Columnista:
Elkin Giraldo Castellanos
Por estos días se habla en Colombia del pacto histórico, una propuesta que busca disputar el poder en el 2022, a la mafia que nos ha gobernado durante décadas. Desde distintas fuerzas, sectores, comunidades, grupos estudiantiles, gremios, ciudadanos del común. Se pide la unión de la sociedad y de los candidatos que dicen representar una alternativa, en medio de tanta politiquería.
Es necesario pactar un acuerdo que permita sacar a Colombia de esta espiral de violencia que arrebata toda clase de esperanza. Se hace necesario pactar un acuerdo que esté a la altura de la circunstancias. Pues hasta ahora no se ha inventado nada parecido a una democracia, a un diálogo, a la política para convivir. Se terminaron los tiempos de la guerra, las armas, llegó el momento de elegir a través del voto.
Son varias organizaciones políticas de distintas tendencias (Polo, UP, MAIS, algunos liberales, exintegrantes de la U, integrantes del Partido Verde, Colombia Humana) quienes han aceptado el llamado para ir a una consulta, que permita elegir el candidato que mejor represente el sentir de esta Colombia adolorida, que aún respira, porque conserva en lo más profundo una alegría que alivia el tránsito en este, uno de los países más violentos del mundo.
Se hace necesario un pacto histórico por la memoria de los hasta ahora conocidos 6402 inocentes, que entre falsas promesas por un futuro mejor perdieron la vida a manos del Ejército de Colombia; un pacto histórico tiene que reivindicar la memoria de las víctimas de este crimen de Estado. El pacto histórico representa el respeto a la vida.
Es necesario un pacto histórico por la vida, por la educación, por la salud, que contemple a los excluidos de siempre; un pacto histórico sin vetos, democrático, con pluralismo. Que sean las mayorías quienes decidamos.
Un pacto histórico implica dejar los egos a un lado y anteponer lo primordial: la defensa de los derechos humanos, la justicia social. Un pacto histórico es lo que necesita Colombia para salir de esta decadencia.
Algo hay que dejar claro, el pacto histórico, no es solo entre quienes se disputan la presidencia del país, es entre todos los que lo habitamos. Pues de nada vale que haya una unión entre los partidos alternativos, mientras nosotros nos sigamos matando. Deconstruirnos sigue siendo una tarea importante.
Colombia se prepara para una de las elecciones que marcarán el destino de esta década en la región. Latinoamérica se encamina a recuperar la fuerza progresista que tuvo 20 años atrás. Los lazos entre los gobiernos alternativos se afianzan. Así lo demostró el encuentro entre Alberto Fernández, presidente de Argentina y Manuel López Obrador, presidente de México, que proponen un nuevo eje progresista en América Latina. Colombia debe entrar, ser parte.
No hay vuelta atrás, no se puede, si se quiere dejar la violencia de lado, continuar dando apoyo a gobiernos que lo único que han hecho es destruimos, acabarnos.
¿Es el pacto histórico una oportunidad? Si, lo es. La tenemos en nuestras manos, trasladémosla a la conciencia, memoria, reconciliación. El pacto histórico es con cada uno de nosotros.