El mito y el rito: las formas en Colombia

Colombia y las demás sociedades en Latinoamérica se preocupan más por las apariencias que por su significado, por eso nos va como estamos.

Opina - Sátira

2020-06-04

El mito y el rito: las formas en Colombia

Columnista:

Claudio Mera

 

En medio de las emergencias hay cosas que me saltan más a la vista que en otras ocasiones, una de ellas es la manera en la que abordamos muchas indicaciones de las autoridades: queremos más guardar la apariencia de que cumplimos la norma, ya sea porque deseamos evitar la sanción, o para que los vecinos no vayan a pensar que somos unos desconsiderados.

Así las cosas, es mejor tener suficientes tapabocas en casa para poder salir con uno bien limpio cada vez que sea necesario; ahora, que cómo me ponga el artilugio en cuestión, puede ser un asunto de comodidad en cada caso porque resulta medio molesto tener eso en la cara. Entonces, ve uno gran parte de la población circulando con la nariz afuera de la tela protectora, e incluso con el barbijo más abajo de la boca, como una especie de hamaca para la quijada.

El asunto aquí es que esos individuos llevan su tapabocas, están cumpliendo con el rito en cuestión, sin embargo, evidentemente no han asimilado el significado que tiene, el mito detrás del mismo y, por eso, la acción está mal llevada a cabo. En este caso no estamos frente a una celebración de índole espiritual que podría tener impacto intangible en la comunidad, estamos en el terreno de lo concreto, pero también nos hemos acostumbrado a que los demás doblen la norma un poco: cada niño con su boleta y si usted no está encargado de revisar las entradas, no se meta.

Así nos pasa con el cinturón de seguridad o con los niños en el asiento de copiloto en el carro, el pago de los impuestos, las actuaciones machistas de los demás conocidos, y un incontable etcétera, donde vemos que el congénere, sin decir cada uno de nosotros mismos, estamos actuando irreflexivamente, gobernados por la comodidad y no por el sentido que tienen esos comportamientos que nos piden las autoridades, llámense estas, Gobierno, padres, escuela o cualquiera.

Los impuestos son el ejemplo paradigmático para mí: el evasor tiende a racionalizar su manera de actuar con el argumento de la corrupción en esferas superiores del Gobierno, entonces su manera de combatirla es con la corrupción a pequeña escala ¡Es un genio! No, yo creo que no lo es y actúa por conveniencia personal.

Yo, como individuo, prefiero corregir, aunque obtenga desdenes de familiares y amigos, denuestos de desconocidos y conatos de pelea en ocasiones. Pero la gente debe aprender, aunque sea una de cada veinte a la vez, que la línea amarilla está ahí para mantenerse detrás de ella hasta que el vehículo se detenga por completo, y además hay que permitir salir antes de entrar.

Veo que no es suficiente con cumplir mi parte, pagar mis impuestos, votar conscientemente, respetar la línea amarilla y todas las demás cosas que son buenas para la sociedad en la cual participo; cuando me pienso como un integrante responsable de una comunidad, entiendo el mito, veo que seguir los ritos no es suficiente y me siento obligado a invitar a que los demás en mis círculos cercanos entiendan qué pasa y porqué deben respetar las medidas de higiene y aislamiento, porqué pagar los impuestos, porqué dejar de votar a los partidos de derecha y porqué muchas otras cosas.

Claro que no se trata de andar con un garrote al hombro para corregir, la forma y el fondo se acompañan, y la noción de comunicación basada en el receptor es algo que sigo aprendiendo cada vez; no me puedo aproximar igual a ustedes lectores que a mi primo o a mi tío, las relaciones y contextos son diferentes.

Eso sí, cada quien sabrá si permite que su vecino siga haciendo fiestas de 20 personas y tirando la basura por la ventana, o que sus familiares sigan votando por la derecha en Colombia, sin siquiera proponerles alguna alternativa o recordarles todas las penurias que hemos pasado.

 

Fotografía: Camilo Moreno. 

( 1 ) Comentario

  1. Saludos, muy buena columna. Personalmente, solo agregaría al tema electoral luego de cada palabra «derecha» el complemento: «o izquierda extremas», pues en verdad, no sabemos cuál es más nociva.
    Un abrazo a la distancia social correcta!

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Claudio Mera
Lector asiduo, estudioso de la administración y la gestión, consultor, docente universitario, cocinero y ejecutivo administrativo. Las opiniones pretenden mostrar una postura lógica.