su familia seguros. Esto no lleva bandera política porque por los poros se grita juventud de lucha. Dejen de querer sembrar elecciones en un momento donde solo nos preocupamos porque una bala de los desadaptados policías (que ya andan hasta de civiles) o del ESMAD no cruce la humanidad de nadie más.
Y usted, señor Duque, deje de querer reunirse con personas que no tienen nada que ver en estos asuntos. Su gabinete no nos representa, sus alianzas políticas están plagadas de mentiras y de muchas cosas que queremos olvidar con este Paro Nacional. Sus amenazas no nos intimidan, un país no se desabastece en 7 días y es muy extraño que ahora sí le importen los campesinos. Sus amenazas con las vacunas pronto serán sancionadas a nivel internacional, no se le olvide que ya los ojos del mundo están puestos en nosotros y su pésimo gobierno sigue siendo cuestionado, pues parece que solo le alcanzó el dinero para comprar a los medios nacionales, esos que solo son vistos por adultos de tres generaciones atrás.
Por fin comenzamos a vislumbrar una luz, se le ha caído su máscara y a su titiritero le van sonando las campanas que alertaban a Cenicienta.