Columnista:
Fernando Camacho
El coronavirus ha hecho que quienes tienen la posibilidad se refugien en sus casas para prevenir el contagio. Algunos se quejan del encierro, del aburrimiento, otros han perdido su empleo. También hay quienes viven de trabajar en la calle, del diario, y no pueden darse el lujo de vivir en cuarentena. No faltan también los que se dedican a promover teorías conspirativas: que si el virus lo creó Estados Unidos para desprestigiar la economía China o si lo crearon los mismos chinos para luego sacar al mercado una vacuna.
Hay expertos que alertan sobre la oportunidad, quizás cultivada, que se está dando para implementar estrategias biopolíticas y sumergir más a las personas en el mundo de la tecnología. De momento está claro que las empresas tecnológicas; las plataformas de entretenimiento, los soportes para educación, las aplicaciones de videoconferencias, están siendo más utilizadas que nunca. Pero los creativos del mundo tecnológico ya deben estar elaborando estrategias para involucrar a la gente un paso más allá de lo que tenemos ahora.
En medio de todos los que sufren por culpa del coronavirus, también se encuentran los migrantes. No podemos olvidar que en Colombia hay miles de venezolanos que huyeron de su país buscando oportunidades. ¿Qué posibilidades tienen en medio de toda esta situación? Muchas de estas personas están aterrorizadas hoy en día buscando un refugio y una forma de sobrevivir al virus.
Si las necesidades de estas personas eran grandes antes de la pandemia, ahora se han aumentado exponencialmente. Bastantes han perdido sus medios de subsistencia y no pueden quedarse de brazos cruzados. Algunos han encontrado un descanso en distintos albergues que han dispuesto diversas organizaciones, entre estas la Iglesia, que les brindan un tregua después de un largo viaje por distintos municipios del país o de Suramérica; en los cuales sobrevivieron hasta que se cansaron de soportar los abusos de sus jefes o las distintas necesidades que pasaban.
Hay quienes han tenido que vivir en la calle, aguantar hambre, caminar de un municipio a otro, cruzar trochas o ríos; cargando maletas o a sus hijos. Familias con dos, tres o hasta seis hijos, han pasado por sufrimientos inmensos con tal de mantener la esperanza viva. ¿Quién se acuerda de estas personas? Miles han vuelto a Venezuela durante esta crisis tras no encontrar una solución a sus problemas durante la cuarentena.
No falta quienes critiquen a los venezolanos que están en el país y, es verdad que han cometido errores, como todos los seres humanos, como todos los colombianos, pero sería una mentira catalogarlos a todos como ladrones, como los malos, dejando a un lado su humanidad y todo lo bueno que han aportado al país, incluso a nivel económico. A veces se les condena simplemente desde una mirada distante, desde el sofá de la casa, sin ver la particularidad de cada uno de ellos, sin fijarse en el corazón, en sus ojos cuando te narran el dolor por el que han querido pasar.
No creo que alguno de ellos quisiera irse realmente de su país, de su casa, de su hogar, son las circunstancias las que les han obligado, son los efectos de lo que los más poderosos del mundo, quienes se están disputando su territorio, han generado en ellos. Por lo cual han tenido que salir, dejando atrás su alegría y cargando con ellos su cultura. A algunos colombianos a veces se les olvida reflexionar sobre todo esto y, con más facilidad, se les olvida que hemos sido migrantes en Venezuela.
Una conclusión clara de lo que ha sucedido hasta el momento es que dependemos de los demás, que debemos cuidar a los demás para que no se contagien. Debemos cuidarnos a nosotros para no contagiar a los demás. Por eso, en medio de todo esto, solo queda la necesidad de construir una cultura de colaboración, de solidaridad, de bien común. En vez de quedarnos en una actitud negativa o conspirativa, necesitamos trascender a la generación de soluciones para conservar el respeto por la dignidad de los demás, el apoyo a los descartados, a los más necesitados de este mundo, de Colombia.
Fotografía: cortesía de Víctor de Currea – Lugo.
Gracias por la información,. Es difícil estar en tierra lejana al hogar. Uno puede hacer la diferencia. Está en las manos de quien desee ayudar a minimizar el peso de la carga de quien extiende su mano y solicita ayuda.
Es hermoso ver como personas como Fernando Camacho quien conoce de cerca cada Historia triste de nosotros los venezolanos, quiero hacer público el agradecimiento de nuestra parte como migrantes venezolanos tanto mi niño y mi persona han contado con el abrigo y apoyo de todos los que hacen posible el estar acá en el albergue de la AV las lajas Ipiales desde el que se encarga del aseo hasta el rango más alto gracias de todo corazón Dios les siga dando esa gran vocación de ayuda para nosotros los venezolanos
Me parece muy oportuno este artículo redactado por por este joven Colombiano Periodista Luis Fernando Camacho dónde hace referencia a la situación que vivimos hoy en día los migrantes, soy Venezolano de profesión Abogado albergado en una importante institución como lo es la pastoral Social de ipiales, albergue de la Av las lajas por el cual siento un profundo agradecimiento con su personal que en el labora por apegarse a los preceptos de Dios de ayudar al prójimo sin distinción de raza , credo o política por la cual apegado a todo lo que el artículo anuncia en sus párrafos nos brindó el mejor de los apoyos en tiempo de pandemia, es grato saber que todavía existe personas que se preocupan por el bienestar de la humanidad Gracias totales .