Columnista:
Cristian Álvarez Balbín
En el país, de acuerdo con el Instituto Nacional de Salud (INS) y el Ministerio de Salud y Protección Social, actualmente hay 702 casos confirmados de COVID-19; sin embargo, la sensación generalizada y manifestada en las redes sociales es que podrían ser muchos más. Diversas personas se han quejado de que la línea de atención para reportar síntomas está colapsada y que quedan de devolver la llamada, pero esto tarda varios días.
Y es que el sentir de la gente se acrecienta al ver que día a día la cifra de infectados por la COVID-19 aumenta sin llegar a un punto de equilibrio. En menos de un mes pasamos de no registrar casos a tener más de 700 identificados (una de las mayores curvas de casos a nivel mundial) y diez muertes, acorde al reporte diario del INS.
Según las declaraciones del Instituto Nacional de Salud, contenidas en su cuenta de Twitter, el diagnóstico de la COVID-19 que realiza la entidad a los cerca de 2200 exámenes que, hace diariamente, no se demora más de 24 horas en ser emitido. De hecho, para demostrar que su capacidad es óptima y, en respuesta a Bridgitte Baptiste, rectora de la Universidad Antonio Nariño, el INS tuiteó:
“Creemos que no se entiende la situación. INS y LDSP y ahora universidades tenemos capacidad de sobra. Nos están llegando pocas muestras. Todas las que llegan se hacen. Se requiere que el sistema atienda a quienes demandan y se tomen muestras y se envíen (sic)”.
¿De quién es la culpa de la demora?
Pero, si las pruebas se están haciendo a tiempo, con daño de la única máquina y todo, como lo asegura el INS, ¿qué o quién es el responsable de que haya tantas quejas sobre la falta de realización de pruebas diagnósticas y de la entrega de los resultados, pese a que estas son recomendación perentoria de la Organización Mundial de la Salud?
Para el INS, “La toma de muestras y su envío es de IPS, EPS y Secretarías de Salud. Son ellos los responsables de la entrega de resultados a los pacientes”.
En síntesis, de acuerdo con el INS, la responsabilidad de la toma de las muestras y, su entrega en tiempos óptimos y reales para el efectivo tratamiento de los pacientes, recae directamente en estas entidades que en teoría son controladas por el Ministerio de Salud y Protección Social. He ahí la primera pista.
¿Falta de liderazgo?
Sin embargo, algo no cuadra, ya que pese a que el INS señala tener capacidad de sobra para atender la demanda de exámenes por realizar, de acuerdo con los medios nacionales, siete Laboratorios Departamentales de Salud Pública (LDSP) en Santander, Huila, Valle del Cauca, Norte de Santander, Nariño, Atlántico y Arauca podrán realizar pruebas diagnósticas para la COVID-19.
Estos siete se sumarían al Laboratorio del Instituto Nacional de Salud (INS), al Laboratorio Distrital de Bogotá y al Laboratorio de Salud Pública de Antioquia, luego de ser certificados por el INS en el Protocolo Berlín.
No obstante, para poder que los laboratorios, que tanto se necesitan, entren en funcionamiento, solo podrán hacerlo una vez los equipos de gobiernos territoriales realicen el alistamiento previo para entrar a implementar el diagnóstico especializado. Es decir, hay que esperar el visto bueno de las entidades territoriales, las cuales se presume, le deben rendir cuentas al Ministerio de Salud. He ahí la segunda pista.
Y es que esto debería ser motivo de preocupación, ya que en dicha crisis el Ministerio no ha sabido sortear muy bien las cosas de manera oportuna. Como muestra de ello podemos tomar el escaso o nulo liderazgo que ha tenido en temas tan necesarios como el cierre de los aeropuertos internacionales del país o incluso la confusa información que esta cartera brindó en primera instancia sobre la muerte del taxista cartagenero Arnold Ricardo Urregui, portador de la COVID-19, y de quien hay finalmente certeza de que sí murió por el virus. He ahí la tercera pista.
En vista de la falta de claridad de nuestras autoridades, y de que los controles no han sido tan efectivos como deberían ser (un saludo especial para los que se fueron de cuarentena-puente a infectar a nuestros habitantes rurales), hacemos un llamado para ser nosotros mismos parte de la solución con autoaislamiento, efectivos lavados de manos y evitar congestionar los servicios médicos con casos que no son urgencias. ¡Seamos más proactivos por favor!
Mejor dicho, nos tocó echarnos el bulto encima a nosotros para poder salir adelante.
