Columnista: Armando López Upegui
“Menos política, más administración”
Rafael Reyes Prieto.
Presidente de la República de Colombia
1904-1909
Resulta evidente que el gran derrotado en las elecciones del domingo 27 de octubre fue el ciudadano Álvaro Uribe Vélez. No solo porque perdió en departamentos y ciudades que tradicionalmente han sido sus santuarios, sino porque los candidatos de su partido que contaron con la fortuna electoral, salvo el domiciliariamente convicto alcalde electo del municipio de Bello, no son representativos de su partido.
En efecto, los alcaldes, concejales y diputados que lograron el triunfo electoral, son, en su gran mayoría, jóvenes cuyas limpias trayectorias personales, así como sus preocupaciones políticas, están más en sintonía con la tendencia general que mueve a la juventud hoy día, que con los fantasmas sectarios agitados fanáticamente por el Centro Democrático desde su fundación.
Una joven como Nataly Vélez, por ejemplo, se identifica más fácilmente con programas de contenido social, ambiental o, incluso, ético, que con las triquiñuelas, las mentiras, los insultos, los odios y las descalificaciones a que nos tiene acostumbrado el senador indagatoriado por la Corte Suprema de Justicia.
Pero, por otro lado, creo que Petro tampoco resultó ganador en este certamen. Resulta evidente que hay una fuerte tendencia al tercerismo, como posición equidistante de los dos polos de atracción política y que hace más énfasis en temas generales, como la lucha de la ética contra la corrupción, los temas ambientales, el desarrollo tecnológico, la eliminación de barreras discriminatorias, que son las preocupaciones de las nuevas generaciones.
La cantidad de alcaldes, de gobernadores y de miembros de los cuerpos colegiados que fueron elegidos por movimientos sustentados en firmas, o por alianzas ideológicamente incoloras e inodoras, es un evidente síntoma de que el pragmatismo político se está abriendo paso de manera ineludible en nuestro medio.
La frase del electo Daniel Quintero, según la cual no va a buscar soluciones de izquierda, ni de derecha, sino soluciones eficaces para los problemas de Medellín, es una muestra de esa tendencia que tiende a superar, de una vez por todas, los viejos moldes de adscripción política, para reemplazarlos de forma pragmática, por la eficacia y la operatividad.
En Colombia se intentó ese mismo tipo de política, bajo la Administración del General Rafael Reyes, hace más de cien años. No funcionó porque el mandatario estaba rodeado de una jauría de corruptos, que pretendía medrar a la sombra del poder, para engordar sus arcas, y porque el propio presidente era proclive y se dejó distraer por el relumbrón del oro, en su camino hacia la gloria. No obstante y pese a esas manchas, el gobierno del General Reyes ha sido reconocido, en muchos aspectos, como un periodo progresista.
Confiemos en que estos nuevos gobernantes, que se asoman a la política sin trapos de colores, sin compromisos con postulados doctrinarios inamovibles, puedan sacar adelante una nueva manera de hacer política en Colombia, más limpia, sin violencia, sin clientelismos, sin corrupción.