¿Qué pasa en Medellín?

No se está “dividiendo” la ciudad; ya estaba dividida. No están “creando lucha de clases”. En la segunda ciudad más desigual de Colombia, la “economía fraterna” mantuvo la brecha de inequidad estancada durante tres años. La realidad requiere cierta precisión.

Opina - Política

2021-04-21

¿Qué pasa en Medellín?

Columnista:

Daniel M. Meléndez Márquez

 

En medio de una pugna política nunca antes vista en Medellín, facciones y matices de diferentes partidos y movimientos respaldan y atacan la gestión del alcalde Daniel Quintero, por dos razones: 1) la redistribución de recursos orientada a las comunas nororientales y noroccidentales de la ciudad, sectores usualmente abandonados por administraciones anteriores, y 2) la ruptura con cierto círculo que desde 2004 «metía mano» al erario.

Pero no es «contra Uribe», ni contra «el GEA» y sus 125 empresas, ni contra «el empresariado antioqueño»; actualmente hay más de 106 mil empresas con Registro Público Mercantil sólo en Medellín, la mayoría de ellas micro, pequeñas y medianas empresas (MiPyMEs), que son las grandes generadoras de empleo. Entonces, ¿contra quiénes?

El conflicto político en Medellín incluye a representantes de los grupos de interés que, durante 16 años, llegaron del sector privado a la administración pública, llevados de la mano de Sergio Fajardo.

Personas como Juan Felipe Gaviria y Federico Restrepo Posada, que beneficiaron empresas que ellos mismos habían gerenciado, ya fuera para salvarlas de la quiebra o para fortalecerlas mediante la acumulación de capital dinero a costa del Estado. Hoy, la disputa se centra en el manejo de Empresas Públicas de Medellín (EPM).

De «joya de la corona» a «manzana de la discordia»

Previo a su posesión, Daniel Quintero Calle se habría reunido con tres representantes de lo que se entiende como GEA: David Bojanini (Sura/Protección), Jorge Mario Velásquez (Argos/Nutressa) y Carlos Ignacio Gallego (Sura/ANDI/Nutressa) en la que se abordó el tema del Gerente de EPM. Al parecer, el alcalde Quintero desestimó los nombres propuestos.

Al día siguiente, Quintero nombró “su” gerente de EPM, convirtiéndose en el primer alcalde que desestimaba el pedido de estos tres representantes del “alto empresariado” de la ciudad. Y, con ello, comenzaron las tensiones.

Por su parte, el compadrazgo con empresas como Conconcreto, al parecer intocables por ser «aliados estratégicos» de EPM, exasperaron a la opinión pública. Además de Hidroituango, Conconcreto también está involucrada en los sobrecostos de la Hidroeléctrica Bonyic.

Sus infracciones, cada vez más evidentes, llevaban años «pasando de agache» ante el silencio cómplice de las administraciones de turno. Por si fuera poco, las pérdidas y sobrecostos en EPM debido a los pésimos negocios en el extranjero lo terminaban pagando la ciudadanía. Y la ciudadanía dijo «¡no más!».

En la mesa y en el juego se distingue al caballero

En el juego del ajedrez electoral de 2019, unos ganaron y otros perdieron. Algunos de quienes perdieron, decidieron rodear al ganador y hacer ciudad; otros, que aún no aceptan el resultado, se empeñan en torpedear la gestión del alcalde.

Acostumbrados a cogobernar y ser consultados, quienes representan esas élites empresariales están por fuera y les irrita dos cosas: 1) sentirse excluidos, «ninguneados» –pero nadie les sacó; ellos solitos se salieron– y 2) el estilo irreverente de quien algunos representantes de la élite política llaman «advenedizo».

Esos grupos de interés que acumulaban grandes masas de capital dinero valiéndose de los gajes del Estado, no han crecido por libre competencia. Contratando con el Estado por décadas, no tenían necesidad.

Ahora tienen esa necesidad. Y no les gusta.

Eso es lo que pasa.

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Daniel Mauricio Meléndez Márquez
Psicólogo egresado de la U de A. Asesor político temático. Interés en psicología política. Maestrante de Educación en el Tecnológico de Antioquia. Trabajo con poblaciones vulnerables y gestión cultural.