Columnista:
Luis Velasco
Un inmenso reto será la vacunación contra la COVID-19 en un país con altos índices de pobreza e inequidad, realidades regionales altamente dispares y un Gobierno que ha brillado por su negligencia y poco interés en la salud pública. Con bombos y platillos el Gobierno de Iván Duque anuncia sus tardías compras de vacunas como un gran logro en espera de una lluvia de aplausos y ojalá, unos cuantos punticos que saquen del desierto de la desfavorabilidad al ineficiente mandatario.
El panorama parece ser muy diferente a las expectativas alegres del Gobierno actual. Según lo informado por el actual ministro de Salud Fernando Ruiz “El Gobierno Nacional firmó el 16 de diciembre el contrato con AstraZeneca por 10 millones de dosis y el 17 de diciembre con Pfizer por la misma cantidad. Además, desde el 30 de octubre se suscribió el acuerdo multilateral con el mecanismo COVAX por 20 millones de dosis, para un total de 40 millones que llegarán a Colombia en el transcurso del próximo año (…) la vacunación masiva la estaremos iniciando en febrero (…)”
La anterior información, emitida por el Ministerio de Salud, deja entrever la inadecuada y tardía escogencia de los biológicos que parecen estar más impulsados por razones ideológicas y de conveniencia de mercado, pero no va en pro de la costo-efectividad vital para tomar este tipo de decisiones.
Las vacunas que se priorizan en la compra, por parte del Gobierno, son las vacunas de AstraZeneca y la de Pfizer: las menos adecuadas para emprender este esfuerzo de vacunación masiva. La vacuna de AstraZeneca es la que menor efectividad ha mostrado, comparativamente, con los líderes actuales en esta carrera por la vacuna contra la COVID-19, un 70,4 % de efectividad; en promedio entre 62 y 90 %. Aunque ofrece la ventaja de un fácil almacenamiento con temperaturas de frío, similares a las de un refrigerador casero y se requieren dos dosis para completar el ciclo, como las demás que puntean en la carrera.
La vacuna de Pfizer-BioNTech, también requiere de dos dosis y tiene una efectividad reportada en resultados preliminares de fase III, de alrededor del 95 %, pero es la opción más inconveniente debido a su extremada y baja temperatura de conservación, requiriendo temperaturas polares de -70 °C, por lo cual, se requiere de supercongeladores que no se encuentran disponibles en la vasta geografía nacional. Esto supone un esfuerzo logístico e inversión económica de gran envergadura, por lo que se deben adecuar espacios de conservación y mantener la temperatura correcta en su transporte; evidentemente, va en detrimento de regiones apartadas, con pobre infraestructura y alta corrupción en el manejo de recursos públicos como Chocó, La Guajira, regiones de la Orinoquía, entre otras.
La impericia frente al manejo de este tipo de vacunas implica un mayúsculo esfuerzo para capacitar en su manejo a los profesionales de la salud. Imaginen cómo será la manipulación de estas, en un centro de vacunación y con una población rural de cualquier parte de la geografía de nuestro tropical país: con altas temperaturas ambientales, pobre nivel técnico para el tratamiento de esta tecnología por parte de auxiliares de enfermería y promotores de salud, quienes, habitualmente, ejecutan los programas de vacunación y, por otro lado, está la dificultad para el transporte de los biológicos por trochas y caminos sin pavimentar de largos trayectos; característica del mallado vial de esta nación. Es altamente probable que, por este universo de situaciones, muchas de las dosis serán ineficaces por daño de la vacuna, impericia y pérdida de la conservación de los productos.
Las restantes vacunas provendrían de lo recogido en la estrategia COVAX, un esfuerzo conjunto internacional, a fin de garantizar el equitativo acceso a la vacuna, dando prioridad a los países con baja o nula capacidad de compra. Parecerá funcionar como una escalera en la que Colombia no estará en el primer escalón y se proyecta cumplir con su objetivo para finales del 2021, lo que retrasará su efectiva implementación y representa el 50 % de lo comprado por el Gobierno hasta la fecha. Lo anterior, pone en duda el inicio de este proceso de forma eficaz, en febrero de 2021.
Según lo revelado hasta el momento, las mejores opciones en el mercado actual para Colombia serían la vacuna de ModeRNA que muestra alta efectividad (superior al 90 %) y que requiere temperaturas de conservación más fáciles de implementar de aprox. -20 °C y la vacuna de Gamaleya que muestra efectividad según lo reportado del 92 % con temperatura de conservación similar a la de un refrigerador casero, lo que es más cercano a la realidad actual de la vacunación en Colombia.
Ni la vacuna de ModeRNA ni la de Gamaleya aparecen en la lista de compras, esta última vacuna ha sido descartada por un sesgo político antiruso, heredado del pensamiento anticomunista posguerra fría, ideología anacrónica que tiene sus más enquistados exponentes en el partido de Gobierno actual, como la senadora Cabal que ha vociferado en múltiples ocasiones que prefiere la muerte a esa vacuna “comunista”, ya que un personaje como ella cree en la perpetuidad de la URSS en este siglo XXI. De las demás vacunas en desarrollo en el mundo, es prematuro hablar, porque aún no se tienen evidencias concluyentes y al parecer no han sido consideradas precompras por parte del Gobierno a otros laboratorios desarrolladores.
En cifras redondas, lo adquirido por el Gobierno, equivalente a cuarenta millones de dosis, representa—de ser 100 % efectivo el uso de los biológicos— la aplicación de vacunas en 2021 para veinte millones de colombianos (se requieren dos dosis por habitante), lo cual, cobijaría a un aproximado del 40 % de la actual población nacional. Lo anterior, es insuficiente en un país de casi 50 millones de habitantes.
No se tiene claro cuánto tiempo transcurrirá para llegar a cobijar a la totalidad del censo, lo cual se verá reflejado en más enfermos y muertes en 2021 y en los años subsiguientes —en un sistema de salud que ha mostrado con creces su ineficacia e inequidad durante el 2020— se desnudan todas sus falencias derivadas de la oprobiosa Ley 100 y de un Gobierno con vocación mercantil en detrimento de la salud colectiva. También preocupa la posible utilización de la vacunación como extorsión electoral en 2022 por parte del Gobierno de turno y de partidos buitres aliados. ¿Será esta la nueva modalidad de compra de votos? Tú me das el voto y yo te vacuno… Incierto panorama.
Por ahora, es vital el control político para tratar de encarrilar a este Gobierno de cara a la estrategia de vacunación; seguir con el cumplimiento estricto por parte de los ciudadanos de las medidas preventivas como el lavado de manos; el distanciamiento social; el uso de tapabocas permanente, entre otras medidas. No es momento de bajar la guardia ante el espejismo de una vacuna, que parece, será inaccesible para la vasta mayoría de colombianos por la estrategia que en la actualidad adopta el Gobierno Duque.
¡“Feliz” Año COVID 2021!
Fuentes:
https://www.minsalud.gov.co/Paginas/Colombia-adquirio-40-millones-de-dosis-de-vacunas-contra-el-covid-19.aspx
https://www.bbc.com/mundo/noticias-55027519
https://www.who.int/es/initiatives/act-accelerator/covax