Columnista:
Cristian Álvarez Balbín
Desde los años 50’s, Finlandia realiza un acopio de material (médico, energético y alimentario) en lugares secretos a lo largo y ancho del país, para que en tiempos de crisis dicha nación pueda tener un margen de tiempo y de maniobra más amplio sin depender de factores económicos externos.
Pues bien, el día ha llegado y, en plena pandemia de COVID-19, el Centro Nacional de Abastecimiento de Emergencia (NESA, por sus siglas en inglés) ha abierto sus almacenes para que a los más de cinco millones de finlandeses (entre los que hay 2605 infectados por coronavirus y 42 fallecidos) no les falte lo básico durante la cuarentena.
Las amplias bodegas dispuestas a lo largo del país europeo cuentan con existencias de respiradores, material quirúrgico, guantes o batas de protección, entre otros elementos. Y mientras que España, Italia y Estados Unidos decretan la producción nacional de materiales escasos en el mercado global (respiradores, mascarillas, guantes), Finlandia ya tiene esas existencias listas para repartir a sus conciudadanos.
De otro lado, en Colombia seguimos dando tumbos con medidas como el “Pico y Género”, el conteo de casos con muestras atrasadas, los mercados corruptos y la entrega de ayudas económicas a muertos y cédulas falsas.
La mayoría de colombianos no se prepara para eventos futuros porque a muchos nos criaron con ese malsano mantra del “Mi Dios proveerá”, y los pocos que se preparan, les toca “cargar” por antonomasia con los irresponsables que nunca hacen nada ni por ellos mismos. Por otra parte, admitamos que a muchos en Colombia no les conviene que el país se prepare para estas situaciones.
Un corto listado de estos avivatos y miserables mercaderes del dolor ajeno incluye a los empresarios que inflan precios de los productos de la canasta familiar, a los banqueros ávidos de intereses altos y deudas perpetuas con las que se enriquecen en tiempos de carestía, y a los pedigüeños que aprovechan la situación para pedir ayudas que no merecen, sin importar si dejan a otros sin ellas.
Pero sobre todo a los políticos y a los corruptos que, ante una situación delicada, les brillan los ojos con tan solo imaginarse la tajada que sacarán. Si no me creen, pregúntense:
¿Alguien sabe dónde está la plata de la reconstrucción de Mocoa? ¿Qué se hicieron los fondos para ayudas humanitarias del famoso concierto en la frontera con Venezuela? ¿Para qué son los 14 000 millones de dólares que Carrasquilla fue a pedirle al FMI?
En un país que, de la noche a la mañana pasó a ser adornado por miles de banderas rojas —señales de hambre y de miseria en el hogar donde ondea—, me gustaría decir que el ejemplo de Finlandia nos serviría para una próxima ocasión en la que el mundo se detenga.
Pero admitámoslo, acá prefieren dejarle toda la responsabilidad a la Virgen de Chiquinquirá y al Sagrado Corazón de Jesús, porque “Mi Dios proveerá”.
Excelente articulo. La realidad de un pais educado a punta de corrupción y religión.