Columnista:
Miguel Villa Escorcia
El hecho escribir sobre el papel de Santos en el post acuerdo surge luego de una conversación que sostuve con una colega frente al papel que debió tener, ya que, no solo era la paz con las FARC, sino también procurar apoyar una candidatura de la paz.
El artífice del acuerdo de paz Juan Manuel Santos ha pasado de ser aquel hombre que posa con su familia en las redes sociales y estar distante a los asuntos internos de la política en Colombia de forma general, a estar en boca de un tipo como Donald Trump, un tipo de carcamán que llegó al poder gracias a un discurso de odio que caló en una gran mayoría de la sociedad estadunidense y que evidentemente encontraron en Trump, ese «líder» en el cual pueden ver reflejados sus sentimientos de odios, xenofobia, machismos y por supuesto racismo.
En los últimos meses el expresidente Santos ha sido invitado en foros, entrevistas, conversatorios, entre otros. Para hablar de paz, pobreza, violencia y también para reflexionar sobre ese tema crucial que hoy en Colombia se está tornando polémico sobre todo por las estratagemas que el uribismo ha construidos alrededor de los acuerdos de paz.
Pero, ¿Qué papel estelar cumple Juan Manuel Santos aquí, más allá de haber sido el que decidió emprender las conversaciones de paz con las extintas FARC? Pues bien, dentro de lo que le debió concernir al nobel de paz, no solo era cerrar con broche de oro aquella mesa de diálogo en La Habana, sino también, el hecho de garantizar la implementación de este. Entonces, ¿no hubiese sido apropiado que el promotor de estos diálogos hubiese incurrido de forma activa como un faro ante las incertidumbres que este hecho suscitó? ¿por qué solo se mostró como el candidato de la paz únicamente en campaña?, ¿acaso no era más que evidente que desde los inicios del acuerdo de paz el uribismo iba hacer todo lo políticamente desleal para acabar o hacer trizas los acuerdos?
Por ello, afirmó que Juan Manuel Santos también es culpable de lo que el uribismo ha logrado sembrar, es decir, los engaños que han forjado alrededor de los acuerdos de La Habana, el desconsuelo y desconfianza que han causado en los firmantes que aún están vivos, pero, sobre todo, el miedo que se ha sembrado en las regiones que apostaron por un futuro lleno de armonía. Aquí Santos es culpable.
Santos es culpable porque él debió apoyar a esa candidatura que secundara y conformase ese Gobierno de transición, es decir, ese candidato que manifestara el compromiso de sacar de cualquier hueco el acuerdo de paz, ese candidato que, sin extremismos, pero sí que hiciera frente a esa fuerza política retrograda y recalcitrante llamada uribismo, que desde que empezaron los diálogos se opuso de forma contundente a ellos.
Santos es culpable, porque si su apuesta era la paz, tenía el compromiso insoslayable de que esa paz —imperfecta por cierto— pudiera existir gracias a una fuerza política que comprendiera que no solo era llegar al poder, sino que también, era necesario que ese poder apuntar a favorecer a las víctimas que empezaron a ver con optimismo un futuro distinto, pero que hoy de nuevo se torna tétrico ese futuro.
No sé si Santos hubiese comprendido más allá de su papel de presidente de la república este asunto, que, desde una perspectiva ética, tenía el adeudo en sus manos, caía bajo su responsabilidad como gobernante.
Santos, de forma retórica pregunta en su columna “Luces y sombras de la paz en Colombia” publicada en The Washington Post en el 2019, ¿Cuál paz, entonces? y la respuesta que el mismo se brinda es “esta es una pregunta engañosa que se concentra en los problemas que subsisten, pero no tiene en cuenta la violencia que se ha evitado desde la firma del acuerdo con las FARC. Ningún proceso de paz garantiza una paz completa en el futuro inmediato, y así lo sabíamos desde el principio. Nadie dijo que sería fácil ni que Colombia se convertiría en un paraíso al día siguiente de firmar la paz. Todo lo contrario. Sabíamos que el camino sería largo y complejo, y que requeriría de un cambio radical de actitud, con generosidad y buena voluntad”
Es decir, aquí Santos prima facie muestra la complejidad de garantizar una paz completa y más aún en un país con serios problemas de lograr un acuerdo programático en temas esenciales, afirma también que desde el principio se sabía que el camino era complejo. Entonces, ¿por qué no ser también generoso con la sociedad que le apostó a la paz y lo eligió para finiquitar ese acuerdo?
En definitiva, la culpabilidad de Santos en la ola de violencia que de nuevo azota a Colombia, sobre todo, en las regiones que le apostaron a la paz de forma automática, es decir, sin reparos y con gran convicción y optimismo es inevitable, por mucho que él defienda el proceso de paz en cuanto evento y entrevista lo inviten.
Anexo: ya es noticia que el desfinanciamiento en los recueros de la JEP para el 2021 afectará la atención a las víctimas, testigos e intervinientes. ¿Esto Santos no lo vio venir?
Santos es culpable desde todo punto de vista, el y su gobierno le fallaron a los acuerdos y los que creímos en el, su voluntad solo fue por figurar en la historia, no le importo si se cumplía o no, solo figurar en la historia, también pasará a la historia por ser un mal presidente, el pertenece a esa misma clase política que no le importa el bienestar colectivo, solo les importa ellos y sus intereses, que mas da el tiene mucha plata y quedó con pensión, que mas le importa?.
El triunfo del NO, su desacato que lo hace sin validez juridica ante la JCPI, y los retoques de volverlo un tratado «internacional» que toco «Blindar» e imponerlo con el infame «Fast Track» ante el silencio del Uribismo y de lospartidarios del NO, muestra que como la JEP solo fue diseñado para darles impunidad a esos criminales. No hay justicia, no hay ejercito, sólo garantias para todo delincuente,
Alguien podría explicar la razón por la cual la Derecha, el Centro, que estaban en el gobierno y el senado camara, en el 2016, no protestaron por el desacato al NO que rechazaba los acuerdos de la Habana. Hubo intereses ocultos? pactos secretos entre la clase politica? Si los hubo , estamos gobernados por clanes y organizaciones que se lucran de los billones de la coca, y no dejan combatir el crimen, $$$$$$$
El proceso de paz fué rechazado por los Colombianos. La oposición de esa época la compraron o la amenazaron, para impedir que todas las cosas malas que se pactaron en la Habana, no pudieran ser criticadas o anuladas. 4 años después solo ha crecido la violencia urbana. Santos deberia tener el mismo final que Noriega o el Chapo.
Que explica la omisión Gigantesca a incluir en esto, el NO al plebiscito, El desacato a los resultados, la ausencia de criticas del uribismo y otros a este robo. Y en un pais de juristas, Ignorar que todo esto deja sin Legitimidad a cualquier acuerdo como del de la habana. e invalida TODO lo del fast track. Pero la JEP y otros micos, siguen ahí, y nadie dice nada. Muerte e impunidad para los asesinos..