Columnista:
Gustavo Adolfo Carreño
Por más que quisieran, los maestros no tienen autonomía absoluta en eso de la enseñanza del conocimiento, menos en campos tan complejos como las ciencias sociales en general y la historia en particular, la educación es un asunto fundamental como dejarlo en manos de un operador del sistema educativo, los maestros.
Las ciencias sociales cuentan con un marco normativo, la Ley 115 de 1994 o Ley General de Educación, instancias rectoras como el Ministerio de Educación Nacional, instrumentos del quehacer educativo y pedagógico por niveles y grados (Lineamientos curriculares, estándares básicos de competencias o derechos básicos de competencias), una especie de trazabilidad del qué, cómo y para qué enseñar ciencias sociales en Colombia, lo que también aplica para las demás áreas del saber, de esta manera los maestros no son una rueda suelta, por el contario, son una pieza más del engranaje educativo.
Los estándares básicos de competencias en ciencias sociales los expide el Ministerio de Educación Nacional en el año 2004, definen los avances en las competencias por niveles y grados en el transcurso de la vida escolar, con el siguiente objetivo: “contribuir a la consolidación de ciudadanos capaces de asombrarse, observar y analizar lo que acontece en su alrededor y en su propio ser; formularse preguntas, buscar explicaciones, detenerse en sus hallazgos, establecer relaciones, aventurarse a nuevas comprensiones, compartir y debatir inquietudes, sus nuevas visiones del mundo y buscar soluciones a problemas determinados…”
Si miramos con detenimiento, el taller de ciencias sociales diseñado por la profesora Sandra Caicedo a estudiantes de grado noveno de un colegio público de la ciudad de Cali, cumple a cabalidad con todos los elementos de planeación educativa, pedagógica y curricular, acorde con los estándares básicos de competencia del área de ciencias sociales: Nombre de la Institución Educativa; Nombre del maestro; Propósito del área; Lineamiento Curricular; Competencias; Estándar; Contenido; Qué, Cómo, Cuándo y Con qué hacer; Producto final; Desempeño.
Hasta allí es un taller de trabajo académico normal, los cuestionamientos surgen cuando en él aparecen preguntas problematizadoras que indagan sobre tópicos y eventos sociopolíticos concretos en la historia reciente de Colombia, específicamente el “episodio vivo” de los falsos positivos, su autoría y responsabilidades sociales, políticas y penales que de ellos se derivan y los instrumentos jurídicos (Justicia Especial para la Paz) para el esclarecimiento de la verdad, de la justicia y la reparación de las victimas dentro del marco de los acuerdos de paz de la Habana, acuerdos de Estado.
Ahora bien, una mirada de diseño y planeación curricular enfocada hacia las ciencias sociales muestra una guía de trabajo en alineación con los referentes teóricos, programáticos, pedagógicos y conceptuales contemplados en los estándares básicos de competencias, guía estructurante para la enseñanza de las ciencias sociales en la medida que reflexiona sobre los fenómenos sociales, orienta a la búsqueda del bienestar y la convivencia pacífica, bajo la premisa de estar ante ciencias complejas por ser humanas (Piaget), ciencias para el fomento de la discusión (Habermas), ciencias para la comprensión (Gadamer).
Por lo consiguiente, cuando la profesora indaga sobre actos dolorosos de la historia política reciente, no está cometiendo ningún delito, no aborda misterio alguno, no incurre en falta disciplinar, por el contrario, está en consonancia con el marco referencial conceptual, la manera de abordar los núcleos temáticos, el desarrollo de habilidades del pensamiento crítico y competencias básicas.
Para el caso de grado noveno en ciencias sociales, “acercarse al conocimiento científico social formulando preguntas acerca de hechos políticos, económicos, sociales y culturales; plantear hipótesis que las respondan provisionalmente; analizar críticamente una situación o reconocer que los fenómenos sociales pueden reconocerse desde diversos puntos de vista, visiones e intereses”, tal y como los enuncian los estándares básicos de competencias de ciencias sociales.
Como complemento, en los estándares básicos de competencias ciudadanas se enfatiza en el eje de convivencia y paz: “analizar críticamente los conflictos entre grupos, en el barrio, vereda, municipio o país; en el eje participación y responsabilidad democrática “comprender las características del Estado Social de Derecho y su importancia para garantizar los derechos ciudadanos”. Si se observa en detalle la guía, el contenido o eje temático a tratar son “las ramas de poder público”, un componente del Estado Social de Derecho, con lo cual hay coherencia pedagógica, metodológica y conceptual.
En cierta forma preguntar, indagar en nuestra historia reciente, con un enfoque crítico, divergente, en contravía de las visiones que quieren imponer los grupos de poder directamente e indirectamente involucrados en aquellos acontecimientos en cuestión tiene que resultar incómodo. ¿No es a partir del estudio, análisis, escudriñando la realidad vivida en los contextos como un estudiante se acerca y le toma el pulso a su mundo? ¿No es sumergiendo en un fenómeno de modo pedagógico científico, cuestionador como se debe desarrollar la conciencia crítica? ¿No es enseñando a pensar por su cuenta como debe invitar desde la escuela a no tragar entero, a problematizar?
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- Cuando se problematiza eventos como los “falsos positivos” se busca conocer las cosas tal y como sucedieron, con soportes documentales y científicos, sin ocultar nada a nadie, entender y conocer mejor nuestro entorno para transformarlo, con enseñanzas hacia el futuro de que actos de semejante naturaleza no pueden ser justificados, olvidados, encubiertos, repetirse o ser pasados por alto, conociendo su verdad duélale a quien le duela.
Problematizar implica enseñar a pensar a los educandos, encontrando respuestas de modo socrático, esto es, en el sujeto cuestionador, en Colombia es muy efectivo gobernar con el yugo de la ignorancia, el miedo y la manipulación, por tanto, educar fomentando la criticidad es un acto de científico, en perspectiva volteriana “una vez que los hombres han aprendido a pensar por su cuenta, no se les puede seguir tratando como bueyes”.
Los falsos positivos fueron verdaderos positivos ocurridos lastimosamente en suelo patrio, probados, documentados, contabilizados, reconocidos por entidades defensoras de derechos humanos como la ONU como crímenes de lesa humanidad, crímenes de Estado, con responsables pendientes de aclarar sus vínculos y ser sancionados, verdades que jamás podrán ser sepultadas por la ceguera y el fanatismo.
La tarea asignada, la de los falsos positivos, debe ser resuelta por toda la sociedad civil, la hago con mis estudiantes, la hice también con mis hijos, hágalo usted con los suyos, es una buena tarea en el camino hacia la paz (cátedra de la paz), si usted como miembro de la sociedad conoce esta realidad nacional (falsos positivos), háblele a sus hijos, no es ningún delito.
Así como nos enseñaron a tenerle miedo a las brujas y no a quienes las quemaban vivas, hoy se molestan porque la escuela hace bien su tarea, los casos de los falsos positivos están en aumento, tienen linderos precisos entre los años 2002 y 2008, pero lo que verdaderamente preocupa a algunos es que se sepa quién o quiénes dieron la orden.
Nunca podrá ser vista la historia como un libro cerrado o un veredicto final, siempre estará en construcción, y lo más importante, la historia la sintetizan y sistematizan los historiadores, pero la reescriben todos los días los actos ciudadanos, de ahí el feroz ataque contra la libertad de cátedra, de enseñanza, de pensamiento y la autonomía escolar.