Columnista:
Johnatan Cabria
El departamento de Córdoba, uno de los más pobres y olvidados del país, ha estado lejos de las pantallas de los noticieros, que, con las urgencias del paro se han concentrado en mostrar la terrible realidad por la que pasan hoy los grandes centros urbanos colombianos, convertidos en enormes campos de batalla donde la muerte está a la orden del día.
En medio de tanta conmoción en ciudades como Cali, Medellín y Bogotá uno tiende a olvidar que las reformas son rechazadas por la mayoría de los colombianos y que el descontento es tan generalizado que se han presentado movilizaciones, incluso, en las regiones más apartadas.
En Córdoba, que cuenta con un considerable número de su población en medio de la pobreza, se venían desarrollando movilizaciones en el marco del paro nacional con hasta ahora poca afluencia de personas y en general, poca trascendencia. Sin embargo, conforme la tensión en el país fue aumentando y con los abusos policiales en otros lugares se fue viralizando. Esta región que por momentos parece muda, se cansó y salió a sus calles a demostrar que tiene mucho que decir.
El 5 de mayo jóvenes universitarios y maestros realizaron una marcha pacífica que se tomó las calles de Santa Cruz de Lorica, el segundo municipio más poblado, ubicado al norte del departamento. La manifestación que tuvo lugar entre las 9 de la mañana y las 2 de la tarde impidió el paso vehicular por la vía que conecta a este municipio con Montería.
Paralelo a esa manifestación, estudiantes de distintas universidades, la mayoría de ellas privadas, marcharon pacíficamente en Montería, en una jornada que no puede tener otro calificativo que el de histórica, no por la cantidad de manifestantes, sino por el profundo significado de ver cordobeses en las calles peleando por sus derechos y solidarizándose con su país.
Marchas pacificas se realizaron además en los municipios de Cereté, Cotorra y Sahagún, tierra de los ya legendarios ‘Ñoño’ Elías y Musa Besayle.
Finalmente, este día histórico en el departamento se vio empañado cuando anónimos enmascarados atacaron la sede del periódico El Meridiano, según ellos porque este medio, al igual que muchos en nuestro país, entrega a la población una versión sesgada y deformada de la realidad de las protestas.
El común denominador de estas históricas jornadas es su espíritu predominantemente pacífico, pero a la vez rebelde.
Estas manifestaciones, lideradas en su mayoría por jóvenes, nos muestran no solo que el descontento con la reforma tributaria es general y que a Duque no lo quiere nadie, sino que también muestra que la vieja política, la de los viejos partidos, la de políticos corruptos que hacían lo que les daba la gana, está muy cerca de terminar.