Columnista:
Daniel A. Montoya Castrillón
El relator para la Organización de las Naciones Unidas, Michel Forst, aseguró en febrero de este año que Colombia es uno de los países más peligrosos en el mundo para la defensa de los derechos humanos. Las cifras solas no muestran la tragedia humana que hay detrás de cada caso.
Por eso, es necesario ir más allá de los datos y conocer las historias de las víctimas. Relatar, por ejemplo, que Kevin Julián León fue miembro de la Corporación Héroes y Heroínas de Amor, la cual desde el año 2010 se ha dedicado a la defensa de derechos humanos, en particular de los niños, niñas y adolescentes. Kevin, oriundo del barrio Kennedy, Comuna 6 de Medellín, hizo parte de uno de los semilleros de dicha Corporación en donde formaban a jóvenes líderes para la reivindicación de los DD. HH., la recuperación del entorno y la convivencia.
De acuerdo con Carlos Arcila, exsecretario de Derechos Humanos de Medellín, “Kevin se estaba formando para ser un líder social, y ya era reconocido por su trabajo”.
El joven, con tan solo 16 años, ya era toda una promesa para ejercer el liderazgo social. Soñaba con ser arquitecto y cursaba décimo grado.
Uno de sus amigos cercanos relata que “Kevin era una persona sencilla y se destacaba porque era demasiado servicial y atento con los demás. Le gustaba mucho el fútbol y siempre estaba dispuesto a ayudar a otras personas, por ejemplo él ayudaba a que los niños y jóvenes no se metieran en vicios y en problemas”.
Asimismo, Pilar León, su tía, asegura que “Él era un ejemplo a seguir para la comunidad y para la familia”.
Sin embargo, el 21 de junio del año 2016, dos hombres que se transportaban en una motocicleta mataron a Kevin, propinándole varios disparos, mientras este se desplazaba por el barrio Kennedy para recibir una cátedra de inglés.
Carlota Isabel Salinas Pérez, originaria del sur de Bolívar, municipio de San Pablo, fue integrante de la Organización Femenina Popular – OFP, la cual promueve y defiende los derechos humanos y el desarrollo integral de las mujeres, especialmente en el Magdalena Medio, con conciencia de género y clase. Carlota era la madre de dos jóvenes y una adolescente.
Impulsó grupos de mujeres productoras, ahorradoras, lideresas defensoras de víctimas y defensoras de una vida libre de violencia. Hizo parte de la gestión del riesgo y de desastres en San Pablo, y de la acción social y la gestión ambiental para el bienestar y la calidad de vida en el territorio. Y, por más de 10 años, integró la Organización Femenina Popular.
A pesar de que los colombianos el pasado 24 de marzo nos encontrábamos en un aislamiento obligatorio, esto no fue impedimento para que, a eso de las 08:00 p.m., hombres armados intimidaran a la lideresa y la obligaran a salir de su casa para asesinarla.
Anuar José Álvarez fue integrante del Comité Cocalero de la Asociación Campesina de Trabajadores de Argelia (ASCAMTA), de la Federación Nacional Sindical Unitaria Agropecuaria (FENSUAGRO), de la Central Unitaria de Trabajadores (CUT) y del Movimiento Político y Social Marcha Patriótica de Argelia, Cauca.
El 24 de diciembre del año 2016 fueron amenazados varios defensores de derechos humanos, integrantes del Movimiento Político y Social Marcha Patriótica y la Mesa Agraria y Popular de Interlocución y Acuerdos – MIA. Las amenazas provenían de un grupo autodenominado “AUC” y fueron enviadas mediante mensaje de texto al entonces presidente de la CUT de Argelia, Óscar Gerardo Salazar Muñoz.
Al día siguiente, sobre las 09:00 a.m., Anuar fue interceptado por dos hombres que con sus armas de fuego le dispararon en cuatro ocasiones, provocándole la muerte, mientras este se transportaba en su motocicleta.
De este modo, me he sumado a la iniciativa de un grupo de columnistas en la que se narran las vidas de tres líderes sociales asesinados, como la de Kevin, Carlota y Anuar.