Columnista:
Julián Escobar Ávila
El pasado 13 de enero, alias el ‘Paisa’ e Iván Márquez aparecieron nuevamente en la escena política fuertemente armados emitiendo juicios de valor sobre la actual situación en Colombia. De toda la doxa producida desde sus discursos como insurgentes, hubo un tema especial que puso en tela de juicio el rol mediático de las disidencias de las FARC a favor del discurso guerrerista del uribismo.
Iván Márquez señaló dos aspectos, que inevitablemente aceitaron la maquinaria politiquera de la ultraderecha reaccionaria del país. Márquez, quien también aparecía armado en el video, infería que ya era necesaria una gran coalición de movimientos sociales para derrocar al uribismo de una vez por todas. De igual forma, señaló que la Nueva Marquetalia (disidencias de las FARC) respaldaría al senador Roy Barreras en su proyecto de destitución del cargo de subpresidente a Iván Duque.
Sin embargo, todos sabemos que el Gobierno de Iván Duque no ha hecho más que improvisar con sus decretos en materia de seguridad y crecimiento económico. También hemos visto cómo el erario público se ha vuelto la caja menor de los banqueros del país, especialmente de Sarmiento Angulo, quien dispone de nuestro dinero como si fuese su billetera. Y qué decir del mal manejo que le está dando a la pandemia. Casi todos los días rompemos récords de contagios y de muertes por COVID-19. Todo esto lo sabemos y la ciudadanía ya está cansada. Pero esto no implica que ustedes integrantes de la Nueva Marquetalia, aprovechen esta coyuntura política para autoproclamasen representantes de este malestar social que tanto nos aqueja a los colombianos y menos cuando aparecen grotescamente reproduciendo discursos políticos con el fusil al cinto.
Nosotros, la ciudadanía independiente, ya estamos cansados de este mal gobierno, de esta tiranía neoliberal y de la persecución política que le hicieron a movimientos ciudadanos como fue el de la Colombia Humana y su muerte política; también estamos cansados de esa inútil guerra de desgaste que ustedes quisieron prolongar, sabiendo como todos en el país, que el exfiscal Martínez fue el desalmado quien se ideó la trampa al acuerdo de paz cuyo mayor resultado fue el retorno a la guerra y la pérdida de las curules para desarrollar el antagonismo político, no desde las armas, sino desde las palabras.
Lo que ha generado este video, en este momento crítico del país, no es más que el fortalecimiento de la imagen ficcional que el uribismo ha construido de la izquierda del país. Es, precisamente, ese tipo de acciones las que fortalecen la retórica fascista del uribismo y la satanización de la oposición. No es más que observar el trino del fascista consejero de seguridad Rafael Guarín, quien infirió que todas incidencias de las FARC tendrán el mismo final que Pablo Escobar; o los mentirosos trinos de José Félix Lafaurie, quien se atrevió a señalar que las disidencias de las FARC son el brazo armado del senador Roy Barreras, quien ya manifestó su repudio al «aparente» respaldo de Iván Márquez al proyecto de destitución de Iván Duque.
Lo que los colombianos debemos entender con este tipo de acciones, por parte de esas insurgencias, es la lógica politiquera en la que nos ha sumergido el conflicto armado en Colombia. Por un lado, el uribismo no puede hacer política sin un enemigo, las FARC; pero al parecer, sus comandantes tampoco pueden hacer política sin un enemigo declarado en armas, el uribismo.
Nosotros, los ciudadanos, sobre todo quienes nos identificamos con la izquierda y los liberales, no deberíamos quedarnos callados frente a una situación que pone el dedo sobre la llaga respecto a las elecciones del 2022. ¿Por qué? Precisamente porque la gran mayoría de la ciudadanía ya no se identifica ni con el uribismo y mucho menos con grupos al margen de la ley que posan de representantes de las mayorías colombianas. Tanto Iván Márquez como Álvaro Uribe Vélez son los mismos: necesitan de la guerra para materializar sus ideas políticas, así como hacen uso de sus políticas para materializar la guerra, posan de líderes populares, pero sus acciones son antiéticas.
De todos modos, cabe finalizar con el trino del senador Gustavo Bolívar de la ya extinta Colombia Humana, quien resumió en estas palabras el imperativo categórico de los movimientos radicalizados como las disidencias de las FARC y grupos paramilitares asociados a la derecha del país: «flaco favor le hacen las disidencias de las Farc a los demócratas que estamos luchando contra este régimen corrupto. Si quieren ayudar, dejen las armas, entreguénse y aclaren sus procesos. Nuestra lucha es la lucha en las urnas señores. La lucha armada no es viable…». Sí, sí es posible dejar la guerra como un medio de hacer política, lo penoso de todo esto, es que mientras el Gobierno nos miente frente al proceso de vacunación que debemos tener ya los colombianos, el video de Iván Márquez y su cúpula militar funciona como la mejor cortina de humo jamás proyectada.