Columnista:
Andrés F. Benoit Lourido
Recientemente la BBC de Londres, publicó un artículo acerca del incremento de consumo de pornografía infantil en algunos países en el marco del confinamiento por el coronavirus. Según el NCMEC (Centro Nacional para Niños Desaparecidos y Explotados), recibieron más de dos millones de notificaciones de material sexual abusivo a menores, reportados a través de servicios electrónicos y empresas como Facebook, Twitter, Google, TikTok, entre otras.
El trasfondo del problema, además de las cifras del material, son los números inimaginables de personas que podrían haber en el mundo con trastornos psiquiátricos y delictivos por sus deseos y fantasías sexuales hacia los menores. Esto pone en cuestión qué tan enfermos estamos como humanidad.
Por otro lado y, derivado del consumo y producción de pornografía infantil, en los últimos días, he notado la tendencia en redes sociales acerca del “MAP” (movimiento activista pedófilo) o también llamado “movimiento del amor hacia los niños”. Se trata de un supuesto grupo que hace apología a las personas (sobre todo hombres) que se sienten atraídas por menores.
Los precursores del movimiento tienen como objetivo abolir leyes de edad de consentimiento y la eliminación de la clasificación de la pedofilia como una parafilia dictada por la Organización Mundial de la Salud; es decir, normalizar y, casi que naturalizar, los comportamientos sexuales a menores. Buscan una aceptación.
El MAP tiene una trascendencia histórica. Afirman que fue fundado en la década de 1950 en los Países Bajos, extendiéndose internacionalmente al paso del tiempo. Y, aunque el movimiento decayó en los ochenta, la tendencia “continuó desde los noventa hasta la fecha”.
Sin embargo, en las indagaciones que hice a psicólogos y periodistas investigativos, y también en la web de entidades de autoridad respecto a asuntos de explotación sexual de menores, el “MAP” no se puede considerar un movimiento identificado ni existente. Tampoco es cierto que, quienes pertenecen a estos supuestos grupos quieran hacer parte de la comunidad LGTBIQ+, como lo afirman algunos.
El panorama de los pedófilos, no va por el camino de los aparentes grupos de movimientos sociales que buscan la aceptación legal de la pedofilia que dicen en redes sociales. El punto de observación de quienes presentan trastornos de personalidad relacionados con esas prácticas, debe estar en el foco de la psiquiatría, de entidades de protecciones a menores de edad, autoridades policiales, el Estado y, por supuesto, de nosotros como sociedad.
Aunque no considere la existencia del MAP, vale aclarar que sí existen “círculos pedófilos”, que son espacios en línea en donde interactúan personas expresando libremente sus fantasías, intercambiando consejos y compartiendo materiales de fotos y videos de niños. Estos “círculos” o foros, los denunció una inspectora de la Unidad Central de Ciberdelincuencia en España, llamada Cecilia Carrión.
En los últimos dos meses se conocieron miles de descargas de contenidos sexuales de menores en algunos países como España e Italia. Teniendo en cuenta este contexto, me pregunto: ¿por qué desde el confinamiento incrementó el consumo pornográfico infantil?, ¿es porque los niños están más tiempo en la red?, o ¿se debe también al tiempo y espacio en privacidad que tienen pervertidos en sus casas y no en su trabajo?
Los contenidos pornográficos en Internet están articulados en todo el mundo. El escenario de Latinoamérica en los últimos años expone numerosos casos de desmantelamiento de redes pedófilas en Colombia, México, Perú, Brasil y Ecuador, principalmente. Por ejemplo, uno de los más nombrados fue la captura de Arturo Dodero. En su aprehensión, encontraron más de 700 fotografías y videos de niños y adolescentes latinos y españoles. Las autoridades hallaron conexiones de la red con Colombia, España y Ucrania.
La pornografía infantil es violación y explotación a menores en representaciones visuales, descriptivas y sonoras. Actualmente Internet ha permitido detectar y perseguir a productores y distribuidores de estos contenidos, aunque paralelamente la red también es un escenario peligroso para los niños, porque facilita el anonimato de los depredadores sexuales.
Considero que los crímenes tanto de abuso sexual a menores, como la producción, distribución de consumo de pornografía, deben ser castigados sin piedad. Un agresor sexual no merece la garantía de derechos humanos e igualdad de libertades por su gravedad del delito; esto lo digo como ciudadano, independientemente de confrontaciones y consideraciones políticas y jurídicas.
Para finalizar, abro debate: ¿las incontables personas que padecen la parafilia también son delincuentes sin cometer el acto de violación?, ¿la pedofilia sin acto es un delito? La escritora Carolina Sanín dijo al respecto: “Ningún deseo es punible en tanto deseo, ni es tampoco bueno o malo. Así que reaccionemos contra los violadores de niños, no contra los pedófilos”.