República antidemocrática del Ubérrimo

Columnista:

Ían Schnaida

Cada día nos levantamos con una nueva sorpresa e indignación. Cada día este Gobierno de pusilánimes (donde incluyo a los congresistas y funcionarios que funcionan como apéndices del expresidente) nos demuestra que uribismo es igual a totalitarismo, represión, cinismo e inconstitucionalidad.

Empecemos por recordar que fueron los mismos uribistas los que levantaron polvo en el Gobierno Santos, asegurando que no habría elecciones porque le pasarían el poder a la guerrilla. No obstante, como es costumbre, estaban hablando de otros, pero refiriéndose a sí mismos. Lo mismo pasa cuando hablan de corrupción, narcotráfico o ilegalidad. Todo lo que dicen, debería ser utilizado en su contra.

En medio de una Colombia desangrada, hambrienta y exasperada los rancios congresistas que hoy “nos representan” no quieren dejar el poder que ha buscado legitimar los crímenes y las violaciones de derechos humanos. Quieren que Uribe siga mandando, desean que todo lo malo que representa Uribe siga esparciéndose por el poder público, como un cáncer malo que hace metástasis, pero sin quimioterapia a la vista.

Están tan asustados de perder las próximas elecciones que están buscando, sea como sea, extender su fatídica y sangrienta representación del pueblo. La bomba de tiempo del estallido social está a la vuelta de la esquina, pero por fortuna el Gobierno ya está comprando 24 aviones más de guerra (en 14 billones de pesos) para enfrentar a los insolentes que no están dispuestos a morir en silencio.

Durante la pandemia el Gobierno uribista se ha dedicado a armar y dotar al mortífero ESMAD, antes que brindar garantías o empleo a la ciudadanía. ¿Y en serio hay quiénes se preguntan por qué? Todo lo que está ocurriendo, dizque a espaldas del presidente, parece cada vez más planeado.

A Uribe Vélez y sus mindundis no les sirve nada diferente al control total de las instituciones y sus funcionarios. Ya no les es útil la República de Colombia, ellos van por la República antidemocrática del Ubérrimo, que podría tener por bandera una motosierra y, como no, unas botas pantaneras al revés.

El golpe de Estado está servido desde hace mucho tiempo. Pseudoperiodistas como Vicky, Julio, Luis Carlos y toda la ralea arrodillada al poder parapolítico hacen a diario todo tipo de esfuerzos para que los colombianos no despierten del letargo auspiciado por ellos mismos. Según ellos, no vivimos en medio del conflicto armado interno, sino en una sublevación de la izquierda criminal.

No es gratuito que los banqueros que patrocinan al uribismo sean los mismos que se han adueñado de la mayor parte de la prensa nacional. Ellos saben que este tipo de gobernazuelos les van a bajar impuestos para que sea el pueblo el que tape los agujeros fiscales que dejan en cada proyecto que tocan.

La oligarquía está tranquila con el golpe de Estado en ciernes. Se viene una tercera reforma tributaria en menos de tres años para que seamos los pobres quienes paguemos los impuestos que ellos se están ahorrando. Todo está saliendo de acuerdo a los planes mientras la ciudadanía protesta mediante trinos y arengas virtuales que provocan carcajadas en las caballerizas del Ubérrimo donde el matarife recibe a los medios para que estos no registren los lujos y la ostentosidad con la que viven esos huesitos y esas carnitas.

Como dijeron los filósofos modernos: “Si le das más poder al poder, más duro te van a venir a coger”.