Columnista:
Juan Andrés Gallego López
“La manipulación mediática hace más daño que la bomba nuclear, porque destruye los cerebros”
–Noam Chomsky
Para 1830 se daba uno de los avances más importantes en la efusión a distancia y su sistema, en donde según Joskowicz (2015), «Joseph Henry diseña un sistema “práctico” para enviar señales eléctricas y detectarlas en extremos distantes. Es el predecesor del telégrafo» (p. 3). Ahora, en nuestra actualidad, el sistema de telecomunicaciones se define como el grupo de componentes integrados entre sí, con el fin de cumplir un fin; la comunicación a distancia. El sistema cuenta con un proceso que empieza en el emisor, que propone y elabora la información, pasa por un medio de comunicación (entiéndase como redes sociales, cadenas de televisión o radio y medios periodísticos), donde finalmente, llega a un receptor, el cual, gracias a la referencia que le llega, empieza el procesamiento de la información, saca conclusiones y las aplica sobre la realidad.
En el presente escrito se busca demostrar cómo en pleno siglo XXI, el emisor y el medio de comunicación influyen e impactan de manera positiva o negativa sobre la sensación de la existencia del receptor, en el que los jóvenes en proceso de formación, especialmente a nivel regional, cumplen este papel, pues son los principales actores en este fenómeno, evidenciando así a una investigación enfocada, tanto en lo teórico como en lo experimental, en la cual se demostrará a la población estudiantil de Medellín, que las telecomunicaciones representan un factor muy importante en la percepción de la realidad.
A medida que avanza el tiempo en este nuevo milenio, progresan las Tecnologías de la Información y la Comunicación (TIC); tecnologías que nos permiten adentrarnos a escribir los nuevos rumbos de la historia, en lo que hoy se conoce como la era de la informática. Pero, por muy prometedor que suene este avance, hemos estado pagando precios muy altos por los progresos de estas tecnologías, en las que las telecomunicaciones como actor principal, son el mayor aliado de los profetas de la mentira emotiva. Y así, de un momento a otro, hemos vendido nuestra democracia, privacidad y estabilidad, a la manipulación contemporánea de la información. Entonces, surge la pregunta que nos acompañará en este recorrido: ¿cómo las telecomunicaciones influyen en los aspectos cotidianos de los jóvenes y en el comportamiento de estos?, haciendo énfasis en tres aspectos: la psicología, la privacidad y la política.
Las telecomunicaciones y las variantes, como lo son las redes sociales, han transformado la forma de vivir de la humanidad desde hace varios años. Se crean con la promesa de ofrecer una mejor comunicación y facilitar las relaciones interpersonales a distancia. Por muy prometedor que suene, esta variante de las telecomunicaciones se ha convertido en un foco principal para un impacto negativo en los jóvenes, pues un estudio elaborado por Eafit y Tigo-Une, en instituciones educativas del país, pero enfocados en Medellín, nos demuestra lo siguiente:
“El 84% de los niños y jóvenes colombianos de entre 9 y 16 años ya tiene perfiles en las principales redes sociales, a pesar de que estos sitios solo permiten su apertura a partir de los 13 años”.
A raíz de esto y teniendo en cuenta el mismo estudio, se generan una serie de conflictos en donde la mencionada población refiere sentir el impacto psicológico, debido a las problemáticas mencionadas por Monterrosa (2018), como las siguientes:
“El 20% de los menores de edad encuestados ha dejado de dormir o comer alguna vez por estar navegando en internet, en donde el 12% de los niños y adolescentes ha sido víctima de ciberacoso (35% lo ha sido de bullying) y el 20% de los encuestados dijo que ha recibido mensajes con contenido sexual” (…). “55% de los jóvenes de 15 o 16 años ha conocido a extraños en la red. El 34% ha llegado a conocerlos personalmente. A mayor edad del niño, mayor probabilidad de que conozca un adulto mientras navega y de que envíe imágenes en las que se expone”.
Medellín, en la medida que avanza esta era de la informática, se comienza a postular como una ciudad promotora de la evolución constante de la tecnología, pues no sobra decir que las últimas administraciones se han enfocado en que la ciudad sea la cuna de la cuarta revolución industrial. Pero los hogares antioqueños no están asegurando un espacio libre de estas problemáticas, pues un estudio que hace la personería de Medellín demuestra un delicado panorama en cuanto a violencia intrafamiliar, en donde Guillermo Durán, el personero, afirmó:
“La violencia en los hogares se da por estas nuevas tecnologías que permiten descubrir informaciones que se relacionan con infidelidad. Eso enfada tanto al que reclama como a quien le invaden la privacidad”.
En acuerdo con el personero y al unirme a las demás opiniones expertas, como la de la especialista en derecho de familia, Nora Lucía Ortiz, se concluye que el mal uso de estas herramientas tecnológicas afecta las relaciones de pareja, el ámbito familiar, la privacidad y las relaciones con nuestro entorno.
Aparte de que las problemáticas mencionadas se debieran a un mal uso de las redes sociales, hay que recalcar que otra consecuencia es que nuestra privacidad se volvió cada vez más pública y peligra más en manos de otras personas, por la manipulación de los datos personales de parte de externos, y en el que el territorio nacional sirve de gran ejemplo.
En Colombia, la Ley 1582 de 2012 dicta disposiciones generales para la protección de datos personales. Esta, trata de la medición vigente para el amparo del derecho fundamental que tienen todas las personas del territorio nacional y sus bases de datos personales; junto a la transferencia y la actualización. Sin embargo, incluso existiendo la ley, nuestro país no se salva de un «Estado de vigilancia», debido a casos como «las ‘chuzadas’ del DAS» durante el Gobierno de Álvaro Uribe hasta la actualidad y las intervenciones a teléfonos y los seguimientos ilegales. Las telecomunicaciones y su influencia en el campo de las redes, fueron utilizadas por los promotores de las chuzadas para perseguir y recolectar datos y después ser método de manipulación hacia periodistas, políticos, profesores, estudiantes y figuras públicas.
La revista Semana reveló que al interior del Ejército Nacional había un grupo especial para la interceptación de datos, mensajes de WhatsApp y de más redes sociales. Medellín, por su parte, tampoco se salva de este fenómeno debido a de la manipulación de las telecomunicaciones. Entre 1997 y 2001 en Medellín, el blanco principal fueron las ONG, según confirmó la Fiscalía, las intercepciones ilegales se llevaron a cabo con falsas órdenes. El caso más relevante fue la desaparición forzosa de Ángel Quintero y Claudia Monsalve, caso en el que se constató que los móviles de su organización (Asociación de Familiares de Detenidos Desparecidos, Asffades), fueron chuzados y, según Semana, por este preocupante suceso, fueron indagados y exculpados varios oficiales de la Policía, entre ellos el coronel Mauricio Santoyo, mismo que terminó siendo después jefe de seguridad del presidente Álvaro Uribe.
Entonces, después de estos sucesos, se podría decir que nosotros nos estaríamos adentrando en un Estado de vigilancia; una de las peores enfermedades que tiene una democracia.
Al poner en mesa de conversación el concepto «democracia», nos da puntapié para evidenciar cómo las telecomunicaciones afectan las actitudes políticas de la población; en especial la de los jóvenes; entendiéndose la política como la toma de decisiones de cada persona, además del ámbito gubernamental y electoral.
El COVID-19 ha traído consigo un gran impacto económico, superando crisis financieras como la que dejó la Segunda Guerra Mundial, y si bien esta pandemia ocurre en una era en donde existen más redes y canales de comunicación al mismo tiempo, aparece en la época de las noticias falsas, las cuales, no solo desinforman, sino que generan pánico.
En un artículo revelado por Unicef, se les preguntó a un grupo de personas, en su mayoría jóvenes universitarios ¿qué pensaban referente al virus? Surgían respuestas interesantes, como la de una estudiante de Ciencias Políticas que afirmaba que era preocupante ver cómo los medios de comunicación y otras personas que no están bien informadas están creando pánico en la población, generando así que la gente compre de manera desmedida, desabasteciendo algunos productos y dejando perjudicados a las personas que en estos momentos no tienen ingresos directos.
Lo relacionado con la respuesta de la joven, se conoce como la sintomatología del FOMO (fear of missing out o temor a perderse algo). Además, la razón entra aquí en peligro, porque a raíz de lo plasmado, queda la siguiente incógnita y es ¿cómo nos manipulan las redes sociales y los medios de comunicación?, ya que tienen un papel en la manipulación de eventos políticos, como en la época electoral, porque, este último, se ha convertido en un espacio que abre la posibilidad de que las personas puedan realizar conversaciones y debates sobre puntos de vista ideológicos, sociales y personales. Pero al ser temas de tanta polémica, se comienza a evidenciar un tipo de lenguaje que genera intransigencia y acritud en la conversación.
Según la Misión de Observación Electoral (MOE), al hacer un monitoreo de las redes sociales y las noticias falsas en la época electoral del 2018, Fabián Cadena, et al. (2018), concluye:
“Del total de conversaciones rastreadas (44.871.873) se registraron 4.311.347 menciones con contenido intolerante y agresivo, lo cual corresponde al 10% de la conversación total electoral”.
Las falsas noticias divulgan diferente información. Ejemplo de ello, es la relacionada con Gustavo Petro y su partido Colombia Humana, en el que se afirmaba en 2018, que este se había puesto de acuerdo con las FARC, para que el grupo, por medio de panfletos amenazara a la población con el fin de votar por el candidato. Las primeras menciones vinieron desde una cuenta de dos mil seguidores a manera de denuncia, mientras que la segunda, fue divulgada como noticia, por el portal El Nodo de once mil seguidores. Por otro lado, con respecto al que para esa época era el candidato Iván Duque, se promovió una noticia en la que se afirmaba sobre un supuesto primo, Edgar Arciniegas Duque, que disponía un fraude en la Registraduría. La noticia tuvo su inicio en grupos de la red social Facebook en el que la primera mención fue por un usuario que cuenta con cerca de mil cien amigos y doscientos diecinueve seguidores. Después de cinco días, la noticia llegó a trece mil menciones en redes sociales.
En conclusión, es pertinente aclarar que el avance acelerado y exagerado de las TIC representa una fuerte influencia en la población, especialmente en las últimas generaciones; desequilibrando su estado psicológico, poniendo en peligro su privacidad y su raciocinio político. Por consiguiente, es preciso advertir que si no se opta por actitudes autocríticas, regulatorias y filosóficas en las generaciones ya existentes y en las próximas a venir, nos volveremos seres poco autónomos y de limitado cuestionamiento a nuestra realidad, dejando así lo que muchas veces nos hizo avanzar como especie; la crítica.