Columnista:
Elkin Giraldo Castellanos
Sí, se terminó el confinamiento, por lo menos ese obligatorio que regía desde aquel pasado 25 de marzo cuando el presidente Iván Duque decidió tomar medidas (tardías) sobre la pandemia COVID-19.
Muy a nuestro pesar, la cuarentena no se cumplió, no porque las personas no la hayan acatado, pero digamos la verdad, mandar a confinar a los 48 millones de habitantes del país sin tomar las siguientes medidas se hace muy difícil: pagos de servicios públicos mínimo por dos meses, un bono alimentario por la misma cantidad de tiempo, pleno funcionamiento del sistema de salud, pago de arriendo, parar por completo el transporte público. No lo hicieron.
TransMilenio estuvo abierto todo el tiempo, ¿en serio se sorprenden por qué ahora es Kennedy, como lo demuestran las cifras, la localidad con mayor contagio? ¿Cómo creen que llegó? ¿Por aire? Me atrevo a señalar que el servicio de TransMilenio tiene mucho que ver, para nadie es un secreto que los desplazamientos y las rutas en las que más se circula, para cumplir con las labores diarias, son las que se hacen de sur a norte y viceversa.
En un principio fueron 35 las excepciones que permitían el paso para circular, a eso sumado las salidas que muchos han tenido forzosamente que hacer para poder ir a buscar plata, porque se necesita, porque nunca llegó nada del Gobierno Nacional ni de la Alcaldía de Bogotá, y en Colombia desafortunadamente la informalidad es el sustento de la mayoría y, como lo han manifestado varios de los que padecen de la segregación, prefieren morir de coronavirus que de hambre. Ese pensamiento es el producto de años de desigualdad.
Hoy algunas personas celebran las medidas tomadas para reactivar sectores de la construcción y de la manufactura, y así “reabrir la economía”; sin embargo, esto generará más desplazamientos, o sea, es casi una obviedad que habrá más infectados. Dichas medidas, sin duda, muestran el fracaso del Gobierno, que en vez de brindar protección a los más vulnerables, por el contrario, los mandó a trabajar.
Esta pandemia tratada por algunos medios nacionales fue un desacierto, tuvieron toda la atención por parte de la audiencia para educar, orientar e informar sobre la corrupción que abunda, pero desperdiciaron la oportunidad y prefirieron sembrar temor. Al lado los figurines de siempre en su labor, haciendo show y tratando de ganar dinero, como la mayoría en este momento.
¡Hipócritas! En el discurso se quedaron las intenciones. Ningún esfuerzo es menor cuando se trata de salvar una vida, pero prefirieron el negocio de los bancos. Si realmente les hubiera importado el bienestar y la vida de nuestros compatriotas, como tantas veces lo han dicho por televisión, las acciones a tomar serían otras. El presidente Iván Duque y la alcaldesa Claudia López, creen que esto es una empresa y se administra como tal. Poco es decir, que son un desprestigio para la política. Engañan cada vez menos con sus poses “alternativas”.
Espero que el mundo no olvide y que no haga más parte de esta farsa. Con el fin de la cuarentena se despejó la duda de los líderes y lideresas que están del lado de la vida, y de quiénes prefirieron el lucro. De esto tenemos que aprender, fortalecernos y conquistar la tan anhelada justicia social.
Uhmm no estoy de acuerdo totalmente. Claudia López desde el principio lideró el programa de aislamiento y se enfrentó contra el gobierno de Duque por sus posturas radicales frente a la extensión del confinamiento, orientadas a salva guardar la vida de los capitalinos. Fue también la primera en apoyar el cierre del aeropuerto en el menor tiempo y lideró la entrega de mercados. Ha habido gestión solo que la estructura administrativa que viene de anteriores administraciones no ha permitido una eficacia del 100%, pero la voluntad si ha existido y la ejecución también.