Columnista:
Ían Schnaida
El presidente y su equipo medieval han hecho todo tipo de esfuerzos por gobernar mal. Su método es la ineficiencia programada, al menos de cara a los resultados que exige la ciudadanía —al reo tuitero sí le cumplen a rajatabla—. Una vez se hicieron de nuevo con el poder, se quitaron la máscara y han demostrado con lujo de detalles que solo les interesa sacar provecho y asegurarse la tenencia de lo ancho para ellos y de lo estrecho para la inmensa mayoría.
Quisiera pensar que el Gobierno no vio en la pandemia una oportunidad, una cortina de humo enorme para ocultar el dejo que los caracteriza a la hora de administrar lo público; pero no hacen más que alimentar esa macabra idea que solo podría provenir del mal personificado.
Cuando el coronavirus recién estaba llegando a Colombia, Duque hizo lo propio, priorizó la inversión en asegurarle más letalidad al Esmad y dejó a su suerte el sistema sanitario. O peor, lo dejó en manos de las eps, los buitres mortífagos con corbata.
Casi 10 mil millones de pesos se gastaron en municiones y tanquetas, hace cuatro meses. Ahora están viendo cómo da réditos la inversión.
Parece parte de un plan macabro, como algunos otros que les hemos conocido —y sufrido—. Escuchen las declaraciones oficiales. La revictimización es el plato principal de las alocuciones y los noticieros nacionales, que más parecen títeres de los títeres. El presidente Duque dice que no podemos llamar asesinos a quienes están para protegernos; pero lo cierto es que quien asesina es un asesino, con todas sus siete letras.
Los agentes de la Policía y del Esmad han sido adoctrinados con constancia y alevosía. Son jóvenes de escasos recursos y mínima educación. Los han puesto en contra de sus iguales, para proteger a un grupito de sádicos de falda y corbata que los aman en público y les mandan botas pantaneras nuevas en privado. ¿Quién está apretando realmente el gatillo?
¿Cómo van a explicar que los agentes protegidos con escudos y chalecos antibalas, servían como trinchera para que vándalos vestidos de civil dispararan armas de fuego? ¿Nos van a negar que tenían asesinos infiltrados que contaban con la protección de la Fuerza Pública? Señor presidente, por esto es que son asesinos, porque disparan a matar, o bien, contribuyen a que otros lo hagan. Las excepciones, lastimosamente, son pocas.
Cada día nos levantamos con un nuevo duelo que no podemos procesar. No alcanzamos a enterrar a nuestros muertos ni a llorarlos sin que se apilen. En las regiones se vive de siempre lo que hoy es noticia en Bogotá. De ahí que muchos de los jóvenes que hoy están poniéndole el pecho a las protestas provengan de hogares recónditos de los que tuvieron que salir para poder educarse y tener un futuro diferente al abandono al que los condenaron por nacer en familias pobres y honradas.
Las balas nos están alcanzando en todas partes. Huyamos o no. Luchemos o no. Nos resistamos o no. Protestemos o no. Ya cada cual decide si se queda sentado, esperando a ser ultimado en un proceso legal, con armas que pagaron sus impuestos.