Los monumentos que nos representan

La historia es importante recordarla, pero de una manera crítica. La historia también es un proceso constante de cambio que implica exponer, replantear y desterrar los males del pasado.

Opina - Sociedad

2020-09-01

Los monumentos que nos representan

Columnista:

Francisco J. Gómez-López

 

Los monumentos representan parte de la memoria  que cada país decide conmemorar. En Los Estados Unidos el movimiento de protesta que siguió al brutal asesinato por parte de la policía de George Floyd ha generado una creciente presión para remover a aquellos personajes históricos que simbolizan el racismo, la esclavitud y el genocidio. También, a nivel mundial se reabre un debate sobre lo que significa rendir tributo a ciertos personajes, lo cual nos debería llevar a una reflexión similar en Colombia.

En los últimos meses en Estados Unidos han sido removidos una serie de monumentos de figuras que apoyaban la supremacía blanca y el esclavismo, junto con cientos de banderas, pedestales placas y memoriales que representan a los Estados Confederados. Al 10 de Julio habían sido depuestas 32 estatuas alusivas a Cristóbal Colón, algunas vandalizadas y otras almacenadas por orden de mandatarios locales.

Por otro lado, en Bélgica fueron desmanteladas cuatro estatuas de Leopoldo II, genocida que acabó con la vida de millones de congoleses para incrementar su imperio y fortuna personal. Estatuas similares han sido removidas en Bolivia, Inglaterra, Nueva Zelanda, Irlanda, India, Holanda, España, Chile, Perú y México. Calles, cementerios, escuelas, bibliotecas y otras edificaciones también han cambiado de nombre.

En nuestro país ha existido un cierto impulso por remover la estatua de Sergio Arboleda, personaje que durante la colonia se enriqueció con el comercio de esclavos y cuyo nombre lo lleva la universidad en donde estudió el hoy presidente de Colombia. Otros como Sebastián de Belalcázar, conquistador que arrasó con gran parte de la población indígena del suroccidente del país continúa siendo un símbolo incuestionable en la ciudad de Cali, mientras que las estatuas de Colón siguen erguidas en Bogotá, Cartagena y Barranquilla.

¿Por qué termina siendo importante cuestionar estos monumentos? Existe un descontento generalizado sobre la historia oficial contada desde las escuelas y exaltando la figura benévola de los conquistadores como simples descubridores, mas no en su faceta de esclavistas, transgresores y mercenarios.

Por otro lado, comunidades indígenas, afrocolombianas y ROM siguen sometidas a una exclusión que ignora sus historias. En este sentido, las estatuas de Colón, Quesada y otros conquistadores pueden bien estar en un museo de la memoria, en donde se cuente en contexto sobre sus robos, masacres, y torturas dentro de una política conquistadora de barbarie.

Uno de nuestros grandes problemas es que aun pensamos dentro de una mentalidad colonizadora que no reconoce este funesto pasado, mientras continúa discriminando a sus comunidades étnicas en busca de un ideal europeo del que nunca haremos parte. Muchos monumentos y edificaciones con nombres de conquistadores y traficantes de esclavos se erigieron mucho después de la independencia, lo que indica un propósito claro desde aquella época por exaltar la conquista y posterior colonización, pero a la vez de invisibilizar una buena parte de las identidades autóctonas.

Ya han pasado más de cinco siglos desde la conquistada y es hora de replantear esa historia contada a medias, que suprime el saqueo y la destrucción de cultural enteras. Estos monumentos son símbolos que más que llamar a una verdadera reflexión sobre lo que pasó durante la época de la conquista, están ubicados en las principales plazas del país,  convirtiendo en héroes de nuestra formación histórica a estos individuos.

La historia es importante recordarla, pero de una manera crítica. La historia también es un proceso constante de cambio que implica exponer, replantear y desterrar los males del pasado. ¿Será que 500 años no son suficientes para comenzar a pensar distinto? Para cambiar el imaginario europeo por uno que incluya las múltiples identidades que conforman a nuestra nación colombiana. Esta tarea es necesaria para poner fin a los ciclos de violencia que nos dividen y nos impiden reconocernos unos con otros. Una buena manera de comenzar este reconocimiento sería remover esos monumentos y reemplazarlos por otros que sí nos representen.

 

 

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Francisco J. Gómez-López
Ingeniero Agrónomo e investigador sobre temas agrarios. Maestría en Políticas Globales y actualmente candidato a Doctor en Estudios Interdisciplinarios de la Universidad de British Columbia, Canadá.