Columnista:
Ana María Ramírez Gómez
El Chocó en los últimos meses ha padecido de desbordamientos, incendios y asesinatos de jóvenes, a pesar de todo esto, no se ha creado una estrategia desde el Gobierno nacional para ayudar a uno de los departamentos que tiene la mayor riqueza natural y cultural de Colombia.
En el último mes las noticias han mostrado al Chocó con el agua hasta el cuello, donde sus habitantes en el municipio de Lloró lo han perdido todo debido al desbordamiento de los ríos Atrato y Andagueda que destruyó uno de los puentes principales para entrar al municipio y dejó el corregimiento de Boraudo completamente inundado.
A lo anterior, se suma el incendio en Riosucio, en el que a pesar de estar rodeado por el río, no cuentan con estación de bomberos, lo que produjo que las llamas destruyeran más de 70 casas en frente de los ojos de sus propietarios, quienes quedaron sin nada.
Los desastres naturales no son los únicos a los que se enfrenta el departamento, esta semana, Harlin Rivas, de 20 años, se suma a la cifra de más de 90 jóvenes chocoanos asesinados en lo que va del 2020. Él había participado del programa Proyecto de Vida organizado por Manos Visibles, según el comunicado de la organización la “comunidad perdió un joven con el potencial de ser un gran profesional y un líder del cambio para el Chocó”.
Un departamento que sufre el flagelo del conflicto interno entre grupos ilegales y que pierde a sus jóvenes por las manos de los violentos o porque al no encontrar las suficientes oportunidades son seducidos por el narcotráfico u otros grupos ilegales.
Según el último censo del Dane (que eliminó a 1,3 millones de afrocolombianos) el Chocó cuenta con 457 412 habitantes entre los que se encuentra población afro e indígena, el departamento está ubicado en una zona estratégica para los grupos de narcotráfico, siendo el único del país que cuenta con costas en los océanos Pacífico y Atlántico y es limítrofe con Panamá.
El Chocó es un paraíso que vive desde hace muchas décadas la pandemia del olvido estatal, donde el dinero se pierde en las manos de los corruptos o no llega debido al racismo institucional, no podemos olvidar al exdiputado Rodrigo Mesa que en plena asamblea de Antioquia dijo: «la plata que uno le mete al Chocó es como meterle perfume a un bollo», ese fue su argumento cuando se estaba debatiendo en el 2012 las inversiones para el departamento.
Los hechos narrados aquí no son ni la mitad de los problemas que vive el Chocó, pero son suficientes para sentir profunda tristeza por sus habitantes, quienes tuvieron el privilegio de nacer en una tierra rica, aunque en un país racista que ha elegido a incompetentes para que dirijan el futuro de la patria.
El departamento merece más, merece tener mejores oportunidades para todos sus habitantes, quienes sobreviven a diario a las injusticias gracias a su cultura y contagiosa alegría, pero que sigue esperando que el país les garantice una vida digna desde hace más de 65 años, cuando Gabriel García Márquez fue hasta la zona y escribió en El Espectador el abandono del Chocó. ¿Quién ayudará al Chocó?