Columnista:
Jonathan A. Roldán J.
El departamento de Antioquia le abrió las puertas de la Casa de Nariño a Iván Duque Márquez, y la respuesta de este al departamento fue lanzarle un portazo en las narices a su sueño de tener un puerto que por fin los conecte con el mundo. Y es que pareciera ser que al señor presidente de la República se le olvidó que más de un millón 800 mil antioqueños votaron por él, dándole mayoría en 120 de sus 125 municipios (la diferencia con Petro fue de poco más de dos millones 300 mil votos), es decir, casi el 18 % de la votación total en el país, estuvo aquí, en un departamento que confió en él, una tierra en donde generó empatía y cercanía por su ascendencia antioqueña, gomezplatense concretamente. No olvidemos que su señor padre, Iván Duque Escobar, antioqueño, tuvo el honor de ser nombrado gobernador de Antioquia. Solo en un par de ocasiones en el siglo pasado y, en mérito de las guerras interinas, habíamos sido gobernados por dirigentes no antioqueños.
Puerto Antioquia es la culminación de un sueño que ha acompañado a los antioqueños por varias décadas y varias generaciones, alrededor de ese sueño están cifradas las esperanzas, no solo de un departamento, sino de la región del Urabá, tan golpeada y olvidada que hoy, finalmente, tiene un motivo para creer que por fin estará en la retina de todos los colombianos por un propósito sumamente positivo, y no por la violencia, la pobreza, la inequidad y desigualdad que allí ha proliferado. Pero también son muchas obras, recursos, inversiones públicas las que se han hecho alrededor de este importante proyecto, es la conexión del Centro del país, del Eje Cafetero, de Antioquia hacia el mar, un puerto con las mejores condiciones físicas para convertirse en un verdadero polo jalonador de desarrollo para el departamento y el país.
Es en este punto, en donde como diputado de Antioquia, doliente de los intereses de todos aquellos que depositaron también su confianza en mí, que me pregunto ¿en qué le hemos fallado señor presidente, qué hicimos mal para que su respuesta a la confianza de una gran mayoría de antioqueños por usted, en momentos en que el gobernador en propiedad, se haya declarado impedido ética y moralmente para estar al frente de tan importante proyecto, haya sido el nominar como gobernador ad hoc a un bogotano, abstraído de las realidades de Antioquia y más, de la zona de Urabá? Y no es mi propósito poner en tela de juicio las virtudes personales y profesionales que, de seguro, puede tener el doctor Daniel Palacios, ni más faltaba, pero ¿será acaso que no hay en el “Gobierno” Nacional, en el círculo de confianza del presidente, ningún antioqueño con iguales o mayores virtudes para representar el enorme honor y orgullo de ser gobernador de todos los antioqueños, aún incluso, no habiéndose hecho elegir para tal menester?
En momentos en que el departamento de Antioquia, ese mismo que ha representado para este país, las bases más sólidas en materia económica y política a lo largo de nuestra historia republicana, nuevamente la desconfianza y el egoísmo propio del centralismo más radical, en vez de motivar a esta región y sus gentes, nos castigan con la imposición de quien parece no comprender la responsabilidad que recae sobre sus hombros al estar al frente de los intereses de los antioqueños, en este caso específico, de ser el administrador y medio para consolidar el mayor de sus sueños. Por el contrario, pareciera que su mayor mérito, es su cercanía y amistad con María Paula Correa, jefe de gabinete de la Casa de Nariño.
Me cuesta creer que los sueños del propio Guillermo Gaviria Echeverri, quien no logró ver cumplido su sueño de tener a Urabá a dos pasos de Medellín, y eso gracias a otro de los hitos de ingeniería propios del desarrollo antioqueño: el Túnel del Toyo, el cual lleva su nombre, sean liderados por un señor que poco sabe de Antioquia. Y qué tal los sueños de Rafael Uribe Uribe y la apertura de Antioquia al mundo y la salida más próxima a su producto insignia: el café. Ni qué decir de los otros prohombres antioqueños, los Ospina y los Restrepo, para que no parezca esto una iniciativa partidista, no, el puerto antioqueño, el desarrollo de Urabá, ha sido en realidad, más que un sueño, un reto más que superar para la pujanza propia de esta raza, indistintamente de su posición política, apartados de todo interés político y particularista.