Golpes de Estado en Bolivia: una tradición histórica

Afirmar que Evo es un dictador es mas que impreciso. Un dictador se hubiera aferrado al poder y hubiera utilizado la fuerza sin importar cuánta gente pierde los ojos o la vida.

Opina - Internacionales

2019-11-12

Golpes de Estado en Bolivia: una tradición histórica

Columnista: Jorge Diego Mejía Cortés

 

Cuando se piensa en golpes de Estado se piensa en dictaduras y cuando se piensa en dictaduras, se piensa en Chile o Argentina, pero históricamente han sido Bolivia, después de Ecuador los dos países que más mandatarios han derrocado en todo el continente. 13 en total para Bolivia (incluyendo a Evo Morales) pero, con una particularidad, algunas veces ha sido el pueblo (no los militares) quienes han tomado la determinación y la acción. Hoy fueron las fuerzas armadas quienes “cordialmente” le sugirieron a Evo que renunciase. Él, comprendió el mensaje y emprendió la huida.

Ecuador por su parte ha sufrido treinta y ocho golpes de Estado desde 1833, pero veinte de ellos han ocurrido en el siglo XX, entre 1906 y 2005, (aunque no todos han sido efectivos). En Perú se recuerdan el autogolpe de Estado de Fujimori (1992) y el famoso “Tacnazo” (1975) propinado por Francisco Morales contra el presidente Juan Velasco Alvarado. En Chile el infame ascenso de Pinochet al poder tras derrocar a Allende (11 de septiembre de 1973) y en Argentina el régimen del terror llegó con el modelo de Estado burocrático-autoritario (EBA) entre 1966 y 1975. Ayer fue el turno de Bolivia.

Bolivia, el país que vio morir al Che Guevara, padeció durante 18 años (1964-1982) diferentes gobiernos militares, los mismos que hoy se quieren repartir con fiereza el poder.

El 5 de noviembre se conmemoraron 55 años del golpe de Estado llevado a cabo en 1964 por el general René Barrientos Ortuño y su junta militar, que gobernaron el país hasta 1982, tras derrocar al presidente Víctor Paz Estenssoro; la bota militar ocupó las minas a sangre y fuego y aplastó la Revolución Boliviana llevada a cabo por el MNR (Movimiento Nacionalista Revolucionario) de corte obrero, filial al entonces presidente.

Entre 1971 y hasta 1978 llega al poder el coronel Hugo Banzer (quien regresaría en 1997 por la vía electoral) tras derrocar a otro militar, Juan José Torres, cuyo gobierno se ha catalogado por los académicos como “progresista”, mientras que Banzer instauraría una férrea dictadura que coadyuvó con el tristemente célebre Plan Cóndor. Luego vendrían el fatídico Gonzalo Sánchez de Lozada (1993-1997), quien saqueó al país ¡en dos ocasiones! (2002-2003) y que saliera exiliado hacia Estados Unidos tras una serie de revueltas que amenazaron con lincharle. Este último personaje también conocido como Goni fue inmortalizado en un documental titulado Our Brand is crisis[1], de Rachel Boynton que muestra cómo el marketing político puede generar un estado de opinión artificial que inclina la balanza, por medio de bulos o fake news, fenómeno que luego se volvería tan popular en la era de la posverdad, fenómeno del cual también Evo Morales fue también víctima.

El sucesor de Lozada sería nada mas y nada menos que Carlos Diego de Mesa Gisbert, quien junto a Luis Fernando Camacho están detrás del golpe de Estado y la rebelión que se tomó las calles de La Paz y Cochabamba. Camacho es un conocido empresario, dueño del Grupo Empresarial de Inversiones Nacional Vida S.A. que maneja el negocio del gas y los seguros en la ciudad de Santa Cruz (vinculado con los Panamá Papers) fanático religioso cuyo discurso cargado de racismo, odio de clase y provocación, dividió al país, generando la crisis actual por la cual Evo abandona el poder.

Bolivia, la nación que posee las mayores reservas de litio del mundo, con 21 millones de toneladas probadas, vería regresar a Víctor Paz en 1985, quien llevaría a cabo entre otras, la reforma agraria, implementaría el voto universal, promulgaría la nacionalización de las empresas mineras y fortalecería la producción de crudo.

Paz, impulsó en sus dos últimos periodos la economía liberal permeado por las ideas capitalistas, adquiridas durante su periplo en los Estados Unidos tras el exilio; e introdujo en Bolivia la economía de mercado una vez superada la hiperinflación.

Bolivia, el país que reconoce a sus 33 lenguas como idiomas oficiales, (entre ellos el Quechua, el Aymara y el Guaraní) ha tenido una fuerte tradición militar e históricamente ha sido gobernada por una minoría blanca, exceptuando a Juan Evo Morales de ascendencia aimara, quien asumió la riendas del país, primero como líder de los cocaleros, luego como presidente del país desde enero de 2006, de la mano de su partido “Movimiento al Socialismo” después de los caóticos gobiernos de Rodríguez Veltzé y Carlos Mesa, este último, una verdadera piedra en el zapato para Morales, quien ahora incendia el país, reclama el poder y persigue al legado del expresidente.

De Evo podrán decirse muchas cosas, pero no se puede negar que con él hubo una verdadera revolución, durante su gobierno el país casi alcanza la soberanía alimentaria, entre 2006 a 2018 redujo la tasa de analfabetismo de 13 % a 2,4 %, el desempleo pasó de 9,2 % a 4,1 %, la pobreza moderada de 60,6 % a 34,6 %, y la pobreza extrema pasó de 38,2 % en 2006 a 15,2 % en 2018, cifras que demuestran una excelente gestión independiente de su aceptación política o no.

Detrás de su dimisión efectivamente hay fuerzas económicas que buscan no solo un cambio generacional en la política, sino una redistribución (o concentración) de los recursos. En octubre del presente año Bolivia firmó con la empresa alemana ACISA (ACI Systems GmbH) una licencia para extraer litio del salar de Uyuni, lo que provocó molestia en el gobierno de Trump, y no precisamente por el daño ambiental.

Evo fue reelegido limpiamente en ocasiones anteriores, este año a pesar de la controversia, los veedores internacionales han afirmado que no hubo fraude, sin embargo, la oposición generó una escalada desinformativa, llamó a la desobediencia civil, utilizó la propaganda negra y creó un enrarecido clima que terminó por desestabilizar al país. Por ende, afirmar que Evo es un dictador es más que impreciso. Un dictador se hubiera aferrado al poder y hubiera utilizado la fuerza sin importar cuánta gente pierde los ojos o la vida. Un dictador se hubiera refugiado en un discurso polarizador y hubiera culpado a otros gobiernos. Un dictador persigue a sus contradictores, no les entrega el poder. Por eso no es el caso de Morales, que prefirió dar un paso al costado antes que una guerra civil o un baño de sangre.

 

Bibliografia:

Entrevista al exembajador argentino en Bolivia. Disponible en: https://www.pagina12.com.ar/230337-se-parece-a-lo-que-paso-en-el-55

 

Golpismo y neogolpismo en América Latina. Violencia y conflicto político en el siglo veintiuno.https://iberoamericasocial.com/golpismo-y-neogolpismo-en-america-latina-violencia-y-conflicto-politico-en-el-siglo-veintiuno/

 

¿Por qué se asoció Bolivia con la empresa alemana ACISA para explotar su litio en Uyuni? https://www.dw.com/es/por-qu%C3%A9-se-asoci%C3%B3-bolivia-con-la-empresa-alemana-acisa-para-explotar-su-litio-en-uyuni/a-50728620

[1] En el 2015 saldría una película homónima basada en los hechos descritos en el documental, protagonizada por Sandra Bullock.

 

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Jorge Diego Mejía
Coordinador de la Tertulia Literaria Universidad de Antioquia. Normalista Superior, Normal Superior de Envigado. Politólogo Universidad de Antioquia. Columnista de Al-poniente (2017-2018) Colaborador de la Agencia de Comunicación de los Pueblos Colombia-Informa (2018)