Columnista:
Ronald Ruiz López
¿Culpable? Sí, así es como me siento. Soy un ciudadano del común, con 39 años de vida, asombrado de ver como a lo largo del tiempo un Gobierno se llenó de tanta corrupción. Al decir verdad, desde el nacimiento de la humanidad se ha sabido que en el mundo de la política es difícil encontrar gente totalmente honesta y es que si lo existiera, no nos digamos mentiras, para combatir la corrupción se debe saber pelear en territorio propio del enemigo y conocer profundamente sus más grandes debilidades y fortalezas. A lo que voy es que como se dice hoy en día, la política es dinámica, he visto la forma en que un político da su opinión respecto a un tema y al cabo de un tiempo por conveniencia propia o de su partido cambia su pensamiento, dando una opinión a favor de a lo que hacía unos meses rechazaba con gran repugnancia. Aunque, este tema es más largo y digno de un artículo propio.
Mi compromiso con mi país (mi patria) inició hace un poco más de dos años; hablo de mi responsabilidad ciudadana de saber qué es lo que pasa con las decisiones estatales y del Gobierno. Es decir, las políticas públicas, la expedición de resoluciones, decretos, leyes y reformas que nos afectan como pueblo. Esa es la misma razón por la que me siento «culpable», pues antes mi vida era diferente. Tristemente, hacia parte del grupo de la población ignorante, a la que no le importaba la situación política y social de Colombia, era un zombi, como le suelen decir a las personas que siguen a algún líder político sin siquiera conocer o averiguar sus programas de gobierno (en el caso de los candidatos a las diferentes corporaciones) o sus procederes en beneficio de la Nación y mucho menos, me esmeraba por investigar sus malas actuaciones.
Me sumergía y me dejaba llevar por la ola de noticias que nos brindan los medios tradicionales del país, y lo debo aceptar y confesar: fui uribista, y de eso también me arrepiento. Pero, no era para menos, si siempre los uribistas fueron los encargados de protagonizar y mostrar a Álvaro Uribe como héroe, y hasta un canal extranjero (cosa que me asombra), cayó en el descaro de nombrarlo como el Gran Colombiano, aunque ya sabemos que ese castillo, al expresidente, se le derrumbó.
Como les decía, hace más de dos años, gracias a mi esposa, a la que le debo por sus insistencias en interesarme más por la lectura y la situación del país, me di cuenta y con mucho dolor que la política estaba podrida. Me estrellé contra un mundo en el que cada día salía al descubierto algún caso de corrupción o de asesinato de personas que luchaban contra tanta porquería y que a lo mejor sabían de más y como dicen los capos, «tocaba cerrarles la boca».
Hoy en día, después de darme cuenta de que la vida es más que el ser egoísta y preocuparme solo por mis asuntos, sueño y tengo el compromiso de luchar por mejorar a Colombia. Tal vez, no logre disfrutarlo, soy consciente que para corregir tanta putrefacción que hay en el Gobierno se necesitan un mínimo de cuatro mandatos continuos, en los que inicialmente se deberán encargar de recuperar la buena fe de sus electores, volver a hacerles creer y sentir que el artículo primero de la Constitución Política en el que se dice que Colombia es un Estado social de derecho, no es solo un escrito más al que varios políticos le faltan el respeto desde hace décadas.
Son una cantidad de temas los que habría que tratar para tan siquiera resumir la negligencia con la que este Gobierno, «en cabeza del señor Iván Duque» está llevando su mandato con su patrón detrás. Eso sí, le reconozco a Duque que lo único bueno que ha logrado es bajar la reputación de su partido y hacer que millones de colombianos se den cuenta de que el país merece un cambio. Pero no podría terminar este artículo sin invitar a los colombianos a que nos unamos en una sola causa contra la corrupción y tanta injusticia.
Ya nos dimos cuenta en las elecciones pasadas que centro e izquierda nos dividimos y eso dio pie para darle la oportunidad a la derecha y al ‘Innombrable’ de lograr robarse las elecciones y poner a un personaje que tristemente es el hazme reír en el mundo. Si todos los colombianos nos unimos, venceremos.