Columnista: Ían Schnaida
Aída Merlano prendió el ventilador en Venezuela y algunos medios tradicionales colombianos empezaron sin tardanza a desviar las responsabilidades en torno a lo señalados.
Claro, el Gobierno de Nicolás Maduro ha perdido legitimidad al rededor del mundo. ¿Pero eso qué tiene que ver con las declaraciones de la excongresista conservadora que tanto afectan a las casas políticas de los Char y los Gerlein? E incluso al presidente Duque.
Aída Merlano dijo en su audiencia que la fuga fue en realidad un secuestro en el cual fue abusada por sus captores, y cuyo plan culminaría asesinándola y dejando su cuerpo en una fosa común.
La excongresista prófuga asegura que el presidente Iván Duque conocía sobre la falsa fuga y por ello incrementó el valor de la recompensa ofrecida, aunque ella se encontraba retenida a la fuerza en una finca de Villavicencio.
Los periodistas aliados, lejos de escandalizarse con estas declaraciones, se preguntan qué tan válidas son. Porque claro, ¿le vamos a creer a una prófuga de la justicia, como le creemos al perseguido y calladito Andrés Felipe Arias? ¿O precisamente él aún recibe ese apoyo por guardar silencio y no salir en público a dejar malparados a los intocables del país?
Algo es claro: Aída Merlano no pudo cometer sus delitos electorales sola, sin ayuda de algunos poderosos padrinos.
La excongresista señaló al expresidente Santos, al presidente Duque, al exfiscal Martínez Neira, ¿qué raro, cierto? ¿Recuerdan los suicidios asistidos con agua saborizada con cianuro para desaparecer un testigo clave en la investigación de Odebrecht, luego de que su padre había muerto también en extrañas circunstancias? Porque claro, aquí pasan cosas escabrosas. No es difícil imaginarse la versión de la prófuga Aída.
Además, Merlano no pudo volarse sola. Y si bien la justicia colombiana también tuvo esa duda, el responsable del permiso odontológico que generaría dicha rappifuga fue capturado y puesto en libertad sin más. Quizás él sea inocente, pero hay muchos culpables calladitos.
El Gobierno Duque, por su parte, dijo que todo se trata de un plan malvado del régimen de Maduro; pero claro, han sido tantas las ocasiones donde han usado esa excusa que ha perdido fuerza. Y, desde luego, hacen ver al incompetente de Maduro como un ser omnipotente. Más peligroso que Robocop con motosierra.
Claro que las declaraciones de los delincuentes hay que tomarlas con prevención, como las de los políticos, pero también debería generar dudas el desenlace de esta historia.
¿Por qué se fugaría Merlano para irse a Venezuela, precisamente a Venezuela? ¿Fue ese el plan desde el inicio o en realidad fue una medida desesperada de la excongresista para resguardar su vida y tener una oportunidad de contar su verdad?
¿Creemos en serio que Maduro metió sus tentáculos en el sistema penitenciario para que ella se volara y fuera a Venezuela para hablar mal de los políticos colombianos que nos hicieron merecedores del título al país más corrupto del mundo? ¿O creemos que los clanes políticos de Colombia son capaces de orquestar una fuga de quien los pondría en riesgo, para luego asesinarla?
El caso por ahora genera más sombras que luces, pero habla muy mal de la inocencia de nuestros políticos que la reacción del periodismo aliado sea buscar cómo desvirtuar la gravedad de los señalamientos de Merlano. ¿Por qué no tomarse siquiera el trabajo de poner en duda la versión oficial?, ¿no es eso lo que nos enseñan en las facultades?
Si suponemos que en Colombia no se cometen delitos ni hay importantes delincuentes en la política, lo de Merlano sería una ficción bien armada, una historia de una gran escritora con mucha imaginación; pero nuestros políticos nos tienen acostumbrados a su show del horror antidemocrático. Así, muy difícil creerles mientras aseguran su inocencia sin siquiera inmutarse para revisar.