Columnista:
Andrés Felipe Casadiegos
Es increíble observar cómo hemos construido una sociedad inmune ante los actos de corrupción que se promueven a diario en los diferentes organismos e instituciones del Estado colombiano, pero es difícil descifrar con exactitud hasta dónde llegan los tentáculos de la manipulación, extorsión y amenazas para enderezar a toda persona que se oponga al sistema, tal vez ese sea el origen del silencio profundo y miradas esquivas de millones de colombianos frente a los actos de corrupción.
Ante la comunidad internacional, siempre se ha visto a Colombia como uno de los países más corruptos del mundo. De hecho, así es catalogado en el índice Mejores países de 2020, un ranking de percepción que se llevó a cabo en 73 países por la revista U.S. News. Sin embargo, en la encuesta realizada por Transparencia Internacional, que es la entidad más respetada en esa materia, Colombia quedó ubicada en el puesto 96 entre 180 países, pero como dice el viejo refrán, nadie conoce las goteras de una casa hasta cuando vive en ella, y sin duda alguna, en Colombia existe una conciencia colectiva de la corrupción que se maneja en los diferentes organismos e instituciones del Estado.
Es inaudito que en plena crisis humanitaria, producto de la COVID-19, algunos políticos y empresarios sean capaces de sacarle provecho a esta pandemia, robándose los dineros públicos que deberían ser destinados para garantizar un modelo de salud eficiente y superar el hambre a través de programas decentes que le brinden a la comunidad una seguridad alimentaria.
La pandemia de la COVID-19 nos ha brindado la oportunidad de analizar que algunos grupos políticos del país durante años vienen realizando un inadecuado manejo de los recursos públicos, también hemos podido observar la crisis del sistema de salud colombiano, y la ferocidad de la banca para someter a la sociedad colombiana.
De igual manera, la pandemia reabrió el debate frente a la reforma de la Ley 100, quien regula el sistema de salud colombiano, la cual fue diseñada para que predominara la libertad económica de las Empresas Prestadoras de Salud (EPS), frente al Derecho fundamental de la salud.
Es necesario, que tomemos conciencia que el poder de cambiar las reglas del juego siempre ha estado en nuestras manos, que la Constitución de 1991 en su artículo 103, estableció unos mecanismos de participación ciudadana, como es el voto, a través de estos mecanismos ejercemos soberanía, por lo tanto, podemos ser parte activa de la solución y determinar nuestro destino como sociedad en búsqueda de la equidad, el pluralismo, y la justicia social.
Se debe tener claro, que no se pueden permitir más actos de corrupción, es necesario tomar valor civil y denunciar, pues si deseamos un país próspero, es la hora de que asumamos nuestros deberes como ciudadanos colombianos, y traigo a colación el numeral segundo del artículo 95 de la Constitución Política, el cual me permito citar; “Son deberes de la persona y del ciudadano: Obrar conforme al principio de solidaridad social, respondiendo con acciones humanitarias ante situaciones que pongan en peligro la vida o la salud de las personas”, y no es precisamente la COVID-19 quien nos tiene en peligro, es el cáncer de la corrupción, una enfermedad que no parece tener fin en Colombia.
Es necesario acatar de manera unánime lo que establece la Constitución Política Colombiana, obrar conforme al principio de solidaridad social y erradicar ese cáncer que tiene en peligro la vida y la salud de los ciudadanos del país.
La cura está a nuestro alcance, inculcando el valor de la honestidad, resaltando al buen ciudadano y condenando moralmente a quien se roba los recursos públicos, esto se puede trabajar en conjunto, desde los hogares, con nuestros amigos y familiares, debe ser parte de nuestra cultura, aprender que ser honesto sí vale la pena, mientras que ser corrupto es una deshonra. Así que tú puedes hacer parte de la solución.
Muy de acuerdo con tu apreciación. Lo importante es que todos tomemos conciencia que los recursos públicos son sagrados.
Es muy cierto mi AMIGO, la corrupción empieza desde la casa, empezando desde ya, por el cambio, enseñando a nuestros hijos buenos valores, respeto por los demás, a no tomar lo ageno, a elegir personas honestas para un cargo, a servir a la comunidad, a proteger la NATURALEZA, CON TODOS ÉSTOS VALORES ES POSIBLE EL CAMBIO..
Excelente artículo, lamentablemente es el mismo pueblo el culpable que el gobierno sea tan corrupto, iniciando por un presidente falso rodeado de mentiras, manejado por un ex presidente con mas de 200 investigaciones y colaboradores que solo esperan su momento de robar. Pero como somos un pueblo facil de manejar donde ya pasaron a ser descarados, con sus llamadas jugaditas.