Columnista:
Claudio Mero
La experiencia de la actual crisis en países latinos y, con estas raíces, ha sido común en un aspecto: las recomendaciones de las autoridades han sido desestimadas por las personas en primera instancia. Pasó en Italia, España, de raíces latinas; sucedió en México, Colombia, Ecuador y en casi todos los países vecinos.
Aún en España, a pesar de la situación ya vista, hay personas que buscan maneras de evitar las restricciones y sanciones; y la mayoría no siguió las órdenes de aislamiento social hasta cierto punto. Algo que ha venido sucediendo en los demás territorios mencionados en el párrafo anterior. ¿Cuál considero que es ese punto?
El punto de cambio de comportamiento, de una asimilación de la gravedad de la situación, se da en la experimentación cercana de los efectos de la COVID-19. El ministro de Salud, la Organización Mundial de la Salud, los mandatarios locales pueden proferir anuncios circunspectos llamando a la reclusión y al distanciamiento social, pero hasta no oír la experiencia de un conocido, o del amigo de un amigo, o de un familiar así sea lejano, parece que la mayoría de la población no digiere la importancia de asumir estas medidas.
Y claro, esto es porque nos falta la habilidad para entender ese mensaje que llega lejos de una persona, a la cual nunca hemos visto de frente, y nos explica algo sobre una enfermedad que tampoco hemos experimentado, ni nadie que conozcamos lo ha hecho. Entonces intentamos hacer un símil con algo que sí conocemos, como una gripa fuerte, y decidir desde ahí; con esa información incompleta y, supuestos falsos, es claro que con seguridad llegaremos a conclusiones equivocadas.
Ahora bien, en este caso, las acciones que emprendemos a partir de esas conclusiones erradas revisten particular gravedad, porque su impacto se amplía con gran potencia sobre el entorno social donde se interactúa. Podemos llevar el virus a casa o, a otros, aún sin contagiarnos o enfermar, o no saberlo y causar un foco de contagio mayor.
En Colombia, donde el proceso de diagnóstico es claramente insuficiente y el sistema de salud ya era rebasado, todos debemos asumir que estamos infectados y actuar en consecuencia, evitar salir en la medida de nuestras posibilidades y ayudar a los demás a quedarse en casa sí nos es posible. Entiendo que hay un gran sector de la población que no le es posible hacerlo, y ese es un gran reto para las autoridades, pero cada uno debe hacer su parte.