Columnista:
César Augusto Torres López
El 20 de julio de 2020 se selló el candado de la democracia y la llave de la pluralidad, discrepancia, activa participación social se encadenó al cuello de los partidos de la corrupción, paramilitarismo y destrucción del acuerdo de paz. Nació el Estado fallido.
La definición de separación de poderes, autonomía frente al ejecutivo, colaboración crítica y armónica entre poderes, quedó a un paso de la total propiedad de la desprestigiada alianza de los partidos tradicionales y la aceptación de la férula del jefe indiscutido y temido.
Un poder ejecutivo ineficiente, con escándalos que van desde hechos de corrupción al elector, alianza con el narcoparamilitarismo en financiación de campañas (‘ÑeÑe’ para recordar algo de bulto), con parlamentarios que, desde la señora Cabal (con pleito de compra de votos y el responsable en la cárcel juzgado), pero sin que se afectara los votos y la curul (lo justo es que se anulen los votos comprados para no ser quién acepta los beneficios pero se deslinda del delito).
Una Fiscalía en manos de un amigo obsecuente y derrochón, con compromisos burocráticos familiares cruzados con el contralor, una Procuraduría capturada por el uribismo con la elección de Margarita Cabello y se cierra el candado de control a la corrupción de manera desvergonzada y rotunda. Los casos de ÑeÑe, Odebrecht, Chirajara y mil más quedarán en el olvido y reinará impunidad y corrupción. Pero lo más delicado, todos los órganos de control se convertirán (algunos ya lo son) en persecutores de la oposición.
Unas Cortes que viven atacadas por el uribismo a la vez que sufren el laborioso proceso de la infiltración y copamiento con los alfiles de esa colectividad. Son ya pocos los magistrados dignos, éticos e imparciales y si a esa peligrosa realidad le suman los carteles de las togas en todo el sistema judicial… apaguemos la luz y a soñar con la peor de las dictaduras.
En la historia reciente de Colombia no se había presentado nada tan perverso y nocivo para la democracia, los derechos colectivos y la estabilidad institucional, hoy las Fuerzas Militares y de Policía son politizadas, uribistas infiltrados por los carteles de la droga, las bacrim y los mexicanos. Se desmorona la moral y lealtad de los buenos militares o son destituidos y empapelados por el ministro arrodillado haciendo fila para la bendición electoral en la próxima contienda presidencial.
Los ministerios son manejados por los poderosos gremios, se consolidó el Estado corporativo (característica del fascismo) y se gobierna en beneficio y privilegio del gran capital y en contra de las clases medias y bajas de la sociedad.
De contera, la pandemia causa desolación en las mipyme y no reciben el manejo de política pública que permita defender y fortalecer el sistema empresarial y el empleo, se llega a más del 25 % de desempleo, caen todos los indicadores de bienestar y crece como espuma la epidemia de la corrupción y la COVID-19.
Si por la oficialidad gobiernista todo va sobre ruedas y consolidan todas sus posiciones de poder, por los partidos y movimientos alternativos y de izquierdas sucede todo lo contrario, las mezquindades y contradicciones de forma zocaban la unidad, enconan el debate, se enriquece en descalificaciones a unos y otros ante el frote de las palmas de sus reales oponentes, la clase corrupta de la política tradicional.
Urgen nuevos liderazgos y lecturas de la realidad, de país y de modelo de bienestar y sostenibilidad, un nuevo modelo de relaciones internacionales con clara cooperación con las naciones emergentes que hoy se consolidan como interlocutoras de poder global a los intereses del imperialismo gringo y la nostalgia imperial europea.
La nueva fuerza por crear, por sobre los partidos y movimientos, pero con ellos, debe ser amiga de India, China, Rusia, Irán, Unión Europea y Latinoamérica y, definir la estrategia internacional de cooperación, transferencia de ciencia y tecnología, inversiones y cofinanciación en sectores estratégicos como energías alternativas, ferrovías nacionales de alta velocidad, redes de fibra óptica, desarrollo de la industria químico farmacéutica a partir de la biodiversidad nuestra y con dominio de fuente y control de ella (para dar ejemplos).
Pero, debe ser glocal, sí, centrada en los municipios, en las regiones y sus autonomías, su complementariedad en la lucha por la soberanía alimentaria, por el derecho a la tierra, por la restitución a expulsados por las violencias, por la transformación científico-tecnológica de lo rural y hacerlos centros de atracción de juventudes y consecuente generación de nuevos empleos dignos y bien remunerados.
La nueva fuerza con nuevos liderazgos debe nutrirse de las propuestas de los preexistentes, enaltecer a sus líderes y hacerlos parte de la dirección e incluso de la lista única a Senado y a Cámara de Representantes que para dar ejemplo debería ser cerrada y cremallera (mujer, joven, indígenas, negros, científicos, hombres) todos con altas calidades morales, éticas e intelectuales como precondición, seleccionados por un comité de ética plural.
Solo con unas decisiones de unidad, convergencia y amplitud respetuosa, se puede crear una verdadera alternativa al tenebroso modelo dictatorial del uribismo. No puede ser entrando por el medio impoluto a lo Fajardo, menos por el extremo izquierdo de Petro, pero debe ser con ambos y con programas fruto de decisiones consensuadas. No es el péndulo, es una nueva Colombia, que supera los actuales imaginarios. Debemos lograrlo.
Hay jóvenes con los cuales podemos emprender el camino de su formación de estadistas, David Racero, Juanita Goebertus, Katy Miranda, Martín Rivera, Fernando Galán, Camilo Romero, solo por mencionar algunos. Tendríamos al movimiento estudiantil y campesino, a los indígenas a las mujeres y la poderosa fuerza de los independientes para disputar con posibilidades el gobierno y el poder.
Primero se debe hacer una unidad sólida, programática, con vocación de movilización social en todo el territorio, deslindada de los corruptos de todos los matices (si también los hay en las fuerzas llamadas de izquierda e independientes) no más listas manguitos, listas de dignidad y poder moral e intelectual. Hay que crear micropoderes locales (veredales, de localidades y UPZ, de municipio), poderes regionales (asociación de municipios por vocación económica e identidades culturales) y ganar el poder nacional. Debemos poner fin al pensamiento marginal de opositores históricos, vamos por el gobierno y poder reales.
Espero que en los dos años que quedan de padecimiento de este pésimo Gobierno, no se desmadre la represión y los asesinatos de jóvenes, líderes y candidatos como en las épocas de Luis Carlos Galán, Carlos Pizarro, Bernardo Jaramillo, Pardo Leal y tantos más vilmente asesinados por el establecimiento. Hasta hoy las derechas amparadas en las Bacrim y fortalecidas con el juego de las disidencias de las FARC y el ELN, están en la campaña de disuasión por el terror a las comunidades, pero la historia enseña que, si sienten pasos de poder ético y moral, también eliminan a sus voceros.
Tenemos que actuar, vamos juntos y con respeto a las personas y a las diferencias, no descalifiquemos desde nuestras mesiánicas visiones, entendamos la complejidad de la realidad y actuemos en consecuencia.