Columnista:
Alejandro Bonet González
Nos encontramos en una etapa que propone nuevos retos para el capitalismo, por los cuales generan un compromiso fundamental para el ser humano, principalmente en desarrollar este sistema de forma infalible durante un largo plazo.
El capitalismo ha sido efectivo en muchos aspectos, como en los avances tecnológicos, la reducción de la población mundial bajo la línea de pobreza. o la propiedad privada como eje central de la generación de riqueza. A pesar de todo, se ha evidenciado una gran discusión en la esfera pública sobre los problemas que vivenciamos con este modelo económico.
En primera instancia, el crecimiento de la desigualdad social a nivel global ha sido un planteamiento fundamental que ha generado un diluvio de controversias mediáticas, e incluso tuvo bastante relevancia para discutirse en los últimos Foros Económicos Mundiales en la ciudad de Davos. Hace unos años, se estimó que tan solo ocho hombres poseen la misma riqueza que la mitad más pobre de la población mundial, siendo una cifra aproximada de 3.600 millones de personas.
Por otra parte, según los informes recientes de la OXFAM , 2.153 multimillonarios poseen más riqueza que 4.600 millones de personas en el mundo. En gran parte de los casos, se dice que estos problemas se deben a la acción de los gobiernos para denegar el fortalecimiento del desarrollo económico, porque se concentran únicamente en el crecimiento (PIB) y en mostrar este porcentaje macroeconómico como sinónimo de efectividad.
El interés por el desarrollo económico resultaría en acciones estatales para reducir las desigualdades sociales, ya que en gran parte de las economías del primer mundo funciona la idea de que aminorar la desigualdad va relacionado con fortalecer la clase media, bajando índices de pobreza.
Asimismo, en muchas ocasiones hay un interés particular de los gobiernos por fortalecer las relaciones con los empresarios y no con los trabajadores, por lo que el empleador tendrá nulas restricciones en ampliar brechas salariales, especialmente con los trabajos no remunerados. Existen otros problemas, como la evasión fiscal, la corrupción, la diferencia de cobro y distribución tributaria entre las élites y la clase media, por los cuales crean la desigualdad de oportunidades.
En el libro titulado El capital en el siglo XXI, del economista Thomas Piketty, se evidencia que la desigualdad económica ha tenido un fuerte crecimiento desde la década de los 70, del mismo modo, se inculpa a los gobiernos por hacer menos esfuerzos y labores públicas para contrarrestarla. Nuestro contexto colombiano no se queda por detrás, pues la ONU nos catalogó como el tercer país más desigual del mundo, teniendo en cuenta que aproximadamente la mitad de la población estaría ganando un salario mínimo, y que nuestra tasa de informalidad llega alrededor del 47 %.
Sin embargo, una cuestión interesante puede surgir desde los postulados mencionados anteriormente: Si la reducción de la población mundial bajo la línea de la pobreza ha estado en declive durante los últimos 200 años, ¿por qué se va extendiendo la brecha de desigualdad económica a nivel mundial? La respuesta es simple, la aparición y el fortalecimiento de la clase media durante la edad contemporánea. Este contexto estaría ligado al desarrollo del capitalismo, como una extensión al modo de invertir en capital para obtener beneficios, y la ampliación de la propiedad privada, a diferencia de la época feudal. Del mismo, la clase media puede marcar grandes diferencias con los ingresos de las personas en las élites sociales.
Ahora bien, otro problema vigente del capitalismo es la contaminación y el calentamiento global, especialmente por parte de las grandes multinacionales que se involucran en este apartado, con el fin de primar las ganancias por encima del cuidado del medio ambiente. En el Foro Económico Mundial del presente año, el tema ambiental tuvo bastante relevancia, ya que se buscaba cooperar con las grandes empresas, en cuanto a disponerse para combatir contra la destrucción de la biodiversidad y el cambio climático. De la misma manera, hay estudios importantes de organizaciones como The Global Footprint Network, en el cual nos dicen que necesitamos 1,7 planetas para satisfacer la demanda global de recursos que nos brinda nuestro ecosistema.
En pocas palabras, con el paso del tiempo nos estamos limitando a una futura vida poco plausible para nuestro entorno. Este dilema también se debe a la ausencia de autoridades gubernamentales para imponer sanciones y/o estrategias, enfocadas a presionar a las grandes multinacionales con el fin de ponerle mas atención en proteger la biodiversidad.
Es aceptable la idea de que ningún sistema político-económico sea perfecto en su totalidad, poniendo de énfasis al capitalismo y sus dos grandes manchas oscuras que lo desvalorizan, la desigualdad y el daño ambiental.
Aún hay tiempo, y mejor tarde que nunca, para desviar al capitalismo por unas nuevas vías de regulaciones gubernamentales. No es necesario acabar con este sistema, tal y como dicen algunos sectores de extrema izquierda, poniendo al capitalismo como una de las peores catástrofes que ha tenido la humanidad, incluso sin saber el significado de este como la propiedad privada de los medios de producción. Hay suficiente evidencia histórica y empírica durante más de 200 años, que nos demuestra que el capitalismo ha traído grandes desarrollos económicos, tecnológicos y sociales durante el paso de la historia.
Por otro lado, tampoco es conveniente ponerse a fin del liberalismo económico, o como algunos denominan,“neoliberalismo”. Esta corriente busca invisibilizar los problemas del capitalismo mencionados anteriormente, diciendo que esta desigualdad social es importante mantenerla por ser parte de la naturaleza del ser humano, e incluso que el calentamiento global es un invento de la izquierda política para acabar con el sistema capitalista.
Los extremos de izquierda y derecha política están encerrados en una burbuja ideológica, en cuanto a no poder descifrar correctamente los verdaderos retos y caminos por los que debe cruzar el nuevo capitalismo postmoderno.
Este sistema puede darnos muchas maravillas, si se busca reducir con la desigualdad económica para que todos podamos entrar en la competencia de invertir en capital para obtener beneficios, y en un entorno ambiental que pueda ser seguro para el futuro de los presentes y de las nuevas generaciones.
Fotografía: cortesía de Pixabay.